«Plaer culpable» de Lara Díez Quintanilla en el Teatre Goya de Barcelona con unos excelentes Mar Ulldemolins y Francesc Ferrer, en la imagen.
Por NACHO CABANA.
¿Conviene saberlo todo acerca de tu pareja o es mejor que algunos episodios de su vida permanezcan siempre ocultos a tu conocimiento?. ¿Y si alguna de esas zonas de sombra ocurrió cuando él o ella ya estaba contigo y habíais planeado una vida juntos?. ¿Es mejor contar o no contar, saber o no saber?. ¿Puede una revelación poner patas arriba todo el sistema de valores aceptado por ambos y dejar entrever una ideología o moralidad distinta a la compartida?.
De todo esto habla Plaer culpable de Lara Díez Quintanilla, obra ganadora del Torneig de Dramatúrgia Internacional 2022 y que ahora llega al Teatro Goya de Barcelona los domingos a las 12:00 de la mañana y los lunes a las 20:00 hasta el 22 de junio.
Y lo hace desde la comedia. Díez Quintanilla (también directora de la función y actriz habitual de Polonia amén de fundadora de la compañía teatral La volcánica) agarra un argumento (casi un chiste) muy conocido (y gastado) y lo traslada a un territorio realista donde lo hace funcionar como detonante de un conflicto de pareja que trasciende la peripecia y hace aflorar secretos, mentiras, prejuicios, herencia genética y aprendizaje.
La primera clave para que Plaer culpable logre sus objetivos estriba en que ninguno de los dos únicos personajes “presenciales” (hay más, pero en videoconferencia) se toma a broma los diálogos y situaciones del libreto. Tanto Laia (Mar Ulldemolins) como Jordi (Francesc Ferrer) discuten, se enojan, sufren y luchan por salir de la trampa que ellos mismos se han puesto mientras gestan a su bebé durante el confinamiento.
Es Plaer culpable, una vez más, la confirmación de que la risa inteligente nace cuando chocan verdad y dolor, que no hace falta que los actores sobreactúen, griten (aquí lo hacen, pero solo durante los monólogos y justificado por la tensión dramática que los provoca) ni mucho menos subrayen los chistes repitiéndolos compulsivamente o haciendo mímicas para provocar carcajadas.
Porque hay risas, y muchas, en la obra de Díez Quintanilla durante su hora y media de duración. pero a los personajes no les hace gracia ninguna lo que están descubriendo de sí mismos. La autora dirige a Ulldemolins y Ferrer teniendo siempre en mente la tormenta cerebral de sus criaturas, añadiendo unos acertados y bien repartidos toques de autoironía y autocrítica sabiendo que todo chiste es más divertido si los personajes no saben que están haciendo comedia,.
Brillantes los momentos de desesperación de Francesc Ferrer así como los ataques defensivos de Mar Ulldemolins y sus más reservadas confesiones.
El movimiento escénico, por su parte, está tan bien “engrasado” como justificado por el texto (nunca tienes la sensación de que los actores ejecutan acciones porque sí) y muy excelentemente coreografiado en los momentos de más desmadre, ya en el clímax de la función.
Es, a la postre, Plaer culpable una obra sobre la distancia existente entre cómo creemos que somos y cómo somos de verdad; cómo hay elementos en las personalidades de una pareja que no se pueden enterrar bajo cursillos, terapias, doulas o epígrafes tipo “monogamia relajada” y que acabarán aflorando antes o después.
Esperemos que la presencia de la obra Lara Díez Quintanilla en este insólitamente animado fin de temporada barcelonés sea el trailer de una programación más regular a partir de septiembre y con una escenografía e iluminación más específicas.
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