«Nada» de Carmen Laforet, adaptada por Joan Yago, y dirigida por Beatriz Jaén. en la imagen Ena -Julia Rubio- y Andrea -Júlia Roch- Foto ©BSP
Por Luis Muñoz Díez
La novela Nada de Carmen Laforet fue, para toda una generación, un espejo fiel en el que podían reconocerse. Escrita por una mujer joven y narrada en primera persona, ofrece un retrato «costumbrista» de la posguerra española, si es que se puede llamar así al relato de un tiempo donde la población vivía entre el hambre, el miedo y los fusilamientos al amanecer.
Por esto mismo, creo que difundir la obra de Laforet y las circunstancias que la rodean resulta tentador y necesario. La novela llenó un vacío importante, con una protagonista educada en un colegio de monjas como era lo normal en la época, donde por controlar dejan muy definido lo que está bien y lo que está mal. Sin derecho a réplica, pero a Andrea le surgen mil preguntas ante una sociedad en que no hay solo dos opciones, sino un amplio colorido para encontrar donde quieres estar. No le gusta nada de lo que ve, o no le casa con lo aprendido, y su mayor afecto lo siente por una chica, que por la oscuridad en un tema tan tabú, ni ella puede definir el carácter de su relación.
Joan Yago, ha acertado en que la historia la narre la propia Andrea en primera persona, y los personajes que le rodean son pinceladas bien dadas, e imprescindibles para afianzar el propio relato.
Beatriz Jaén, encargada de la dirección, demuestra una sensibilidad exquisita al explorar el paisaje interior de Andrea. Su trabajo es extraordinario, y ha contado con la interpretación impecable de Júlia Roch, quien compone al personaje de manera sólida, regalándonos una actuación que exige un esfuerzo enorme.
Andrea nos es presentada en la estación de tren al llegar a Barcelona. Viene con la ilusión de instalarse en la casa familiar de su madre, situada en la calle Aribau, y encontrar allí un hogar ordenado. Sin embargo, lo que halla es un escenario completamente distinto.
Los habitante de la casa de la calle Aribau está formado por personajes que retratan, con toda su crudeza, la posguerra: La abuela (Amparo Pamplona) una mujer afectiva pero practica, que no esconde que quiere más a sus hijos que a sus hijas. Aunque tiene un toque de demencia, afronta las dificultades con entereza. Pamplona le da al personaje la humanidad y fortaleza que requiere.
La tía Angustias (Carmen Barrantes) rígida y autoritaria, deja claro desde el principio que quiere educar a Andrea en la obediencia. Sin embargo, Andrea ya ha estado educada en esa docilidad, ha llegado a Barcelona con el propósito de estudiar en la universidad y ser libre.
Los tíos Juan y Román: Juan (Manuel Minaya) un pintor sin talento y violento, con la acritud que implica el fracaso, mientras que Román (Peter Vives) es un guapo canalla que vive para sí mismo y no duda en manipular a quienes le rodean con éxito. Ambos representan caras opuestas de una misma moneda. Gloria (Laura Ferrer) es la bella esposa de Juan, y su modelo, es un «juguete roto» en manos de ambos hermanos.
Antonia (Andrea Soto): la criada, siempre presente refleja la precariedad emocional de la familia, también encandilada por Román.
La familia de Andrea encarna todo lo que ella no quiere ser: un hogar ajeno, caótico y devastado, en un estado de pura supervivencia.
En contraste, la universidad le ofrece un respiro, con nuevas experiencias y relaciones, especialmente con Ena (Júlia Rubio), una figura que despierta en Andrea reflexiones y emociones profundas.
En su entorno universitario está Pons (Pau Escobar), en un momento él, hace amago de besarla, ella le dirá directa que no, porque no le quiere. Para una chica como ella ese sentimiento era el que mandaba, sin lugar alguno para el simple deseo. Al excéntrico Iturdiaga lo interpreta de forma histriónica el actor Jordan Blasco, que en otro registro también se hace cargo de Jaime –el novio de Ena– al que ella, finge amar.
Estos compañeros, hijos de familias acomodadas, viven con una despreocupación que contrasta con la miseria y el caos de la familia de Andrea. Su vínculo con ellos se basa en el debate cultural y la libertad que parecen disfrutar, pero su estilo de vida crea un abismo infranqueable con el entorno familiar de Andrea, que llega a obsesionarla.
El mundo interior de Andrea es complejo, una especulación constante, con una atracción especial por Ena que le desazona porque actúa con una libertad que para ella es ajena. Su lucha por escapar de su entorno la lleva incluso a privarse de comer, si eso le permite lograr un poco más de libertad.
Tanto en la novela como en la obra, junto a los pensamientos casi existenciales de Andrea, está siempre presente la tragedia de la posguerra: la muerte, el miedo, el hambre y, de alguna manera, la locura. Esta última obliga a Andrea a buscar el control en todo, escandalizándose incluso cuando Ena le dice que la atracción por una persona no tiene nada que ver con su catadura moral, incluso esa carencia sea l0 que la propicie.
Los lenguajes de la novela, el teatro y el cine son distintos. En la novela, el lector administra los tiempos; en el cine y el teatro, los tiempos están impuestos. La acumulación de tragedias, que en la novela se asimila sin problema, puede resultar abrumadora en una sola sesión teatral. Sin embargo, Joan Yago y Beatriz Jaén han sabido administrar los picos dramáticos con acierto.
Reitero que el gran mérito de Joan Yago ha sido no doblegar la novela para adaptarla al teatro, sino permitir que el texto respire, conservando la narración en primera persona, ahora en la voz de Júlia Roch. Gracias a la dirección precisa de Beatriz Jaén, la narración se siente viva e interesa lo que está por venir, logrando que el espectador llegue a las tres horas de representación con interés.
Nada en cartel en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional, más información AQUÍ.
Autora: Carmen Laforet Adaptación Joan Yago Dirección Beatriz Jaén
Carmen Barrantes (Angustias), Jordan Blasco (Iturdiaga /Jaime), Pau Escobar (Pons), Laura Ferrer (Gloria), Manuel Minaya (Juan), Amparo Pamplona (Abuela), Júlia Roch (Andrea), Julia Rubio (Ena), Andrea Soto (Antonia / Madre de Ena) y Peter Vives (Román)
Escenografía Pablo Menor Palomo, Iluminación Enrique Chueca, Vestuario Laura Cosar, Música y espacio sonoro, Luis Miguel Cobo, Vídeo Margo García
Coreografía Natalia Fernandes, Ayudante de dirección Romeo Urbano Ayudante de escenografía Alberto González Araujo, Ayudante de iluminación Andrea Burgos
Ayudante de vestuario Sara Lamadrid Diseño de cartel Emilio Lorente Fotografía y tráiler Bárbara Sánchez PalomeroRealización de escenografía
READEST Sombrerera plumista Henar Iglesias Moda técnica Marucha G. Mateos Confección Raquel Bermúdez
Producción Centro Dramático Nacional