“Poeta [Perdido] en Nueva York”, con dramaturgia, dirección e interpretación de Jesús Torres, en la imagen de Moisés F. Acosta
Por Luis Muñoz Díez
Poeta [Perdido] en Nueva York, con dramaturgia, dirección e interpretación de Jesús Torres. El texto contiene sus poemas, hoy universales, y la correspondencia que mantuvo con sus padres y amigos, en un viaje que marcó un antes y un después en la manera de ver, y verse de Federico.
Trabajar sobre la figura de García Lorca es una tentación para cualquier creador, ya que el poeta granadino dejó un sólido legado a pesar de haber sido asesinado el 18 de agosto de 1936, con solo 38 años. Su asesino, ebrio de alcohol pagado con el dinero que esa misma madrugada le pidieron a su padre como «contribución a la causa», se vanaglorió de haber rematado al famoso «García Loca» con un tiro en el culo.
Lorca fue un refinado intelectual, un poeta y dramaturgo de éxito, y un trabajador incansable que, con La Barraca, llevó el teatro a los pueblos. También fue socialista, por si todo lo anterior no fuera suficiente para ganarse tanto seguidores como enemigos. Su condición sexual lo condujo a situaciones de profundo desamor, y de ese dolor surgieron poemas rotundos e incontestables, que impactan por su calado y belleza. En ellos se ven reflejados aquellos que no logran conciliar su deseo con su cuerpo.
Lorca fue un espejo en el que muchos pudieron mirarse, pues confesaba sus sentimientos de forma diáfana en su poesía. Se enamoraba de hombres equivocados: Salvador Dalí, que negaba su homosexualidad, o Rafael Rodríguez Rapún, al que llamaba «el tres erres«. Rapún, estudiante de ingeniería, futbolista y socialista, estaba cautivado por la figura de Lorca, pero amaba a las mujeres, lo que sumía a Federico en una desazón insuperable. Lorca confesaba su dolor con franqueza en versos como este:
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.Federico García Lorca
Federico parecía destinado al martirio por ser de izquierdas, homosexual y un genio que describía su desamor con una honestidad desgarradora. En su poesía, lamenta no haber podido acunar un hijo en su cintura ni ofrecer lo que los hombres le demandaban, lo que dice mucho del contexto de su época. Hasta el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, y cuando lo hizo, se dijo que fue por presión de los intereses económicos que controlaban el poder gay.
Lo anterior pertenece a la historia, pero cada vez que un artista como Jesús Torres sube a Federico a un escenario, levanta nuevamente la bandera de reivindicaciones aún pendientes. La desigualdad social sigue creciendo, a los homosexuales todavía se les mira con recelo, y la cultura está controlada por las multinacionales que imponen tendencias.
Quizá se pregunten por qué escribo esto en una reseña sobre el espectáculo “Poeta [Perdido] en Nueva York”, de Jesús Torres. Les diré que recitar a Lorca, para muchos, es una necesidad. Las palabras de Federico están tan interiorizadas en nuestro dolor colectivo que escuchar su obra no requiere justificación. No hace falta una bola de cristal para intuir que el autor de Puños de harina ha sentido miedos y temblores similares a los que Lorca plasmó en sus versos.
En su espectáculo, Jesús Torres hace que lo difícil parezca fácil. Mantener la atención del público durante casi hora y media con su voz al servicio de la de Lorca y su gesto es un trabajo enorme. Ese esfuerzo, sin embargo, llega al público de forma sencilla, lo que constituye el gran logro de Jesús: saber templar y guiar el hilo de su cometa interpretativa para mover al público por el camino de las emociones. Sus versos, escuchados a pelo, se imponen con el mero poder de la palabra.
Jesús Torres ha optado por recrear al genio granadino sin buscar un parecido físico. Con su barba y sus propios rasgos, por momentos se vislumbra al poeta de cabello engominado y vestimenta impecable.
El espectáculo, que acaba de nacer, seguramente evolucionará según lo que Jesús sienta que cada encuentro con el público le demande. Sin embargo, con unos rascacielos de juguete y una tela tensada en redondo para crear sombras y transiciones, Jesús Torres logró en esta primera entrega ganarse la empatía y el aplauso del público.
Poeta [Perdido] en Nueva York, se estrenó y estuvo propaganda del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2024, en la Sala Mirador. Calle Doctor Fourquet, 31 (Madrid)
Dramaturgia, Dirección Interpretación de Jesús Torres
Producción El Acedo Teatro/ Año 2024
Diseño Iluminación:Jesús Díaz Cortés Escenografía / Vestuario: Juanjo González Videoescena: Leonardo Lapeña Composición musical: Alberto Reguilón Coreografía: Mercé Grané
Técnico Iluminación: Alicia Pedraza Técnico Audiovisual: Antonio Villar Maquinista: Davis Herrera
Producción: Iván Flores y Carol Delgado Caracterización: Olaya Vasco Diseño: ENBLANCO
Fotografía: Moisés F. Acosta Vídeo: Ángela Ugalde Comunicación: Raquel Berini Distribuye: Fran Ávila
Con el apoyo de Junta de Andalucía e INAEM.