Omega-Morente. Gracias Maestro por tu legado

Omega-Morente. Gracias Maestro por tu legado

En nuestro caprichoso y peculiar mundo musical, todos tenemos discos que nos han marcado de una manera u otra; que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Nos pueden recordar a nuestros seres queridos, un viaje con los amigos o aquél que escuchabas con tu pareja. Es lo que me pasa cuando llegan las Navidades, fecha a la que se remonta la publicación, en 1996, del disco de Enrique Morente, cuyo título “Omega” no se me quitará nunca de la cabeza. Ahí es cuando se puede comenzar diciendo eso de … corría el año 1996, como si fuera un cuento para los nietos o una reunión de antiguos alumnos. El tiempo es implacable. Por ésa época yo pertenecía al grupo de privilegiados que podían compartir noches con grandes del flamenco como Morente, Paco de Lucía, Pepe Habichuela, Ketama, Diego Carrasco, Canales, Tomatito, Sara Baras… Pasé cinco años de mi vida trabajando  en el  bar de moda por excelencia de la noche madrileña. En la década de los noventa el Candela fue a la música (flamenco sobre todo) lo que el Gijón al mundo de la cultura. Por si alguien, aún, no lo sabe, el Café Gijón fue y es el punto histórico de referencia donde se juntaban las mentes más ilustres de la cultura española del pasado siglo (Lorca, Valle-Inclán, Ramón y Cajal, Galdós, Canalejas, Cela, Fernán-Gómez, Umbral… y así hasta cientos. Supongo que este mítico Café formará parte de la asignatura de literatura en la ESO …). Salvando las distancias, el Candela se convirtió en punto de reunión de todo tipo de personajes y personalidades. La nobleza que podía caracterizar al ilustre Gijón brillaba por su ausencia en este bar de categoría humilde, de ambiente nocturno y de profesionales de la barra. La combinación de gente notable de la música, cine, literatura o política con todo tipo de individuos normales o “canallas” de la noche, daba siempre lugar a que no había noches iguales. Unas podías irte sin tu cartera y otras habiendo visto tocar a Paco de Lucía en la pequeña y legendaria cueva (no hay palabras que describan tantas emociones).

Pero la relación de Morente con todo el mundo era especial. Su pasión por compartir con la gente, famoso o no, reflejaba perfectamente su condición de excelente persona. Me sentía un afortunado dada mi posición (en un bar el que sirve, quieras o no, es el que lleva la voz cantante) lo que me dio noches memorables con el artista granadino. La intimidad de un bar cerrado, después de la trasnochada batalla con la clientela, deja momentos irrepetibles. En mi caso es especial porque fui testigo de situaciones que tuvieron lugar durante la grabación de este disco en su paso por Madrid. La creatividad de Enrique Morente y Antonio Arias (líder de Lagartija Nick y la otra mitad fundamental de este disco “cumbre”) se palpaba a cada instante. Recuerdo verles llegar al bar con la única idea de buscar inspiración; fuera con una cerveza o una charla. Toda esa creatividad y emoción quedó plasmada en este disco considerado desde el primer día revolucionario. No es de extrañar que algunos le sitúen entre los diez mejores de la historia de la música española, géneros aparte. Pero como el motivo de estos artículos es hablar de música, me dispongo a ofrecer al lector una serie de claves que den sentido a que ésta “obra” forme parte de su colección de discos, si no es que ya lo tiene, claro.

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“Omega” es un disco de puro flamenco que nació para romper reglas sin pretensiones.  ¿Cómo sino se entiende que dos mundos tan opuestos se fundan tan maravillosamente?. El estilo de los  Lagartija Nick (rock, trash.. primitivo, alternativo, yo qué sé…) unido al “mundo” flamenco de Enrique, ambos de Granada  y enamorados de García-Lorca, dieron su peculiar forma al universo del genial escritor, utilizando parte del poemario de “Poeta en Nueva York”. Escrito y comprobado está que todo comenzó en 1993, cuando Leonard Cohen y el genio granadino se reunieron para discutir la posibilidad de grabar un disco con adaptaciones del músico canadiense al flamenco. A su vez los Lagartija rondaban hace tiempo hacer un proyecto relacionado con Lorca. De estas dos ideas tan distintas y personales surgió la idea: fundir flamenco, rock y Lorca con la música de Cohen y Morente.

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 «O eres sabio o te llaman loco», me vienen a la cabeza las palabras del cantaor, cuando en pleno proceso de grabación y recién llegado del estudio, tenía dudas de lo que se le venía encima en cuanto a malas críticas. De cómo lo que él llamaba los “flamencólicos” le iban a suponer un disgusto personal y un éxito sin precedentes. Al principio sólo se pensó en “Pequeño Vals vienés” (versión “Take this Waltz” de Cohen), precioso tema que supuso el inicio de la carrera de Estrella Morente, pero poco a poco, y exprimiendo al máximo la riqueza literaria de los textos  de “Poeta en NY”, se añadieron varios temas. Más tarde se versionearon tres canciones de Cohen sin tener nexo de unión con Lorca pero que para Morente tenían el mayor de los sentidos. También tuvo la buena estrella de disponer de gente como Vicente Amigo, Tomatito, Juan Manuel Cañizares o Montoyita, haciendo respirar flamenco por todos sus poros. El disco comienza con abrumadoras guitarras y baterías apabullantes. La primera escucha es sencillamente como una onda expansiva que atrapa o repele. Más de diez minutos de perplejidad musical, mezcla entre trash-metal, rock, flamenco antiguo, caos… Si estás de suerte en quedar hipnotizado, enhorabuena. Podría diseccionar cada uno de los temas pero es mejor dejar al lector que opte por su buen criterio. En mi opinión, si “La Leyenda del Tiempo” de Camarón supuso un antes y un después, “Omega” de Morente fue el mañana que es hoy.

Autor

De padre periodista, la fascinación por la prensa escrita ha sido constante durante toda su vida. Recién cumplida la mayoría de edad comenzó a trabajar en el diario MARCA como redactor, labor que realizó durante cinco años, lo que le permitió conocer los entresijos de la prensa y el mundo editorial. Hablando de música aporta frescura, polémica y opinión, siguiendo las pautas de maestros como Diego A. Manrique, Javier Marías, Millás o Haro Tecglen.

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