Ocnos, de Luis Cernuda

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Ocnos, obra escrita en prosa y publicada en 1942, es una de las principales creaciones del poeta sevillano Luis Cernuda junto a La realidad y el deseo, título de su obra poética completa. Eterno peregrino, Cernuda en su forzado exilio viajó por innumerables lugares; Inglaterra, Escocia, Estados Unidos y Méjico, donde finalmente acabaría su viaje, fueron testigos de su profundo verbo tanto en las aulas como en cualquier rincón por el que el poeta se aventuró: “…te paseabas por las galerías de aquel escondido patio.” Quizá esa travesía esté representada en la figura de Ocnos a través de Hades, un lugar donde el demoledor paso del tiempo toma forma en Sombras: “¡Ah, tiempo, tiempo cruel, que para tentarnos con la rosa fresca de hoy destruiste la dulce rosa de ayer!”, o tal vez en la desgarradora Guerra y paz, fin del exilio ubicado en una redentora estación fronteriza que aunque silenciosa, anunciaba el comienzo de una existencia anhelante de libertad.

Y es el tiempo otro de los hilos conductores de su prosa sensorial condensada en breves fragmentos, plausible en muchas de sus líneas en las cuales percibimos su desencanto con la ciudad, la sociedad del momento y sus gentes: “…para quienes pecado resulta cuanto no devenga un provecho tangible.” Dura e implacable es su crítica, conteniendo un deseo de justicia y restablecimiento de la probidad en los actos así como de una compensación hacia la esencia de la naturaleza maltratada y vapuleada por la turba carente de creatividad y huérfana de empatía que anida en el “…amontonamiento de nichos administrativos.

Tildado de anticapitalista, sus palabras y pensamiento toman especial relevancia en la época actual que estamos padeciendo; cuando se escribieron su significado provenía de una doble vertiente, una, la del país resquebrajado con propuestas ilusorias en su ascenso y posterior caída en el totalitarismo, la otra, el contraste de las supuestas sociedades avanzadas y embadurnadas de progreso que le acogieron. Hoy en día la dualidad que nos agrede (autóctona y foránea) difiere en su apariencia, pero sin embargo contiene el mismo ADN dado que coincide en su objetivo: la sumisión. Paradójicamente, el pensamiento del transgresor puede sobrevivir imbuido (mayoría), por el clan dominante (minoría). Luis Cernuda lo inmortalizó con magistral contundencia:

Privado de gozo, de placer y de libertad, como tantos otros, comprendiste entonces que acaso la sociedad ha cubierto con falsos problemas materiales los verdaderos problemas del hombre, para evitarle que reconozca la melancolía de su destino o la desesperación de su impotencia”.

Para Cernuda el recuerdo de lo vivido cobra un papel importante ya no solo por la añoranza de su tierra natal como tema vertebrador, sino en el día a día de cualquier situación experimentada, tal cual sucede en El mar, sucesión de acontecimientos concentrados que se trasladan en tren, avanzan por callejas y plazuelas y desembocan en metáfora. Tanto este tren como el utilizado para huir del horror de la contienda en Guerra y paz funcionan cual catalizadores de las necesidades del pasajero, incluso hasta el punto de sentir amor por él; en “Presencia de la tierra” el frío metal y la estridencia del convoy se transforman en calidez y dulce melodía: “¡Porque, oh tren, yo te amo!”.

De igual forma que el poeta Fernando Herrera, paisano de Cernuda, reflejó en la naturaleza su sentir tendiendo un puente entre el Renacimiento y el Barroco, Luis efectúa una conexión entre la Sevilla natal y los diversos lugares de su peregrinaje. En su prosa también abundan las alusiones a la naturaleza, El estío (maravillosa estación vivida), La tormenta (esotérica recreación que nos inunda, haciéndola sentir como propia), fusionándose en El otoño con los recuerdos infantiles para transportarnos envueltos en el aroma de la lluvia hacia el primigenio ser; evocaciones del asombro y esperanza ante la germinación de la vida en La naturaleza.

El niño no atiende a los nombres sino a los actos, y en éstos al poder que los determina”. Encuentro en estas palabras de Cernuda un vínculo con la pedagogía de Rebeca Wild. La actividad espontánea de los niños, no coartar su libertad de decisión ni cercenar su necesidad de experimentación, sin perjuicio de la vivencia de límites que no impidan todo lo anterior, son comportamientos vitales en su formación humana. ¿Abogaba entonces Luis Cernuda por una enseñanza libre? De lo que no cabe duda es del valor del factor tiempo:

“¡Años de niñez en que el tiempo no existe!”, “¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño? “.

Frases que me hacen rememorar el mágico desarrollo de acontecimientos que se producen durante el juego del niño, mientras en un segundo plano es atentamente observado por su acompañante.

…he visto como las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.”

Como curiosidad citar que en los años ochenta José Luis Turina musicalizó algunos poemas, siendo presentados en el Teatro Real de Madrid en 1988.

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