Por NACHO CABANA
El veterano festival de documentales Docs Barcelona inauguró ayer por la noche su edición 2018 con el estreno del cuarto largometraje de Carles Bosch, uno de los mejores y más honrados documentalistas que trabajan en nuestro país y que además ha logrado tener continuidad en su carrera.
Petitet es hijo de un palmero de Peret y un personaje habitual del ambiente rumbero de la calle de la Cera. Aquejado de una grave enfermedad fácilmente confundible con una depresión, le prometió a su madre en el lecho de muerte de ésta que actuaría con una orquesta sinfónica en el Liceo barcelonés. Bosch se enteró de este hecho e intuyó que la peripecia vital de este gitano y su entorno encajando su caos vital con el rigor de músicos de conservatorio podría dar lugar a un largometraje documental. Y tenía razón.
Bosch estructura su cuarta película como si de un guión clásico de ficción se tratase. El héroe tiene una misión vital y se encuentra con múltiples obstáculos e inesperados aliados por el camino. Un camino en el que se alternan con fluidez la peripecia actual con entrevistas a cámara en blanco y negro que complementan a posteriori la narración principal. El resultado es a la vez un documental ejemplarizante (de esos por los que siente debilidad el Docs Barcelona) al tiempo que un insólito musical y una comedia de costumbres (aunque se hecha de menos un poco más de desarrollo en las situaciones que provocan fuera de su entorno Petitet y su banda). En subtexto, y no sé hasta qué punto intencionado, la normalización del trabajo no remunerado en los entornos artísticos.
A partir de hoy y hasta el día 27 de mayo, en los cines Aribau Club (el grupo Balañá debería plantearse aprovecharse la marca que se han creado estas salas como “pantallas de festival” para hacerle la competencia a Phenomena y reservarlas para títulos en VO) y el CCCB proyectarán un total de 41 películas entre las que, a priori, destacamos las siguientes:
El espanto de Martín Benchimol y Pablo Aparo. Cuenta cómo en un recóndito pueblo de argentina, las curas caseras reemplazan a la medicina tradicional. Toda dolencia es tratada por los propios vecinos excepto “El espanto”, una extraña enfermedad que padecen las mujeres y solo puede curar un peculiar anciano con poderes y que vive en las afueras de la localidad.
Last days in Shibati de Hendrick Dusollier. En ella se muestra los últimos días de un niño y un adulto en el último “hutong” o barrio tradicional que queda en la ciudad china de Chongqing antes de ser destruida para construir un nuevo barrio.
Of fathers and sons de Talal Derki. El director de Retorno a Homs convivió dos años con la familia de Abu Osama, miembro de Al-Qaeda en Siria para ser restigo de como dos de sus hijos son entrenados desde pequeños para convertirse en soldados de la Yihad.
Ouaga girls de Theresa Traore narra como un grupo de chicas de Burkina Faso estudian para convertirse en mecánicos de coches, desafiando lo que su sociedad espera de una mujer al tiempo que afrontan el paso a la edad adulta.
The congo tribunal de Milo Rau. En ella, el director reúne a víctimas, perpetradores, observadores y analistas de la guerra civil en el Congo en una suerte de tribunal popular rodado con siete cámaras y ante 1000 espectadores. Dará una clase magistral en el certamen.
Shootball de Félix Colomer junta al padre de una víctima de abusos sexuales de los Maristas de Barcelona con el pederasta que se aprovechó de su hijo en un diálogo donde se ven y escuchan los sentimientos y confesiones de todas las partes.
The white world according to Daliborek de Vit Klusák cuenta la historia del tipo del título, un pintor industrial que compone canciones neonazis. Un ser que odia su trabajo tanto como a los gitanos, los judios, los refugiados, los homosexuales, la Merkel, las arañas y los dentistas.
La clausura correrá a cargo de Sinfonía de Gilbert Arroyo acerca de la carrera musical del tenor Juan Diego Flórez, impulsor del proyecto Sinfonía por el Perú que aboga por la educación musical de jóvenes abocados a la exclusión social.
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