El tiempo es el factor que media entre poder y ficción. La ficción es por antonomasia la que no recorre el camino de la realidad. No tiene pues, en relación a esta, un recorrido temporal.
El poder se mueve entre realidad y deseo. Es, cuando no se tiene, una ficción del deseo y cuando se posee, el mayor deseo de realidad.
El mayor contenedor de realidad es el poder, que permite por antonomasia modificarla, esto es, rehacerla, volver sobre ella.
No hay vuelta de hoja en la ficción. Siempre traza círculos que nunca se desarrollan. La ficción es, por definición, lo inconcluso, incluso lo que nunca se llega a realizar.
El dinero es una de las formas del tiempo. Quien tiene dinero compra tiempo. El poder compra -y vende- ficción. Es más, la fagocita, la regurgita y la ingiere constantemente.
Tiempo, poder, ficción y dinero son las formas elementales de la mayor parte de las sociedades humanas.
Las ficciones del poder suelen ser repetitivas y dotadas de claroscuro. Son repetitivas puesto que la ficción es inconclusa. Tienen claroscuros porque el poder se opaca a intervalos para no saturar la realidad.
La realidad requiere de su contraparte, la ficción, para poder sobrellevarse sobre nuestros humanos hombros.
El deseo es la ficción que no se ha objetivado. La ficción subjetiva. O la forma que tiene la ficción de salir adelante.
La realidad es el poder silvestre, natural. El poder es la más nítida y certera representación de la realidad.
Nunca exijas al poder que se acomode. El poder no se acomoda porque está cómodo. Cómodo en su compra-venta de ficción nuda y casta.
Porque la ficción, en tanto que inconclusa, anda desnuda, siempre esperando que terminen de vestirla, pero, al no tener recorrido temporal, no puede ser preñada (origen del tiempo).
Así pues a la ficción le sobra el tiempo, mientras que el poder anda buscándolo siempre. En ese contrabalanceo nace el dinero que es, ante todo, un símbolo.
Si el poder consume ficción, generando dinero, ¿despertará a tiempo de su sueño?
El poder sueña siempre de forma autorreferencial, egotista, siempre más poder es lo que busca.
Y acaba por encontrar, siempre.