Trate de situarse en Berlín, en plena Guerra Fría. La sociedad se encuentra dividida, por un lado, el Berlín Oeste capitalista. Por el otro lado, Berlín Este, la sociedad comunista. En medio de esta situación marcada por una gran diferencia económica está el señor McNamara, un americano encargado del puesto de jefe de ventas de la marca Coca-Cola en la capital alemana. Su principal objetivo es conseguir un ascenso y para ello tiene un plan casi infalible: extender la famosa bebida al otro lado del Telón de Acero.
Es en 1961, coincidiendo con la construcción del muro de Berlín, cuando el director austriaco de procedencia polaca Billy Wilder decide rodar One, Two, Three, una sátira en la que va a tratar el conflicto de la Guerra Fría. Wilder, también conocido por películas como Con faldas y a lo loco, es recordado como uno de los maestros del cine rítmico y humorístico. Al hablar de este film no hay que olvidar a Ferenc Molnár, autor de la obra teatral homónima cuyo guión fue adaptado por Wilder y I.A.L. Diamond para ser llevado al cine.
Pese a sus ansias por huir de Alemania para irse a vivir a Londres, todos los planes de MacNamara se ven truncados por una inesperada llamada de su jefe, el señor Hazeltime, que le encargará que cuide de su hija Scarlett, una joven guapa y alocada, criada en todas las comodidades del capitalismo. Aunque McNamara empeña todas sus fuerzas en mantenerla bajo control, Scarlett acaba enamorada, casada y embarazada de Otto Piffl, un chico del otro lado del Telón de Acero. Consciente de que este hecho puede significar su ruina, McNamara intentará convertir a ese chiquillo rebelde y comunista en el hombre que cualquier padre capitalista desearía para su hija.
Bajo este argumento Wilder crea una comedia en la que las dos caras de la Guerra Fría se van a ver enfrentadas en todo momento. Una confrontación planteada desde la continua ironía en la que se retrata la diferencia de clases y culturas de ambos bandos. En su día la película recibió duras críticas porque el público sintió que su director no se posicionaba e ninguno de los dos bandos. Sin embargo, sí que se nota cierto posicionamiento a favor del capitalismo, el bando soviético queda peor parado, algo que no sorprende si tenemos en cuenta que la película corre a cargo de una productora americana.
El diseño caricaturesco de los personajes hace que las divergencias entre ellos se noten con más facilidad. La típica familia americana de McNamara, contrasta con su entorno de trabajo, en el que aún se siguen viendo algunos resquicios de la Alemania nazi. Esas desigualdades propician un acelerado toma y daca entre ambas partes, sobre todo a partir de la segunda parte en la que los escenarios, las acciones y los tópicos se multiplican.
Los diálogos, en especial los interpretados por el personaje de McNamara, son tan rápidos que a veces son imposibles de seguir. Discurren a una velocidad a la que el cine actual no nos tiene acostumbrados y por eso es recomendable un segundo visionado de la película si no se quiere perder ninguno de los gags del magnífico guión de Wilder.
Sin duda alguna, es un film muy recomendable para todos los amantes del buen humor que estén dispuestos a dejar sus preferencias ideológicas de lado. Es difícil pensar que el espectador pueda reírse con un film basado en un conflicto histórico, sin embargo, Billy Wilder consigue sacarnos una carcajada una vez más.