Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre nos adentran en Todo es silencio

Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre nos adentran en Todo es silencio

Aprovechando la presentación de la última película de Jose Luis Cuerda, Todo es silencio, hablamos con sus dos protagonistas: Miguel Ángel Silvestre y Quim Gutiérrez. En ella interpretan a Fins y Brinco, dos amigos que se encuentran tras veinte años de ausencia para descubrir que el destino les ha separado definitivamente: mientras Fins vuelve a Galicia convertido en un destacado policía, Brinco se ha convertido en la mano derecha de uno de los mayores narcotraficantes de toda la costa gallega.

Miguel Ángel Silvestre

Miguel Ángel, ¿qué es lo que más te atrajo de esta historia para querer formar parte de ella?

Sin duda sus personajes, todos extremos y con grandes heridas. En esto profundiza muy bien la novela. Había secuencias que al leerlas rogaba porque no se cayesen. Como es lógico algunas tienen que salir del guión, porque la película tiene que durar dos horas, pero ese tratamiento favorecía mucho la comprensión de personalidades tan distintas. Poder trabajar eso con Jose Luis, con Quim, con Juan Diego y con Celia a mí me estimuló mucho.

¿Cuáles han sido tus sensaciones al meterte en la piel de Brinco?

Me sentí muy a gusto trabajando con todo el material que me ofrecía Manuel Rivas. Tuve la posibilidad de tener muchas conversaciones con él y que me hablara de todas las contradicciones que él veía en los personajes y de todas las heridas que tenía Brinco. Brinco tiene mucho miedo, miedo a la soledad, a no tener amor. Detesta el poder, lo odia, porque el poder ha violado siempre de alguna forma sus relaciones familiares pero sabe que con el poder puede comprar el amor. Odia a Mariscal pero termina convirtiéndose en él. Manuel Rivas me ayudó a comprender todo esto. También me sentí muy cómodo trabajando con Quim y con Juan Diego, con los que compartía casi todas mis escenas. Con Quim compartía la ilusión por este trabajo. Los dos estamos muy enamorados de esta profesión y tenemos muchas ganas de construir y de ir un poquito más lejos. Nunca había trabajado con él y cuando empezamos a ensayar vi que la energía de su personaje era muy distinta a la que yo había imaginado y eso fue muy nuevo y muy estimulante para construir esa relación de amistad entre los dos personajes.

¿Qué papel juega esa Galicia oscura en la construcción de tu personaje?

Uno fundamental. Fui a Arousa para conocer por qué era el lugar idóneo para el narcotráfico. El de Galicia no tenía nada que ver con el de otros lugares. Aquí era una cosa mucho más familiar, de padres, hijos y abuelos y muy basada en el silencio de un pueblo. Al final todo el mundo era partícipe con el silencio de algo que estaba sucediendo. Hay algo que me gusta mucho del silencio gallego porque las palabras cuando llegan pesan lo que tienen que pesar y son firmes y contundentes. Y eso lo he podido comprobar en persona, porque he tenido la suerte de conocer gente muy auténtica en la villa de Arousa y en Santiago de Compostela.

Está claro que Brinco no es el primer mafioso que interpretas ¿Qué similitudes encuentras entre este personaje y aquel Duque que te dio tantísima fama años atrás?

(No lo duda) Ninguna. Creo que las motivaciones de los dos son muy distintas para acceder al poder y al dinero. No veo muchas similitudes. Yo lo vi muy claro al leer la novela y conocer cuál era la necesidad de Brinco en la vida y el dolor que lleva en la espalda. Si hay algo evidente es que los dos son narcotraficantes, pero uno se ve inmerso en ello y el otro quizá lo busca. Hace mucho tiempo del Duque y esta vez decidí concentrar toda mi energía en entender mejor a Brinco.

¿Descartas volver a alguna serie de televisión?

No me importaría volver. Lo positivo de una serie es que tienes más tiempo para desarrollar un personaje y más posibilidades para ofrecer una comprensión mayor del mismo al espectador, conocer con mayor profundidad quien es, por que sufre, cuál es su herida…

Recientemente has terminado de rodar con Pedro Almodóvar en su nueva comedia «Los amantes pasajeros», como contrapunto ahora nos presentas un personaje con una alta carga dramática. ¿En qué registro te sientes más cómodo, en el drama o en la comedia?

Son proyectos muy distintos aunque la dedicación y las horas suelen ser las mismas. Jose Luis (Cuerda) quería contar poesía y no criterio de realidad y Pedro nos daba mucho muchísimo material de información acerca de nuestros personajes. Tenía muy claro lo que quería pero una vez allí nos daba libertad absoluta para la espontaneidad y para que las cosas sucedieran. A mí me da mucha satisfacción trabajar así y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida porque el material era muy bueno y muy preciso. Da mucho vértigo pero estimula muchísimo trabajar de este modo.

Si tuvieses en tu mano la posibilidad de encarnar cualquier personaje, aquel registro que nunca experimentaste o que siempre soñaste realizar, ¿Cuál sería?

Son muchas las ilusiones de hacer personajes que se alejan de ti y que necesitan un trabajo profundo. Intento dejar que me sorprenda la vida y que sean esos personajes los que me elijan a mí. Quizá trabajar con una fuerte adición es uno de los retos que más me gustaría vivir.

¿Qué objetivo se marca ahora Miguel Ángel Silvestre?

El objetivo es trabajar siempre con un tipo de profundidad que requiere de mucho compromiso. Uno se tiene que cuidar mucho respecto a las expectativas que tiene. A veces el nivel de expectativa es muy alto y normalmente esta profesión no te da de comer de este tipo de proyectos, por lo que hay que buscar ese equilibrio. Yo tengo muy claro qué es lo que me gustaría hacer como actor pero no es fácil saber cuál es el camino para conseguirlo. Hoy por hoy creo que ese camino es el que te haga mantener la ilusión porque si te levantas por la mañana sin ganas, con todas las horas de dedicación que supone este trabajo, estás perdido. Es necesaria esa ilusión. En ocasiones es contradictorio porque el camino para conseguir lo que sueñas no suele ser dulce. Te ves obligado a hacer cosas en las que no crees tanto. Para mí por ejemplo es algo muy duro tener que estar tomando constantemente decisiones.

Los actores Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre. Fotografía: ©Luis Muñoz Díez

¿Veremos a Miguel Ángel Silvestre en el teatro?

El teatro sólo lo he probado en la escuela, cuando exponía las muestras de fin de curso a un cierto público que son todos familiares y amigos. Un público amigo pero que no dejan de ser un ojo. Me gustaría muchísimo hacerlo pero hay que estar muy preparado no solo técnica sino psicológicamente para ello. Para mí es el mayor salto al vacío. Ahí no se corta. Es un vuelo en el que además comandas tú. En el cine estás más en los brazos de alguien en los que puedes dejarte llevar y abandonarte, pero en el teatro tienes que conducir tú hasta el final. El salto al vacío es muy grande y hay que ser muy maduro para afrontarlo. Yo lo quiero vivir aunque aún no he tenido la oportunidad. Creo que cuando esté preparado llegará.

¿Crees en el teatro y en el cine como medio de promover un pensamiento crítico en el espectador?

Yo creo que ahora mismo también la televisión. Hay series de televisión que pueden también ampliarte tu punto de vista. Lo que está claro es que el cine y el teatro son cultura y la historia de España nace de esa cultura.

¿Consideras esa crítica ahora más necesaria que nunca?

Sí, yo creo que en este momento de vulnerabilidad se están escribiendo cosas y se van a hacer proyectos de muy bajo coste pero si con una capacidad creativa muy grande. Yo siempre pido que se mantenga viva esa llama. Es una de las cosas que me da más miedo, que desaparezca, pero confío que no porque es muy necesaria esa cultura.

Quim Gutiérrez

Quim Gutiérrez es un rostro que tenemos inevitablemente asociado a la comedia, ¿qué supuso para ti meterte en la piel de un personaje tan comedido, con poco diálogo y que ha de trabajar tanto con la mirada?

Yo inicialmente he hecho personajes más contenidos, más dramáticos, pero es verdad que cuando algo funciona y se ve mucho se te asocia generalmente con eso. Yo disfruté muchísimo con ese trabajo de contención, conocer esa amalgama de emociones que juegan y cubrirlas de capas que impidan decir lo que de verdad piensa el personaje. Éste es un personaje del que durante veinte años no se sabe realmente qué ha hecho. De los otros se puede decir que han estado en el mismo entorno geográfico y se puede saber un poco cómo ha sido su historia pero con el mío no, por lo que con Jose (Luis Cuerda) hicimos un par de reuniones en las cuales nos inventamos algunas cosas para imaginarnos qué había sido de el, de qué se había cargado su maleta durante esos veinte años y con la cual llega a la Galicia de su infancia, una Galicia que es casi un recuerdo.

Los actores Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre. Fotografía: ©Luis Muñoz Díez

El silencio cobra un significado especial en su personaje debido a su enfermedad.

Mira, una de las metáforas más bonitas de la película respecto a mi personaje es que es alguien que por el miedo a no acordarse de lo que le sucede se esconde detrás de una cámara. Es una forma de detener el tiempo, de mantener presente imágenes por miedo a olvidar. Cuando vuelve a Noitía está bien, ha dejado la medicación, pero es el choque de encontrarse con toda esa cantidad de información probablemente no digerida la que hace que vuelvan las ausencias. Ese choque tiene que ver con su incapacidad para procesar sus emociones como tantos de nosotros, pero en este caso es alguien que tiene dificultad para verbalizarlas. Fins tiene pocas escenas con los otros personajes. Muchas veces está solo, pero creo que aunque las hubiera tenido no hubiera dicho nunca lo que de verdad sentía o lo que quería decir, de modo que de alguna forma la estructura apoya de manera metafórica una incapacidad del personaje para resolver los conflictos. No decir lo que uno quiere a tiempo, no mandar una carta cuando hay que mandarla, condena al personaje para el resto de su vida.

A la hora de prepararte el papel, ¿llegaste a trabajar de forma conjunta con el actor que interpreta a Fins de niño de cara a esa continuidad necesaria en el personaje?

Por el modo en el que se rodaron las escenas no fue posible. Unos días rodaban ellos y otros días nosotros. Hubiera sido fantástico porque el casting está muy acertado. El Brinco niño por ejemplo es un canalla que no veas, sólo hay que ver esa forma de hablar que tiene. (ríe).

En la situación actual del país, ¿cómo ves el futuro para los nuevos actores o para aquellos que como tú se están ahora consolidando?

Yo si hablara con un amigo al que realmente aprecio le diría que se dedicara a otra cosa. Supongo que tiene que ver con la historia que ha vivido cada uno. Yo empecé en esto un poco por casualidad. Me he enamorado terriblemente de esta profesión pero es muy dura y le pido que me dé a cambio lo mismo que yo le entrego, que es trabajo concienzudo, muchas horas y parte de mi devoción. Lo perfecto es trabajar en proyectos que sean retadores, que te hagan mejorar, que sean estimulantes y a través de los cuales conozcas a personas interesantes o te permitan realizar procesos de documentación que te enriquezcan. Sin embargo para mí no es necesario todo esto, con lo anterior me basta. Por desgracia la idiosincrasia de la industria no permite que esto sea muy habitual. Es muy duro defender cosas en las que no crees cuando es tu cara la que se muestra. Hay que tener muy claro el equilibrio entre aquello que ofreces y lo que te compensa. Creo que ésa es una de las claves para mantener el amor en esta profesión. Yo comencé a trabajar en series y allí cuando grababa veía a actores muy mayores a los que se les notaba ya cansados, los comparaba con mi abuelo y pensaba que yo a su edad no me gustaría estar en esta situación, la de necesitar levantarme a las siete y cuarto de la mañana para trabajar en esto, porque es duro. De alguna forma intuí claramente que tenía que tener otras cartas que barajar para no encontrarme en esa situación.

¿Cuál es ese papel soñado por Quim Gutiérrez?

Hay muchos. Mira, sé que es una locura, porque por lo que he leído trabajar con él es bastante criminal, pero me encantaría trabajar con González Iñárritu, que me destrozara como actor y que acabara odiándole porque me pidiera treinta tomas de un estado emocional extremo. Me encantaría meterme en ese berenjenal y sufrirlo porque creo que lo disfrutaría mucho por otro lado.

El redactor José Gómez Fernández con Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre. Fotografía: ©Luis Muñoz Díez

Fotografías: ©Luis Muñoz Díez

Todo es silencio (2012), de Jose Luis Cuerda, se estrena en España el 9 de noviembre de 2012

Autor

Licenciado en Comunicación Audiovisual. Ha sido guionista y director de diversos cortometrajes amateur y presentador de diferentes programas para radio y televisión local. Trabajó en el departamento de dirección en series de TVE y Antena 3, así como ha escrito diferentes artículos de cine en guías y revistas especializadas, tales como lanetro o Travelarte.

1 comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *