Ni una palabra de esto, de Germán Guirado

Ni una palabra de esto, de Germán Guirado

GERMÁN GUIRADO Ni una palabra de estoConocí al poeta almeriense Germán Guirado en una de las insoportables reuniones poéticas que durante algún tiempo se celebraron en el Café Comercial de Madrid. Si alguna vez se han preguntado por qué los jóvenes no se acercan a la poesía les recomiendo que asistan a dos o tres recitales colectivos de poesía al azar. Si después de esa experiencia les queda alguna gana de ingerir egos histriónicos en forma de versos es que tienen unas bonitas tragaderas.

La cosa es que andaba yo mecido por el letargo de los rapsodas apolillados cuando escuché la voz de Germán Guirado como un toque de claxon. Leyó alguno de los poemas de su anterior trabajo “Escritos de lápiz de labios”, y fue suficiente para advertir un punto de vista radicalmente diferente acerca del quehacer poético: si el lenguaje ha muerto prostituido por los banqueros y publicistas, vamos a maquillar su cadáver con toda la inteligencia e ironía de unos ojos bien abiertos, y claro está, revolucionarios.

Así que German es uno de esos poetas profundamente desencantados, pero con el suficiente sentido del humor para no ser un coñazo revestido de autoimportancia.

Se agradece. De verdad que se agradece, joder.

Y con estos buenos mimbres era cuestión de tiempo que fabricara un artefacto como “Ni una palabra de esto”.

Me gusta pensar que, ya desde el título, Germán está participando de una cierta vocación de secretismo, de vida subterránea (la única posible) que reniega del exhibicionismo estúpido de la poesía internetizada. Y desde esa premisa el lenguaje parece recuperar algo de la dignidad que le corresponde a la palabra justa. Aquella que se dice necesariamente, casi en contra de la voluntad de uno mismo, que sabe dolorosamente de la urgencia de escapar del parloteo insoportable en el que vivimos.

 

“Apenas unos minutos jugando al escondite con Jara

son suficientes para darle esquinazo a la tristeza”

 

En pequeñas píldoras explosivas, contra los lugares comunes del discurso poético y peleándose por abrir una herida de honestidad por donde sea posible sangrar un verdadero significado:

 

“Métete el amor donde te quepa, corazón”


Y haciendo radiografías despiadadas que, por otro lado, son las únicas radiografías posibles:

 

“Su vida conyugal olía

como huelen las mesas

de los bares

 

tras pasarles la misma

bayeta húmeda

una

y otra

 

y otra

vez más”

 

Me temo que Germán Guirado  sabe bien a estas alturas que lo único que realmente puede desagraviarnos es la verdad, o por lo menos, la ausencia de mentira. Toda la ilusión de sentido construida interminablemente por los necesitados de refugio es ajena a la poesía. Es más, probablemente sea la destrucción de esos bien engrasados totalitarismo del significado la labor más urgente del poeta.

Amigo Germán, el rey siempre ha estado desnudo.

 

“Intentaba mostrarme su particular visión acerca de la poesía

fingiendo ignorar que los versos más rotundos de la noche

estaban siendo publicados por su escote”

 

Autor

Javier Cristóbal es madrileño, psicólogo disidente y profesor de Integración Social. Ha publicado los libros "Genealogía de lo Imposible" (Vitruvio), "Feroces de Pensamiento" (Vitruvio), "La hospitalidad de la intemperie" (Amargord) y "Heterotopías" (Amargord).

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