Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos, de José Ramón González

Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos, de José Ramón González

Nos encontramos ante un libro sugestivo y envolvente que nos “embauca” de buen principio, pues la editora, Trea, lo incardina en su colección de poesía. ¿Y, dirá un lector corriente, de seguro casualmente dado al encuentro del aforismo español de entresiglos, es el aforismo una forma poética?

Una ojeada a este libro le llevará a apreciar de inmediato que el antólogo ha dispuesto los aforismos de los antologizados como versos encadenados de un poema. Uno o varios para cada autor representado aquí.

Un lector corriente, vuelvo a retomar la convención, conoce seguramente el aforismo clásico, ha oído hablar de La Rochefoucauld, de Chamfort, de Wilde o Unamuno, estos dos últimos en su vertiente de autores de aforismos. Pero seguramente desconozca el aforismo contemporáneo y, dentro de este contexto, el español.

Como bien nos dice José Ramón González en la extensa introducción a su antología, casi 65 páginas, el aforismo de hoy día, a diferencia del clásico, se decanta por el subjetivismo y no busca, como era el caso en muchas ocasiones, la expresión de una verdad moral pretendidamente objetiva.

Notas características de esta nueva forma de abordar el aforismo son también la máxima condensación verbal -es escueto sintáctica y léxicamente-, y la apertura como en gran angular, esto es, decir máximamente empleando los mínimos recursos posibles.

El aforismo es hoy día una forma de revelación, un conocimiento intuitivo que busca descolgarse de las redes que tejen las arañas virtuales de nuestro tiempo. O bien colarse por sus intersticios, fraguando sentido y sintonía con las formas fragmentarias tan en boga en nuestro tiempo.

En este sentido, ¿se podría decir que el aforismo coquetea o bien, por el contrario, se distancia, siempre en distancias cortas, de lo digitalmente sustentado y portado? ¿Es un pensamiento fragmentario o pleno de sentido? Cambiando el ángulo de visión, esto podría reformularse en la siguiente máxima: ¿el aforismo explica al lector o bien el lector explica al aforismo?

Si se da el primer caso, sabremos ver la totalidad en el fragmento, si el segundo, el fragmento no deja de ser tal. Se trataría de un falso dilema en tanto los libros de aforismos dejan de ser meros contenedores de piezas sueltas para destilar un sentido superior y propio que aglutine el material en un orden nuevo.

Entre los cincuenta autores que aquí se hallan representados podemos encontrar diversas formas de abordar el problema con soluciones de las que no daré cuenta directamente, dejando al lector interesado que inspeccione y bucee en el interior de sus páginas.

Otra ordenación del tema se sustenta en la clasificación en aforismos filosóficos y aforismos poéticos. Muchas veces en terreno de nadie, con la palabra al aire, podría decirse, pues a la filosofía como saber institucionalizado no le interesa el lenguaje figurativo y a la poesía le repele ese destilado de saber en el que teme verse atrapada como en el ámbar que fosiliza a insectos de vivos colores.

Los autores seleccionados en esta antología pertenecen a diversas generaciones y, en la mayor parte de los casos, se han dedicado al aforismo breve o muy breve, dejando de lado fragmentos, reflexiones y también artificios de mero ingenio verbal que no responden al criterio del autor, puesto que forman parte, “de un orden distinto dentro de las formas breves”.

José Ramón González, profesor de literatura española en la Universidad de Valladolid, incluye un listado de libros de aforismos correspondientes al periodo antologizado, así como una bibliografía sobre el tema.

Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), de José Ramón González, Ediciones Trea, 2013

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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