Por NACHO CABANA.
Si ver y escuchar a Nacho Vegas mientras España está jugando un partido del Mundial es una toma de posición en la sociedad; hacerlo cuando presenta su nuevo disco, Violética, tres años después del mini LP (Canciones populistas) cuatro desde Resistencia yquince desde su último trabajo doble (Cajas de música difíciles de parar) es poco menos que una cuestión moral.
La primera de las tres presentaciones que se avecinan tendrá lugar en la sala Razzmatazz de Barcelona mañana miércoles a las 20:00; la segunda será el jueves 21 a las 21:00 en el Palau de la música de Valencia, y el 22 a la misma hora estará en La Riviera de Madrid. Entradas aquí.
Su nuevo disco toma el nombre de Violeta Parra del quien el autor de El hombre que conoció a Michi Panero versiona, junto a Christina Rosenvinge, Maldigo del alto cielo. Es curioso que llegue Vegas a la cantautora chilena al mismo tiempo que lo hace Ana Tijoux en su nuevo trabajo Roja y negro aún por publicar. La canción que abre el disco, El corazón helado, por su parte, música uno de los poemas compuestos por dos de los maquis más conocidos en la primera posguerra: Aurelio y Manuel Caxigal.
Violética es una colección de dieciocho canciones en la que el compositor de El manifiesto desastre alterna las dos grandes corrientes que hay en sus composiciones: las intimistas y las protesta. De entre las primeras destacamos el precioso final de Un ejemplo de discreción; de las últimas, ese Desborde que se dice inspirado por una conversación con Jorge Ilegal y el que referencia de nuevo lo que significó el 15M en la vida pública española, referencia incluida al “Nos quieren en soledad, nos tendrán en común” de Runrun.
Pero hay más. Las canciones largas, esas a las que el estribillo les importa menos que contar una historia tienen su sitio en Bajo el puente de L´Ará donde recurre a personajes como si de un relato se tratara; estrategia ya utilizada anteriormente (Resituación era definido por él mismo con un disco de personajes) y que adquiere especial brillo en el tema que le dedica a los CIE´s: Crímenes cantados. En él glosa las historias reales de Samba Martine y Mohamed Bouderbala, ambos fallecidos en tan siniestros lugares aplaudidos por mucha gente como dios manda. Tampoco es especialmente alegre Todos contra el cielo, aunque cuenta con una espectacular instrumentación a la que, sospecho, no ha sido ajeno Abraham Boba.
Su tendencia a los dúos femeninos está presente en la sarcástica canción de odio que canta con María Rodés (La última atrocidad) que parece una secuela de aquel En teoría que cantó con Christina Rosenvinge cuando aún eran pareja. También hay un tema con María Rodés de El columpio asesino (Todo o nada) bastante optimista en su coro que reza Y sin embargo se mueve.
Un trabajo, como todos los de Vegas, que hay que escuchar mientras paseas por un lugar muy querido porque sabes que sus canciones sonarás mucho tiempo en tu cabeza y recordarás siempre el lugar en el que estabas cuando las disfrutaste por primera vez