En la imagen de Luz Soria, el actor Tomás Pozzi protagonista de Querido capricho. Un texto de Tomás Cabané en colaboración con Tomás Pozzi, dirigido por Tomás Cabané
Dicen que el amor lo vence todo, pero es el tiempo el que vence al amor.
Tomás Cabané
Por Luis Muñoz Díez
Querido capricho, es una obra escrita por Tomás Cabané en colaboración con Tomás Pozzi. De la dirección se ha encargado Cabané, y de la interpretación Pozzi. El actor se representará a si mismo, y a Amanda. Una mujer guerrera, paralizada por un desamor, en su deseo de que le llame su amado veinte años menor, decide no salir de casa. Su única compañía es su perro Hércules, y su conexión con el mundo un viejo magnetofón, en el que graba mensajes para su grupo de amigas.
El primer contacto con la pieza es la escenografía de Silvia de Marta iluminada por Jesús Díaz. El espacio es un salón, que parece haber sido cortado en tres partes iguales, con un serrucho gigante. Fraccionando la pared, los muebles y objetos de decoración, sin rigor, ni respeto, con el único criterio la igualdad del tamaño.
Puntual aparece el actor Tomas Pozzi, que se presenta como tal, y para familiarizarnos con lo que vamos a ver. Nos ofrece una clase magistral, para que conozcamos como se afrontar una ficción de manera natural, de forma que no se note que es una es una representación, y el público perciba la historia como real.
En la imagen el actor Tomás Pozzi y su perro Hércules en “Querido capricho” de Tomás Cabané en colaboración con Tomás Pozzi, dirigido por Tomás Cabané Foto Luz Soria
Tomás Pozzi es un actor con mayúsculas, que conoce todos los secretos para llegar al público. Dotado para cambiar de registro en el tiempo de un abrir y cerrar los ojos, con una expresión corporal que logra que el actor parece de goma, a veces y a su voluntad, bota. Es un ejemplo de flexibilidad física y existencial, encara la adversidad con fina ironía. El humor es bálsamo y vehículo para expresar, y seguir viviendo ante cualquier contratiempo. A lo ya escrito, Tomás es un mago para trasmitir ternura, aunque parta de una situación al borde del esperpento.
Pozzi será él mismo y Amanda, con la única arma para el cambio anudar el lazo de su camisa, o sobreponer un pendiente sobre su oreja. Amanda es una caricatura del miedo que nos invade todos, y tratamos de disimular. El miedo a ser rechazados, decir te quiero, y recibir como respuesta el silencio, preludio de la huida de la persona objeto de nuestro amor.
El miedo atávico al rechazo, con su consecuencia del abandono. Es un temor que pertenece al niño que vive hasta la muerte anidado en nosotros. El temor que en su momento fue cierto. Un bebe que a nadie le importe, alimente y cuide, corre el peligro en su vulnerabilidad, de una muerte real. Nuestro razonamiento en una broma de mal gusto, no nos dice de que los adultos no precisamos de cuidado alguno, y la compañía, a veces es un duro peaje que pagamos por nuestros miedo a la soledad.
Tomás Cabané como autor y director, nos presenta a Amada en una escenografía quebrada, que como defensa ha decidido que la compañía está sobrevalorada, y que el amor no es ninguna necesidad, depreciándolo a simple capricho.
Un teléfono que no suena puede llegar a ser el silencio más sonoro. Amanda ha gozado con un hombre mucho más joven que ella. Un contrapunto en físico y edad, ella ya no va para joven, y está dejada. Él en su expendedor, con unas manos y un pecho, que a ella se la antojan perfectos. Más allá del placer sexual, en sus brazos Amanda olvidó su edad, sus arrugas, sus gorduras, su falta de amor por si misma. Recuerda como la desnudó, y le tocó todo el cuerpo. Pozzi lo representa abrazando el suyo por varias partes, y con un leve pataleo, que describe fielmente un estado de gozo que todos merecemos. Sin diferencia de sexo, edad, raza o condición.
En la voz de Lucía Trentini, oiremos una frase que para mi, es el mensaje mas importante de la obra. La cantante dice «…hasta los jóvenes envejecen». Lo que no tendría importancia si lográramos ser jóvenes hasta morir de viejos, pero no, podemos vivir toda la vida empleando la mayor parte de nuestro tiempo, en ocultar nuestras carencias. Olvidando que la vida no se vive en borrador, y que somos nuestros críticos más inclementes. Al extremo, que lo que nosotros ocultamos como un delito, en los demás lo aceptamos con normalidad.
Tomás Pozzi cuenta con una expresión corporal tan rica, que por momentos parece de goma “Querido capricho” Foto Luz Soria
La obra de Tomás Cabané madura de forma ascendente, y se refleja en cada nuevo trabajo que presenta. Las inquietudes que reflejaba en su obra En la Capital, quedan superadas cuando es capaz de concebir #noLUGAR o Hay un agujero de gusano dentro de ti, hasta llegar a Querido capricho. En la ciudad es una obra valida, con un mensaje vigente, y fue puerta para que yo me fijase en su obra. Con sus personajes se pueden identificar quien pase ahora por esa experiencia, aunque Tomás ya es otro, para mi es una alegría ver Querido capricho, porque descubrí en Tomas una voz diferente, y desde entonces he seguido con mucha atención sus trabajos como dramaturgo, y director.
El tándem de los Tomases funciona, como una maquina perfectamente engrasada. El texto es sanador, apaga muchas luces que tenemos encendidas sin saber el porqué, que nos restan una energía necesaria para hacer nuestro el dicho, “que cada uno ha de arar con los bueyes que le tocan”. Sacándolos el mejor partido. Una lección a aprender: si nos asalta la auto compasión. Lo mejor es que nos sacudamos esa idea, dediquemos ese tiempo ha mimar nuestro cuerpo, hasta que nos sintamos agusto, para echarnos a la calle a tomarnos un helado, como decide hacer Amanda.
Un verdadero placer Tomás Cabané y Pozzi
Querido capricho se estrenó el 20 de noviembre de 2020 en Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero -Madrid-, más información de fechas horarios y compra de entradas pinchando aquí
Título Querido capricho Texto Tomás Cabané en colaboración con Tomás Pozzi Dirección Tomás Cabané Reparto Tomás Pozzi Escenografía Silvia de Marta Iluminación Jesús Díaz Vestuario Marta Marín y Judith Rodríguez Espacio sonoro Mariano García Movimiento Mey Ling-Bisogno Ayudante de dirección Lucía Trentini Ayudante de producción Iván Luis Voz en canciones Lucía Trentini Realizaciones READEST S.L. (Escenografía) y Estudio 340 (grabación canciones) Diseño del cartel Javier Jaén Fotografía Luz Soria Colabora Malala Producciones Coproducción Centro Dramático Nacional, Check-In Producciones y Pedro Hermosilla Producciones