Media tarde de un día de febrero del 2015, “tibio, tibio el sol se hunde”, se amontonan versos en el atril de un Yamaha p-120 que pocas veces ha hecho sonar la música de su dueña. Ese, y no otro, fue el inicio de las primeras notas de Nueva York, ego fui, en ese justo momento se iniciaron los primeros arpegios que preludiarían Apocalipsis, el dramático poema de Dionisio Cañas. Unas pocas notas que fueron la chispa, el motivo de hacernos pensar que sería buena idea crear la banda sonora de una ilusión que se haría realidad poco tiempo después.
Sonia Ruiz, mi otra mitad en esta andadura, la mente que leyó y seleccionó cuidadosamente los textos que conforman este proyecto y que, desde entonces, pone su alma y voz en cada uno de ellos, es quien escuchó por primera vez esa locura de sonoridades iniciales, pero también es a quien debo el hecho de lanzarme a componer estrepitosamente para este proyecto. He de decir que al principio no tenía muy claro que esto fuera a dar algún fruto, la poesía contemporánea a veces tiene una difícil adaptación musical y no todos los textos que nos gustaban servían para el fin deseado. Sin embargo, en algo menos de seis semanas, ella y yo nos encontrábamos presentando nuestro proyecto en el Auditorio López-Torres de Tomelloso, con unas 10 composiciones y un esbozo escénico de lo que sería el producto final.
20 de marzo de 2015. Nueve de la tarde. Unas doscientas setenta personas llenan este auditorio y nos dan el aliento que necesitábamos para seguir adelante. Son muchas imágenes y sensaciones las que guardo de ese día, pero sobre todo creo que aquélla atmósfera tan especial, aquel halo que inundó butacas y escenario no se volverá a repetir por muchos motivos. Ninguno de los asistentes sabía muy bien a qué iba, si era un concierto, un recital de poesía, o una pequeña charla en la que contaríamos que íbamos a hacer y, probablemente, justo por este motivo el silencio emocionado del público a lo largo de los aproximadamente cincuenta intensos minutos de duración y la larga ovación final marcó todo lo que después nos plantearíamos.“Solo quiero dormir, dormir, tal vez soñar”, el nudo que sentí tras escuchar a Sonia decir esas palabras me sigue invadiendo en cada una de las interpretaciones, una magia que comenzó esa noche de marzo.
La presentación de ese día, el hecho de que yo misma interpretase todo al piano fue fundamental en la labor compositiva posterior. Yo misma sentí que era lo que mejor y peor funcionaba cuando estaba tocando en directo al piano. Desde el inicio, nos quisimos alejar de la faceta de la música de ambiente y/o de acompañamiento —tan asidua en los ámbitos poéticos—, queríamos que la música tuviera su propia presencia pero que, a la vez, estuviese tan entramada con la palabra que fuera difícil separarla de ella.
Y con esa idea y con otras muchas llegamos a Nueva York. El 20 de julio del verano de 2015 nos montábamos en un avión para traernos las maletas cargadas de anécdotas, emociones, historias, imágenes, sonidos,…y todas aquéllas cosas que no puedes guardar entre la ropa y el neceser, pero que ya forman parte de uno mismo para el resto de la vida. Este viaje fue fundamental como no podía ser de otra manera y, a la vuelta del mismo, nos metimos en un remolino de fechas que marcaron el devenir de todo el proyecto.
La creación musical se realizó pocas semanas después de aterrizar en el calor sofocante de La Mancha. La idea compositiva era llegar a mimetizar con la atmósfera de cada poema, de ahí que cada uno tenga un estilo musical diferente y que se aglutinen un amplio abanico de sonoridades. Al ser un único intérprete se intentó jugar con diferentes timbres relacionados con el teclado así como realizar composiciones con otra plantilla instrumental en composiciones como Taxi Driver o ¿Dónde están las iguanas?. La música latina, el charlestón, el jazz, el blues,… son algunos de los estilos que forman la música de nuestro ego fui particular. La elaboración de la música duró hasta la misma madrugada del 29 de noviembre, día en que realizábamos la grabación del cd que acompaña al audiolibro que recoge las maravillosas ilustraciones realizadas por Roberto Carretero.
No obstante, si me detengo a pensar, la elaboración de la música no finalizó esa madrugada, de hecho, creo firmemente que no ha terminado. La música, las atmósferas de Nueva york, ego fui, sus silencios y respiraciones, se crean en cada momento en que Sonia y yo las interpretamos en directo y aunque hay melodías, ritmos y armonías que se mantienen como parte de la esencia que identifica cada texto, es maravilloso poder interpretar tu propia música porque te permite tener la libertad de poder modificar y adaptar lo que en cada ocasión sientes más conveniente, así como la ventaja de tener alguien que está siempre ahí, escuchando que sucede para dejarse llevar por los cambios de tempo, matices y elementos varios, para que todo forme una misma cosa, una misma idea artística. Es por eso que Nueva York, ego fui es un proyecto en continuo movimiento que sigue cambiando cada vez que la palabra y la música cobran vida.
Composición musical, piano, teclado y voz: Cristina Rodríguez Chacón Actriz y guión: Sonia Ruiz Parra Fotografías y vídeos de Nueva York: Sonia Ruiz Parra y Cristina Rodríguez Chacón Vídeo ilustrado y animación: Roberto Carretero Casero Vídeo de Audrey Hepburn: Ana Lomas Diseño de luces: Ana Lomas y Sonia Ruiz Parra
“Nueva York, ego fui” se estrenó en El Umbral de Primavera el 9 de septiembre de 2016, mas detalles de fechas y horario aquí