Es evidente que estamos ante una de las películas más polémicas del año y sin duda la más controvertida de la trilogía emprendida por Ulrich Seidl. Prueba de ello lo encontramos ya desde el mismo arranque de la cinta, cuya primera secuencia difícilmente puede dejar indiferente a nadie. Seidl ejerce nuevamente de voyeur en esta ocasión con la vida y miserias de Anna Maria, la hermana de la protagonista de Paraíso: Amor, la que fuera primera película de este tríptico tan visceral y primitivo que Ulrich Seidl se empeñó en elaborar con tres mujeres de una misma familia.
Maria es una mujer de extremo fanatismo religioso. Tan obsesionada con el catolicismo que decide emplear sus días de vacaciones en predicar la palabra de Jesús a habitantes pobres e inmigrantes de su ciudad. El vacío que siente como mujer y ser humano intenta ser llenado con un fanatismo exacerbado, que le lleva a flagelarse casi a diario frente a la hierática mirada de un crucifijo. Sin embargo, las carencias de Maria no tardan en manifestarse en un incontrolable deseo carnal hacia la figura de Jesús, un deseo lujurioso que dista mucho de cualquier dimensión espiritual.
La polémica con Paraíso: Fe llegó ya en el propio Festival de Venecia, donde dicha película fue calificada de blasfema y levantó verdaderas ampollas entre los colectivos católicos. Algunas de sus escenas, como aquella en la que la protagonista se masturba con un crucifijo, han provocado incluso la denuncia de algunos colectivos al director, productores y actriz protagonista (una absolutamente creíble Maria Hofstatter). Sin embargo, nada de ello ha impedido que la cinta se proyecte con toda normalidad en los circuitos internacionales. Una polémica que, a la larga y como suele suceder en casos como estos, resultará muy beneficiosa para sus resultados en taquilla.
Paraíso: Fe es una película dura. Una obra que convierte a cualquier espectador en morboso cómplice y testigo directo de las miserias de sus protagonistas. Su estilo de realización, que bebe tanto de aquel documental que vio crecer a Seidl (planos abiertos y de larguísima duración, mínimo montaje, contados movimientos de cámara, ausencia de música…), unido a escenas de sexo duro y explícito, así como interpretaciones realmente convincentes, convierten el visionado de esta película en un ejercicio de voyeurismo altamente extremo.
A diferencia de Paraíso: Amor, esta segunda entrega de la trilogía de Seidl peca de ser excesivamente tediosa. Salpicada de momentos interesantes , el conjunto de la cinta termina cayendo en una desidia que no consigue salvar ni tan siquiera una última secuencia verdaderamente impactante. Y es que si Theresa, la mujer de mediana edad que acudía a Kenia en busca del amor en la primera entrega de la trilogía, terminaba ganándonos el corazón a muchos de los espectadores, Maria, muy por el contrario, nos despertará un clarísimo rechazo. Ya el tratamiento que el propio director le da al personaje provoca ese posicionamiento que adoptamos frente al mismo. Maria es un ser oscuro, carente de luz. Ulrich Seidl nos la muestra más tiempo de espaldas que de frente, porque Maria es una mujer que se esconde, a la que difícilmente llegamos a conocer. Lo mismo sucede con los silencios, los cuales se hacen aún más presente que en la primera entrega. Y es que aunque María, a diferencia de su hermana Theresa, sí tiene pareja, su realidad resulta mucho más dura que la de ésta. María no sólo es una mujer gris y en cierto modo siniestra. Maria, además, se encuentra completamente sola.
Paraíso: Fe (2012), de Ulrich Seidl, se estrana en España el 23 de agosto de 2013