El mes de octubre nos abre (literalmente) las puertas de los estudios de algunos artistas de Madrid y he decidido empezar este recorrido por el distrito Carabanchel – Usera, visitando “La puerta Cuatro”.
El evento se llama Open Studio y celebra su cuarta edición del 1 al 4 de octubre. Se trata de una plataforma creada para el apoyo, promoción y difusión principalmente de artistas contemporáneos españoles, fundamentalmente jóvenes y de carrera media, en la que también participan artistas extranjeros que trabajan en España.
Saliendo de la estación del metro Oporto (líneas 5 y 6) me dirijo hacia la calle Nicolás Morales, 38. En el telefonillo está claramente indicado que hay que pulsar la tecla 4 más el icono del timbre. Subo a la cuarta planta y allí me esperan los artistas que comparten este atelier creativo: (en orden de aparición) Patricia Mateo, Luis Pérez Calvo y Sandra Paula Fernández. Solo falta Laura Ramis, cuya instalación se encuentra en el primer bloque del pasillo central y es un estallido de colores y energía que ya de por sí recompensa mi visita. Colgando del techo hay un conjunto de objetos ordenadamente alineados en tiras, de tintas monocromáticas, como trenzas rebeldes o chorros de agua de una fuente al revés; una cabeza de Medusa que protege y sugiere, al mismo tiempo, las historias pictóricas de Pérez Calvo, colocadas justamente a continuación.
Éste artista madrileño cuyas piezas estamos admirando en toda la geografía nacional (y más allá) nos contagia con una paleta de colores salpicada de ironía. Alguien lo defino como “El superhéroe de los pinceles, los lápices y los rotuladores” y basta con ver su producción reciente para que un boomerang de emociones nos dispare allí donde nuestra fantasía se junta con los juguetes de la infancia y el cómic.
Con la misma naturalidad con la que El increíble Hulk levantaría un tanque en el medio de una guerrilla, así Luis plasma en sus lienzos, papeles o cuadernos un micromundo de aventuras en las que los verdaderos héroes son nuestros seres queridos (la mamá al igual que el conejito de Looney Tunes) y se pasan el día en escenarios metropolitanos vistos desde la pantalla de un videojuego de los años noventa, superando pesadillas que a nuestros ojos se parecen más bien a sueños de los más apetecibles.
Con un giro a la derecha nos metemos al fondo del todo donde Patricia Mateo ha acomodado sus pertenencias. La artista nos confiesa que necesitaba un cambio después de muchos años en su anterior estudio de Lavapiés: <Aquí he encontrado mi espacio, junto a unos compañeros con los que conversamos, intercambiamos ideas y nos criticamos los unos a los otros…que al fin y al cabo es como se aprende>. Patricia en realidad tiene mucho que enseñar. Su deseo de conocer, de experimentar y navegar en el tiempo y en las épocas, le permite jugar con los descubrimientos y los fallos que cada periodo histórico conlleva, y mezclarlos para prepararnos su inconfundible receta: un cupcake castellano lleno de chispa, agudeza e ingenio.
Cada uno de los protagonistas de este encuentro tiene una huella propia y un estilo que lo caracteriza pero es cierto, nos dicen, que: <Somos un poco Pop>. Un arte la suya en la que te sientes cómodo y una actitud, al presentarte su trabajo, que te hace empatizar con ellos, casi fueran amigos de toda la vida.
Es lo interesante y auténtico de experiencias como ésta – Open Studio – en la que nos metemos en las entrañas de la maquinaria creativa y casi nos apetece abrir los botes de acrílico que los anfitriones tienen en sus estanterías y empezar a pintar. Que conste que en “La puerta Cuatro” sí que se puede (¡se debe!) dejar constancia de nuestro paso por el estudio. Ya os darán instrucciones los artistas al respecto.
Acabo mi estancia en Nicolás Morales, 38/4 sentado en el sofá al lado de Sandra Paula Fernández. Le pregunto cuál es la ventaja de participar en eventos como éste y me contesta que es una manera para dar a conocer su obra y, a la vez, conectar con un público heterogéneo, compuesto por profesionales y galeristas, prensa e instituciones, pero también por apasionados del arte en general.
Sandra me sorprende con obras de gran formato (a las que se reserva un espacio dedicado) que llenan mi rostro de una brillante sonrisa en la oscuridad: leds intermitentes dan vida a la que podría ser la reacción inconsciente de nuestros pensamientos al reconocer la marca de una nota revista para adultos. Referencias al cómic, a las películas y a la cultura visual contemporánea abarrotan todos los rincones de su poética, manteniendo vivos elementos de nuestras ciudades salvajes, selvas oscuras y ovnis que iluminan el paisaje ancestral, en el que pasean caballitos blancos al lado de Blancanieves y por detrás de un grupito de alienígenas.
En fin, todo un mundo en un estudio. Una matrioska de personajes y personalidades, de naturaleza variable e indeterminable. Descubrimientos y work in progress. Quizá no haya bastante luz para iluminar tanto talento, pero aún queda tiempo para verlo en directo, para compartir lo que queda de ingenio y locura. Antes de que se vuelvan a cerrar las puertas, este fin de semana (Horario: 11.00-15.00h / 16.00- 20.00h) tenéis una cita obligada. Salida metro Oporto. Oporto pop.