En la imagen Kike Guaza y Nacho Guerreros en un momento de Juguetes Rotos de Carolina Román ©Sergio Parra
Por Luis Muñoz Díez
Carlina Ramón con Juguetes Rotos, nos sitúa en los años sesenta, en que la homosexualidad estaba prohibida por la ley humana y la divina, para unos eran enfermos, y para otros cometían el mayor de los pecados, que es el llamado nefando, que consiste en poner la semilla de la vida en el mismísimo culo.
Con este siniestro estigma han vivido los homosexuales como Mario, uno de los dos protagonista de la historia de Carolina Ramón. Nacido en un pueblo en que se hace la vista gorda con la zoofilia, pero la homosexualidad no, y nunca. El chico cuya única aspiración como la de cualquier «chica» era tener novio y trabajo, se da cuenta que es condenado tanto por la comunidad en la que vive, como por su madre, su padre y su hermano, y se ve obligado a marcharse dejando atrás raíz y familia.
Era un tiempo oscuro por falta de información de todo tipo, en que los únicos patrones que tenía un homosexual eran su madre decente, o las mujeres fatales de los melodramas. Se iba del blanco al rojo, sin contemplar la amplia paleta de color que hay intermedia, y en la que cada uno puede encontrar un tono para satisfacer su particular forma de ser.
Afortunadamente ahora en algunos países -no olvidemos que en otros mujeres y hombres vive aún como en el medievo-, se es más libre para elegir tus propios goces, por la diversidad de iconos que tenemos a mano como referencia. Gracias a los medios de comunicación varios, contamos con la suficiente información para saber que la sexualidad es tan plural y variable en el tiempo, como personas habitan en el planeta Tierra.
En la imagen el actor Kike Guaza, en esta ocasión como el primo rural de Mario, interpretado por el actor Nacho Guerreros en “Juguetes Rotos”, escrita y dirigida por Carolina Román. ©BárbaraSánchezPalomero
El destino de Mario fue la Barcelona de los años sesenta, donde encontró el anonimato que proporciona una gran ciudad. Portuaria e iluminada por el neón de las noches del Paralelo, donde los homosexuales se vestían de mujer, y conseguían despetar el lívido de los hombres, hombres. Incluso las más decididas viajaban a Marruecos, donde te podían dejar como una autentica mujer, en apariencia.
La autora lo ilustra muy bien con anécdotas de la época, dando pinceladas en boca de Celin de lo que suponía para un homosexual entrar en una cárcel de «hombres», donde eran juguetes para vejar, torturar y violar, o evocando el nombre de la bellísima artista Coccinelle, que no solo triunfó en las mejores salas de Europa, si no que incluso habiendo nacido hombre se había casado como mujer y por la iglesia.
De alguna manera en Coccinelle, se daban los dos imaginarios posibles para un chico que se siente mujer, despertaba el deseo de los hombres sobre los escenarios, y se había podido casar por la iglesia con un hombre como su madre.
Mario descubre que hay varios mundos que cohabitan en este, cuando se cruza con Dorin un travestí, que actúa como vedette en un cabaré, que alterna con trabajos de puta para redondear su economía. Dorin esté donde esté, y haga lo que haga, se siente una artista de los pies a la cabeza, a punto de pisar el escenario del Folies Bergère parisino, siempre hermosa, siempre positiva.
La dramaturgia de Carolina Román es muy rica en detalle, construye unos personajes con un lenguaje propio, que los marca y diferencia. Dotar a cada personaje de un lenguaje propio es una tarea donde se mide la calidad de un autor, y más si se trata de una reconstrucción de un tiempo pasado, así podremos escuchar las diferentes voces que se oyen en la función, como la del padre de pueblo de Mario, su primo, al marino George, Celin y al propio Mario.
En la imagen el actor Nacho Guerreros, por su condición de homosexual se ve obligado a abandonar raíz y familia en “Juguetes Rotos”, escrita y dirigida por Carolina Román. ©BárbaraSánchezPalomero
En Mario, ahora Marión, irá calando el mensaje de Dorin que le dice constantemente lo mucho que vale, y él no se lo acaba de creer. A pesar del cambio de entorno en él, permanecen las aspiraciones que tenía en su pueblo de tener novio y trabajo, como permanece la acertada escenografía de Alessio Meloni durante toda la representación, que permite a David Picazo iluminarla, para que sea gallinero o cabaré, sin que en ninguna de sus variantes se olvide el origen de Mario.
En principio el contrapunto de Mario y Celin no parece perneable, pero lo es. Celin en el chico de pueblo encontrará una amiga fiel, y le dejará el legado de que “Lo importante no es que te vean, sino que te vean como tú quieres que te vean”, y así acabará la función, en el palomar donde se inició, pero ahora con Marión vestida de rojo liberando a las palomas.
El trabajo para ambos actores es un reto, para el que han contado con una cuidada caracterización de Chema Noci. A Nacho Guerreros se le requiere una contención sostenida, que el actor administra estupendamente. Descontando la colorida ruptura final, tiene un momento especialmente luminoso cuando compone a una pareja que mantiene una conversación de cortejo. Uno es Mario un barbero enamorado, y otro George el marino americano objeto de su amor. Alternado sus dos perfiles, Guerreros cuando muestra el perfil Marion, su única ayuda es un pendiente como símbolo de la mujer que es, y cuando muestra el perfil del viril marinero, saca una simple solapa de marino de su bata de barbero.
En la imagen los actores Kike Guaza -Celin- y Nacho Guerreros – ahora Marion-. Marión descubrirá otra vida cuando encuentra a Celin en “Juguetes Rotos”, escrita y dirigida por Carolina Román ©Sergio Parra
Kike Guaza representa un abanico de personajes, pasa de ser el primo más que elemental asilvestrado de Mario, a la divina Celin, o el chico redimido por la muerte que, con sus atributos viriles, se eleva como un ángel, a donde va, a gusto del espectador.
Kike Guaza tiene una expresión corporal pasmosa, con su solo movimiento o con un gesto, pasa de un personaje a otro, de hombre a mujer, de señora a vedette. Vivimos un momento en que los actores están muy bien preparados, pero Guaza brilla con luz propia entre los mejores.
El teatro es una labor de equipo siempre, todos los que trabajan para poner en píe una función son indispensables para que el público se pueda dejar llevar por la historia, todo ese engranaje si funciona se percibe, aunque no sea evidente.
Juguetes Rotos cuenta con un equipo que acierta en el objetivo, para que únicamente estemos pendientes de las delicadas emociones de Celin y Marión, en un medio tan hostil. Carolina Román como directora ha contado con los ya citados Alessio Meloni, David Picazo y Chema Noci, un escenógrafo y un iluminador excelentes, y un mago de la caracterización, el diseño sonoro tan importante en esta función es de Nelson Dante, el vestuario que es una joya de Cristina Rodríguez que cuenta con la ayuda de Unai Mateos, como ha contado la directora con la de Olga Margallo.
Enhorabuena a todos los que habéis hecho posible Juguetes Rotos, porque se siente el dolor sostenido de unos personajes en lucha permanente. Abre ventanas a tú afán que en principio es una utopía, porque aunque no lo logres jamás, cada vez estarás mas cerca, y también duele en el espectador, que se pregunta en que quimérico engaño hemos caído, para que sea todo siempre tan complicado.
Celin encuentra en Mario, una amiga leal y le abre las puertas para que sea Marión. Los actores Nacho Guerreros y Kike Guaza, en una escena que emociona hasta el dolor, en “Juguetes Rotos”, escrita y dirigida por Carolina Román. ©BárbaraSánchezPalomero
Juguetes Rotos, estará del 6 de mayo al 6 de junio de 2021 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, más información de fechas horarios y compra de entradas pinchando aquí. Atentos gira.
Escrita y dirigida por Carolina Román Intérpretes Nacho Guerreros y Kike Guaza Diseño de Escenografía: Alessio Meloni (AAPEE) Diseño de iluminación: David Picazo Diseño sonoro: Nelson Dante Diseño de Vestuario: Cristina Rodríguez Ayudante de Dirección: Olga Margallo Ayudante de Vestuario: Unai Mateos Fotos: Bárbara Sánchez Palomero Fotografía Cartel: Sergio Parra Diseño de caracterización: Chema Noci Producción: Henar Hernández Director de Producción: Fabián Ojeda Una Producción de Producciones Rokamboleskas.