“Aunque nacido de peluche, soy hermano gemelo de un humano aunque ninguno de los dos ha tenido nunca claro donde acaba el Muppet y empieza el hombre… Me encanta el cine en 3D, las películas en las que las actrices enseñan las tetas sin motivo y los musicales de Broadway (especialmente Avenue Q) Odio el doblaje, los anuncios y la gente que consulta su teléfono mientras habla contigo. Tengo una novia muppet como yo pero con dos coletas. Y mi sueño es hacerme viral. ¿Me ayudas?”
Nuestro crítico de peluche se detiene a analizar una de esas películas pequeñas que no suelen abundan en nuestras carteleras. Se trata de El último Elvis, una coproducción de Estados Unidos y Argentina dirigida por Armando Bo, que ya participara en el último festival de San Sebastián y de cuyo visionado nuestro crítico ha salido bastante satisfecho.
El último Elvis (2012) está dirigida por Armando Bo, escrita por él mismo y Nicolás Giacobone y protagonizada por John McInerny. La cinta nos presenta a Carlos Gutiérrez (Elvis), un obrero separado que tiene una pequeña hija llamada Lisa Marie a la que no ve a menudo, vive como si fuese la reencarnación de Elvis Presley e incluso actúa imitándolo, pero al aproximarse a la edad en que murió su ídolo siente que su futuro se encuentra vacío. Justo cuando Carlos renuncia a su trabajo para hacer un gran cambio en su vida, debe hacerse cargo del cuidado de su pequeña hija, lo que le obliga a volver a trabajar, a pasar tiempo con ella y así conocerla, pero, arrastrándola en su cotidiana lógica de una vida armada como perpetuo homenaje a Presley.