¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno! Los escritos de la anarquía, de Julio Camba.

¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno! Los escritos de la anarquía, de Julio Camba.

Puede uno aprender cierta rebeldía, pero hay otra, la afilada y profunda, que debe nacer con nosotros. Julio Camba (1882-1962), sin duda, nació con esa estrella. Una anécdota que nos recibe a la entrada de este libro, materializa bien esa rebeldía como instinto:

Don Joaquín no me perdona una pequeña lección que yo le di un día. Tenía este don Joaquín la mala costumbre, cuando se nos caía algún borrón sobre el cuaderno, de darnos unos cogotazos espantosos. Una vez que le vi venir hacia mí con intención de castigarme, yo me llevé la mano a la nuca, como si lo hiciera por un movimiento instintivo, pero sin abandonar la pluma, que puse con la punta hacia fuera, como si fuese una lanza. Don Joaquín, sin fijarse, descargó la mano sobre mi pescuezo y lanzó un alarido terrible. Aquel día se levantó la clase dos horas antes que de costumbre, y don Joaquín fue a enseñarle al médico una herida que manaba tinta”

Hijo de la pobreza, a Camba la escuela no le parecía otra cosa que una forma de castigar a los niños. Sin duda, capacidades no le faltaban, pero claro, a éstas hay que ponerlas a trabajar, y por lo que se nos cuenta, las aulas no eran el lugar dónde él quería hacerlo. La respuesta familiar a la ecuación hijo listo y no dinero fue la de otros tantos: “este niño para cura”. Cuando la “buena noticia” fue trasmitida al pequeño, no tardó ni un segundo en hacerla trizas. La cara de los padres, mezcla ira y tristeza, debió de ser desoladora. Pero “las alegrías” que este niño les daría, no habían hecho más que empezar. Parece como si aquel “no” hubiera prendido una mecha. Así, con apenas 15 años logra Camba algo maravilloso: le publican un artículo sobre el amor libre que le costaría al periódico la excomunión por parte del Obispo. ¿Cómo no iba a pensar que eso se le daba bien?

Camba los escritos de la anarquíaCon 16 años viaja a Argentina y allí se junta y vive con grupos de anarquistas. De nuevo, parece que lo que hacía lo hacía bien, porque el gobierno decide devolverlo a España tras seguir sus publicaciones y sus actividades. Aquella vuelta, le deja después de varios tanteos territoriales en Madrid, y será en la capital donde Camba ponga en marcha el mítico El Rebelde, periódico anarquista que contaría con firmas de primera, tanto nacionales como extranjeras: Baroja, Mirbeau, Kropotkin…

La actividad intelectual de Camba de estos años es titánica, y su pluma deja cientos de páginas. Aquí es donde entra la apuesta y el trabajo de la editorial Pepitas de Calabaza: recuperar todos los escritos del Camba anarquista. La intención es triple. Por un lado, porque estamos ante un ejemplo soberano de reflexión y expresión del anarquismo ibérico; por otro, porque era una deuda editorial que estaba pendiente; y, por último, porque frente al Camba más conocido, aquel hombre que hizo buenas migas con el Régimen de Franco y sus periódicos oficiales, hay un pasado que no se puede, como se ha intentado, tachar de anecdótico, de un mero flirteo juvenil, una “mala fiebre” que tenía que pasar. El resultado son más de 500 páginas que remiten a la anécdota arriba recogida, páginas de sangre y tinta.

Sobre las razones del giro vital e intelectual de Camba, tal vez la más plausible, fue lo aprendido con la bomba que Mateo Morral lanzó a Alfonso XIII el día de su boda. Los daños colaterales y su justificación produjeron en Camba una náusea insuperable que inició el cambio. Pero eso ya, será lo de menos, porque lo escrito permanece y de alguna manera se independiza de la pluma que lo materializa. Y los artículos que esta obra se recogen hablan ya para siempre de un hombre cuyo rugido contra el juego de los poderosos fue feroz e implacable. Un canto anarquista que golpea inapagable las paredes de la Historia.

Autor

Soy filósofo y hago cosas con palabras: artículos, aforismos, reseñas y canciones. De Tarántula soy el cocapitán y también me dejan escribir en Filosofía Hoy. He estado en otros medios y he publicado algo en papel, pero eso lo sabe casi mejor Google que yo.

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