¿Podrá Serrat vivir sin los escenarios?
Por Nacho Cabana.
“No va a poder vivir sin esto” decía mi acompañante al penúltimo concierto de despedida de Serrat al ver, desde el primer piso de un Palau Sant Jordi lleno hasta el último asiento por segundo día consecutivo (y quedaba un tercero, casi 54.000 personas en total tras 9 meses largos de gira), a toda la audiencia aplaudiendo (algunos con el móvil todavía en modo “linterna”) después de que Joan Manel Serrat cantara la inmortal Mediterráneo.
Y es que El noi de Poble Sec es mucho más que un cantante popular; es uno de esos artistas, como Pablo Milanés o Joaquín Sabina, cuya obra va más allá de un amplio y excepcional repertorio para convertirse en parte de la memoria colectiva, no solo de la generación en la que se inscribe el artista y que ahora andan por los 70 años (79, en concreto cumple Serrat en estos días) sino para varias de las que vinieron después.
Los que nacimos a finales de los 60 o durante los 70 lo descubrimos a través de las versiones que los cantantes y bandas que nos gustaban en aquella época hicieron de sus temas más famosos en el álbum de 1995 Serrat… ¡eres único! (aquella Señora interpretada toda velocidad por Los enemigos) mientras que una década más tarde los que venían detrás hicieron lo propio con el segundo volumen (que incluía unas Paraules d´amor a cargo de Alejandro Sanz). Poco antes de la pandemia, Amaral, Jorge Drexler, Xoel López, Depedro, Andrés Calamaro o Santi Balmes (entre otros) grabaron de nuevo el disco Mediterráneo.
Tenía por tanto, Serrat en sus últimos conciertos (muy cerca del Poble Sec que le vio nacer) la opción de interpretar una selección de sus más grandes hits (que es lo que ha venido haciendo en toda la gira) o darse el gusto y dar prioridad a la parte catalana de su repertorio.
Optó por esto último e interpretó un buen número de temas en su idioma natal. No sonaron, por tanto, Aquellas pequeñas cosas ni Penélope pero tampoco Lucía, Romance de Curro el Palmo, Mi niñez, Señora o Tu nombre me sabe a hierba… todo para dejar espacio a Sería Fantastic, Me’n vaig a peu, Cançó de matinada, El meu carrer, Barcelona i jo o La tieta. Eso sí, se mantuvieron otras que se han mantenido fijas en las diferentes “setlist”: Pare, Cançó de bressol; Cantares o Para la libertad.
Una apuesta absolutamente legítima pero que a buena parte de la audiencia nos dejó ligeramente decepcionados.
Con todo, Serrat demostró su excepcional dominio de la voz y el “microfoneo” regalándonos una maravillosa Cançó del bressol, la muy sentida La tieta o una Fiesta por la que parecería que no ha pasado el tiempo si no fuera por lo vintage que ahora suenan expresiones como “el avaro a las divisas”, y con la que acabó su actuación del jueves.
El viernes, el autor de Hoy puede ser un gran día (sin duda la canción favorita de los músicos callejeros de habla hispana), terminó con La guitarra, el instrumento que le acompaña desde sus inicios. Todo, acompañado de unas excelentes proyecciones que no escatimaban ni el sentido del humor ni la nostalgia más sabrosa.
El adios, en definitiva, de un símbolo capaz de convocar para sus últimos concierto desde Pedro Sánchez y Miquel Icerta a Jordi Évole o el Tricicle pasando por Isabel Coixet, Ada Colau, Carles Puyol, Ismael Serrano o un Pere Aragonés que, al igual que el presidente del gobierno español, fue abucheado por los irredentos seguidores de Puigdemont, incapaces de entender, como dijo Serrat más de una vez, “això és una festa”.