Pacific Rim, de Guillermo del Toro

Pacific Rim, de Guillermo del Toro

Que la última propuesta de Guillermo del Toro funciona es algo tan evidente como espectaculares, soberbias y, por qué no, incluso bellas resultan ser muchas de las escenas que componen la misma; que la perfecta comunión entre acción y estética se termine convirtiendo en una de las mayores bazas de estos «Titanes del Pacífico» no hace más que subrayar la correctísima revisión que del manga y del kaiju realiza aquí Guillermo del Toro, una nueva apuesta (tras Godzilla, Montruoso o The host) que terminará haciendo las delicias de muchos aficionados tanto a los anime japoneses de los años 70 como a las películas orientales de monstruos en blanco y negro propias de los 50.

Es de recibo reconocer todo esto y un motivo suficiente para convertir a Pacific Rim si no en el bombazo del verano sí al menos en una película a tener muy en cuenta en el momento de hacer repaso de los grandes títulos estivales del año. Y todo esto sería aún más meritorio si detrás de la cámara no se encontrase del Toro, motivo por el cual el listón de lo puramente satisfactorio sin duda se termina elevando. Tanto es así que una vez visto esta Pacific Rim la cinta en cuestión nos termina decepcionando. Y todo ello pese a venir cubierta de increíbles dosis de espectacularidad, de asombrosos efectos visuales, de una absoluta grandiosidad en su puesta en escena o de un tratamiento estético tan cuidado que termina resultando impropio en el género.

Y es que Pacific Rim se termina erigiendo como una película irregular, que apenas consigue depararnos una sola sorpresa. El último trabajo de Guillermo del Toro apuesta tanto por esa espectacularidad manifiesta que quema sus principales cartuchos en la primera media hora de metraje, momento tras el cual ya nada nuevo consigue mostrarnos; repetir una y otra vez la misma fórmula empleada en sus primeros compases y divagar por terrenos ciertamente espinosos en un intento por dar un mayor peso a los personajes de la historia, hecho que terminará rompiendo el buen ritmo con el que la cita parecía haber arrancado en sus primeros minutos de vida. Y es que el director de El laberinto del fauno se empeña en construir unos personajes (tanto principales como secundarios) de un modo tan impropio en el género que si bien es cierto se agradece ese mayor cuidado mostrado con los mismos, también lo es que en ningún momento conseguimos empatizar con ninguno de ellos, por mucho flashback o momento emotivo que nos quiera introducir o por muy interesado que parezca estar en convertir en divertidos a personajes que destilan muy pero que muy poca gracia.

Recurriendo a demasiados tópicos en sus compases finales, Pacific Rim se termina convirtiendo en una película demasiado previsible, una cinta que, por otra parte, parece perder el rumbo en demasiadas ocasiones a lo largo de sus más de 120 minutos de duración. Todo un derroche de medios y presupuesto (como prueba los 200 millones de dólares que costó su producción) para este nuevo «Mazinger Z contra Godzilla» que pudo haber sido protagonizado por el mismísimo Tom Cruise pero que terminó dejándonos a cambio a nuestro patrio Santiago Segura en otro de esos cameos hollywoodienses a los que el protagonista de Torrente parece haberse apuntado de un modo casi vitalicio.

 

Pacific Rim (2003), de Guillermo del Toro, se estrena en España el 9 de agosto de 2013

Autor

Licenciado en Comunicación Audiovisual. Ha sido guionista y director de diversos cortometrajes amateur y presentador de diferentes programas para radio y televisión local. Trabajó en el departamento de dirección en series de TVE y Antena 3, así como ha escrito diferentes artículos de cine en guías y revistas especializadas, tales como lanetro o Travelarte.

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