¿Hasta qué punto sabemos los secretos de las personas que decimos querer? ¿Realmente confiamos en ellas? Esas son las dos preguntas que se hacen el director Álex de la Iglesia y el guionista Jorge Guerricaechevarría en Perfectos desconocidos, revisión a la española de la italiana Perfetti sconosciuti, película de Paolo Genovese estrenada en el país transalpino en 2016.
Ambos largometrajes muestran la hipocresía y la falta de sinceridad que reina en un grupo de amigos que se reúnen para cenar. La mayoría de ellos llevan muchos años de relación y algunos se encuentran casados, pero ninguna de esas razones ha impedido que vivan ocultando importantes secretos a todos aquellos que dicen amar. Un juego que consiste en leer en voz alta los mensajes y escuchar las llamadas de los teléfonos móviles de todos ellos pondrá al descubierto sus más íntimas vergüenzas y deseos.
Las dos cintas no reniegan de su carácter casi teatral. Gran parte de la acción transcurre en la casa donde se celebra el encuentro y ese elemento le otorga en muchas ocasiones un aire de pieza para las tablas rodada en cine. Quizá lo que diferencie a sendos largometrajes sea la diferencia de su tono, a pesar de contar con unos diálogos con escasas modificaciones.
Mientras que el filme de Genovese opta por una mezcla de comedia y drama, el cineasta vasco prefiere otorgar al conjunto de una patina casi grotesca. En este sentido, Perfectos desconocidos se decanta más hacia el humor negro que su modelo y, como gran parte de las obras del autor de La comunidad, lanza una muy misántropa visión del género humano. Podríamos decir que el realizador disfrutara riéndose de las miserias de un grupo de personas de mediana edad que están lejos de ser aquello que aparentan.
En comparación con su referente italiano, Álex de la Iglesia imprime un ritmo casi de thriller al conjunto y consigue que los momentos de comedia sean más efectivos que los de su referente. Le ayudan un estupendo reparto donde destacan Ernesto Alterio, espléndido como un marido con secretos, o Pepón Nieto, un divorciado que miente para no desvelar sus más íntimos deseos.
Otro de los elementos que distancian las dos versiones es el uso del elemento fantástico. Ambas lo utilizan como una coartada para darle un giro final a sus historias, aunque la película española subraye demasiado este aspecto y lo haga de una manera bastante poco sutil para edulcorar un final que viene a defender las mentiras piadosas frente a la cruda verdad.
No obstante, a pesar de encontrarnos ante un producto de encargo menos personal de lo habitual en el firmante de 800 balas, Perfectos desconocidos es un entretenidísima comedia negra donde su autor prescinde de algunos de habituales excesos autorales para ofrecer un largometraje comercial que no insulta a la inteligencia.