Segunda día de Nocturna, un martes marcado por el pase de Pesadilla en Elm Street y varias proyecciones que han dejado mucho que desear. Comenzamos nuestra jornada asistiendo al encuentro en la Fnac de Callao con el equipo de The House on Pine Street. Aaron & Austin Keeling, directores, guionistas y productores; Natalie Jones, co-guionista y productora; y Monique Thomas, productora y diseñadora de vestuario, mantuvieron una distendida charla con Luis Rosales, director del festival, en la que contaron algunas anécdotas del rodaje que servirían de inspiración para más de un programa de Iker Jiménez. Los jóvenes realizadores de Kansas confesaron que sus principales referentes a la hora de concebir la película fueron La semilla del Diablo (Roman Polanski, 1968) y El proyecto de la Bruja de Blair (Eduardo Sánchez & Daniel Myrick, 1999). Les auguramos un buen futuro a este equipo, fan declarad del cine de terror, y quedamos a la espera de ver cuáles serán sus futuros proyectos.
A continuación, el fórum de la Fnac se llenó hasta los topes para recibir a Alexandre Aja, cuyo galardón Visionary Award le había sido entregado durante la gala de inauguración. El director francés habló largo y tendido sobre su carrera, desde el germen de la producción de su primera película, Alta tensión (Alexandre Aja, 2003), hasta la que considera su proyecto más personal, Horns (ídem, 2014). Habló de su relación con los remakes, pareciendo querer sacarse de encima esa lastra que le persigue y que lo etiqueta como uno de los (mejores) remakeadores de la industria actual. Según sus palabras, fue el propio Wes Craven quien le ofreció dirigir Las colinas tienen ojos (íd., 2006) y, pese a estar basadas en ideas que el público puede entender como preconcebidas, considera que tanto Reflejos (íd., 2008) como Piraña 3D (íd., 2010) no son remakes. Algo interesante que comentó Aja fue que hay películas que no merecen una nueva versión, haciendo mención a La matanza de Texas y La última casa a la izquierda, dos ejemplos que, a mi pesar, cuentan con sendos remakes bastante dignos. ¿Será que Alexandre solo ve la paja en el ojo ajeno y que todos los remakes le parecen deleznables menos los suyos? Curioso…
Una vez finalizado el encuentro en Callao, no será hasta las 17 horas cuando nos volvamos a adentrar en los Palafox. La primera de las proyecciones se convirtió en una experiencia soporífera gracias a III (Pavel Khvaleev, 2015), película rusa perteneciente a la sección Dark Visions y que nos traslada a la Rusia más profunda, donde en un pueblo devastado por una extraña enfermedad, Ayia (Polina Davydova) se sumergirá, ritual mediante, en el subconsciente de su hermana contagiada, Mirra (Lyubov Ignatushko), para poder así liberarla de lo que la está matando por dentro. De un portento visual de aúpa en sus pasajes onírico-surrealistas, el film no logra levantar cabeza debido a una historia tan confusa como, en ocasiones, sin sentido. Tan sólo apta para curiosos que quieran conocer de primera mano ejemplos de cine fantástico ruso.
Continuamos la segunda jornada con el plato fuerte del día: Dark was the night (Jack Heller, 2014). Una criatura empieza a acechar el pueblo de Maiden Woods, donde su sheriff, Paul Shields (Kevin Durand), atormentado por la culpa que le reconcome tras la muerte de su hijo, deberá hacer frente a un mal tan antiguo como amenazador. Basada en la leyenda real de “Las Huellas del Diablo”, todo en la película funciona bien gracias a que sugiere más que muestra, hasta que llegamos a un clímax marcado por el abuso del CGI y nos encontramos con una criatura que esperábamos que hubiese sido elaborada de una forma más artesanal, dejando a un lado lo digital. Aun así, la película consigue salvarse de la quema.
Y atención, porque mientras unos entraban a la sala 1 a vitorear el nombre de Robert Englund con motivo del homenaje a Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984), que cumple 30 años de su estreno en España; otros nos atrevimos a vivir una de las experiencias más bochornosas del festival (y eso que ni siquiera hemos rebasado su ecuador). Hablo de We are monsters (Sonny Laguna & Tommy Wiklund, 2015), quienes consiguieran el premio a la Mejor Película Oficial Fantástico en la edición de 2013 por Wither (ídem, 2012), dan un paso atrás en su breve carrera con el peor rape & revenge de la historia del cine. Situaciones que rozan el absurdo, una protagonista escogida en un casting de actores de saldo, una imagen y un sonido horribles, y un guion que parece haber sido escrito por una panda de chimpancés amaestrados, convierten esta experiencia de la sección Madness en el mayor despropósito cinematográfico que un servidor ha podido ver en lo que llevamos de año. Al menos el público no dudo en reírse a carcajada limpia de semejante atentado a la inteligencia. Ojalá existiera el premio a la Mejor Comedia Involuntaria.
Al menos ya sé que la jornada del miércoles está más que aprobada, pues tendremos los pases de las magistrales The Midnight Swim (Sarah Adina Smith, 2014) e It follows (David Robert, Mitchell, 2014).