Objetivo: Casa Blanca (Antoine Fuqua, 2013), de título original Olympus has fallen, aterriza en nuestras pantallas para, quizá, de algún modo, sorprendernos, o en el mejor de los casos, entretenernos.
Nuestro querido Gerard Butler, a quien todos conocemos mejor como Leónidas, en 300 (Zack Snyder, 2007), o Uno Dos, en RocknRolla (Guy Ritchie, 2008), interpreta a Mike Banning, un ex agente del servicio secreto de los Estados Unidos, que, tras un suceso traumático (accidente automovilístico con final catastrófico, condiciones atmosféricas desfavorables y limusina presidencial precipitándose por un barranco), en el que la Primera Dama pierde su vida, se retira voluntariamente de sus funciones para pasar a trabajar en labores de oficina, para el Departamento de la Tesorería de los Estados Unidos.
El personaje de Banning, transmite el cariño necesario que precisa su actuación: Feeling con el Presidente Asher (Aaron Eckhart), relación de pseudo hermano mayor con el hijo de este, y al menos como aparece en el inicio del largometraje, aprobación y cordialidad por y con la Primera Dama. En fin, es parte más de la familia presidencial.
Sentados en nuestras butacas, por el momento, el embrollo del accidente, la muerte de la Primera Dama, con llantos y gritos a cámara lenta, incluidos en el precio de la entrada, ¿qué queréis que os diga?, a mí, personalmente, conmoverme, no mucho. De hecho, esperaba, como supongo muchos de vosotros, que todo ese suceso hubiera sido fruto de una causa islamosalafochechenoyihadista, para comenzar a pinchar nuestros bazos con la rabia suficiente como para desear un castigo a los malhechores. Creí intuir que el accidente fue causado por una rama que caía o por un reno que cruzaba saltando la carretera, se aceptan sugerencias.
El plano dramático cambia rotundamente de una nevada invernal, a una apacible mañana de Primavera. Mike Banning, esta vez más casual, como cualquier norteamericano, toma café antes de entrar a trabajar, y se ve frecuentemente perturbado por el recuerdo del accidente, sus compañeros favorecen ese trauma, sin duda alguna.
El Presidente Asher, recibiría esa mañana al Primer Ministro Surcoreano, para debatir el rumbo a tomar ante la actual amenaza norcoreana.
Atención al dato, minutos más tarde, un avión del USAF, penetra en el Distrito de Columbia con total impunidad ni identificación, pilotado por dos calmados comandantes (con la expresión facial de un Cyborg), y arremeten contra todo lo que encuentran, derribando dos cazas de combate, el famoso obelisco, acribillando masas civiles, etc…,etc… Objetivo: la Casa Blanca (mejor título, imposible). Reducen a cenizas todo lo destruible.
Por tierra, decenas de terroristas rebasan las barreras defensivas de la Casa Blanca, a las que creía más poderosas, y penetran en la misma, forzando al Presidente Asher y al Primer Ministro surcoreano, a encerrarse en el búnker de seguridad del palacio presidencial.
¡Sorpresa!, el Primer Ministro surcoreano se descubre, y resulta ser el terrorista cabecilla de la operación, Kang Yeonsak (Rick Yune) un huérfano norcoreano que perdió a su padre a manos del gobierno de los Kim, por un crimen contra el Estado norcoreano, y que busca venganza y la reunificación de la península coreana. El film transcurre en base a la coacción continua de este al Presidente Asher, dentro de la cámara, y al presidente en funciones fuera de ella, el portavoz del Gobierno Allan Trumbull (Morgan Freeman), para que ordenen la retirada inmediata de las fuerzas norteamericanas del Mar de Japón.
A partir de ahí, desde luego, el film nos va a pegar a la butaca. Entretenido es, seguro, pero cojea. Como podemos imaginar, el que derrotase miles de persas en 300, es nuestra última esperanza para salvar al presidente. La acción está asegurada, tiros, combates cuerpo a cuerpo a muerte, efectos especiales de serie B, dolor, rabia, un traidor norteamericano implicado; aparece otra vez “chispa”, el hijo del Presidente, etc… En fin, es una versión moderna y verbenera de lo que fue aquel John Mcclane en el Nakatomi Plaza, en aquel peliculón, que se llamaba La Jungla de cristal.
Amantes del cine de acción, os la recomiendo, para que sintáis morriña por el cine de los noventa, pero si el productor de Objetivo: Casa Blanca, que es el mismo, Gerard Butler lee esta página, le recomendaría para la próxima entrega, acaso Objetivo: el Pentágono u Objetivo: Camp David, buscar un argumento más verosímil, una historia más creíble, que al menos acompañe el pistoleo básico.
Mi nota personal, un seis sobre diez.
habeis puesto la imagen de Channing Tatum de la pelicula Asalto al Poder que es identica a Objetivo la casa blanca
Tienes razón, Alexis, gracias, sólo una aclaración: quien maqueta la revista no es quien hace la crítica.
Gracias de nuevo y un saludo.