Ray Bradbury y la sencillez de la gran poesía

Ray Bradbury y la sencillez de la gran poesía

“El arte no nos salva, como desearíamos , de la guerra, las privaciones, la envidia, la codicia, la vejez o la muerte, pero puede revitalizarnos en medio de todo”

Ray Bradbury

 

Que la Editorial Salto de Página, en este año 2013, rodeados como estamos de sombras de grey, vampiros oligofrénicos y poetisas que creen habitar la modernidad arrojándonos fluidos corporales, haya decidido publicar los poemas de Ray Bradbury, es una noticia de tal alcance que sólo los que necesitamos del oxígeno poético para seguir resistiendo podemos valorarla como se merece. Así que lo primero es decir gracias. Gracias a Ray Bradbury por haber dejado esta maravillosa colección de poemas y a sus editores en España por haberla recuperado en una excelente traducción de Ariadna G. García y Ruth Guajardo González.

Desde el mismo título de la antología-“Vivo en lo invisible”- empieza a perfilarse una aventura poética, que es precisamente por su falta de afectación , por la humildad de un autor que es capaz de vivir dentro de sus poemas, escondido, por lo que se hace honda y verdadera. Encontrarse en plena época posmoderna con un poeta que habla en voz baja, sin agitar patéticamente los brazos desde la cabalgadura de sus versos para que le prestemos atención, produce tal sensación de alivio que casi dan ganas de levantarse del sillón en el que paso las páginas del libro para ir a buscar al artista y darle un abrazo.

Así que Bradbury ya ha conseguido crear el estado de ánimo necesario en este lector alérgico al postureo , y cuanto más susurran sus versos, más inclino la cabeza para acercar bien los oídos y no perderme una coma de lo que está diciendo. Y, o mucho me equivoco, o, santo cielo, algo está diciendo.

Cuando el lenguaje poético vive cada vez más enclaustrado en la reflexión sobre sí mismo, en los juegos de espejos infinitos que en el mejor de los casos producen en el lector una agradable perplejidad ante el ingenio verbal del autor, y en el peor, una inaguantable sensación de impostura, Ray Bradbury escribe para habitar el lenguaje, y se niega a ser colonizado por la autoimportancia que se dan a sí mismos tantos malabaristas torpes de las palabras. Y en ese contexto nace la revelación. La poesía como descubrimiento esencial en los márgenes del lenguaje, que el poeta recoge con cuidado reverencial y envuelve en la transparencia de las palabras justas y necesarias para no opacar el brillo del contenido.

Gracias Ray Bradbury. Aquí va mi abrazo encendido.

Viejo, ¿está el joven ahí?

20 de octubre de 1981

Viejo, ¿está el joven ahí?
Bajo la piel, sí, por aquí debajo.
Viejo, ¿en qué barrio?
En la sangre, cretino, en la sangre.
¿Y qué sueña, viejo qué sueña?
Mujeres de fresa y nata.
Si te habla, ¿qué dice?
Ama hasta la medianoche, hasta el alba, hasta que llegue el día.
Oigo su joven tarareo, ¿qué canta?
La vida merece la pena y la mujer es lo máximo.
Viejo, ¿qué está buscando y dónde?
El camino hacia mañana y el umbral de la semana que viene.
Entonces, viejo, ni estás muerto ni enterrado en el barro.
Eso es, al menos, mientras el joven disfrute de un día más aquí.
¿Y no se agobia el joven encerrado en tu piel?
Da vueltas mientras duermo. No le gusta.
Así que camináis como si fueseis uno. Pero tu rostro
muestra a ese joven que escondes en un lugar bien iluminado.
Prisionero y guardián, sombras gemelas que van a dormir juntas.
Cuando amanece, has olvidado que eres viejo.
Estás en plena forma. Y tu antiguo fantasma
es carne marchitada, y la que vistes
es un traje de estreno que pretendes quedarte.
Entonces te despiertas, y te vuelves.

Ray Bradbury

 

Vivo en lo invisible, de Ray Bradbury, Editorial Salto de página, Madrid 2013

 

Autor

Javier Cristóbal es madrileño, psicólogo disidente y profesor de Integración Social. Ha publicado los libros "Genealogía de lo Imposible" (Vitruvio), "Feroces de Pensamiento" (Vitruvio), "La hospitalidad de la intemperie" (Amargord) y "Heterotopías" (Amargord).

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