En la imagen los actores Carlos Serrano-Clark, Cristina de Inza, Imanol Arias y Jon Arias, que interpretan a la familia Loman en «Muerte de un ciclista» de Arthur Miller, en versión de Natalio Grueso, y dirigida por Rubén Szuchmacher.
Por Luis Muñoz Díez
Muerte de un viajante de Arthur Miller, se ha repuesto con versión y adaptación de Natalio Grueso, y dirigida por el reconocido actor y director Rubén Szuchmacher.
La pieza de Arthur Miller, se estrenó en 1958, dirigida por otro grande Elia Kazán. En la obra se quiso ver una crítica al famoso sueño americano. La historia no ha perdido vigor, porque el consumismo como único valor, ha llegado a limites insospechados, al punto de si puedo comprar puedo ser feliz, y si no puedo comprar directamente no soy.
En la obra se esbozaba algo que ha acabado siendo una realidad palpable con las redes sociales como espejo, en su trabajo a conciencia de fingir belleza y éxito, obviando quien somos, y empleándonos en como necesitamos que crean que somos.
Willy Loman –Imanol Arias–, el viajante de Miller, no tiene ningún interés en que se sepa quién es, porque se sabe un fracasado que vive una quimera, y se crea un personaje con un mensaje unívoco, y a jornada completa para que no se sepa quién es realmente.
Las falsas creencias, trasmitidas por alguien con ascendencia se considera una verdad incontestable, y un ejemplo que hay que superar. Willy Loman –Imanol Arias– no se cansa de repetir a su mujer y a sus hijos, lo popular y respetado que es en Nueva Inglaterra, donde es representante de una marca con sede en New York.
En su discurso no tiene cabida la ética, lo único importante es el resultado. Willy Loman –Imanol Arias– junto a Linda –Cristina de Inza–, su mujer, jugando el papel tradicional de ser la sombra, la alegría de su esposo y la madre de sus hijos. El matrimonio tiene dos hijos Biff –Jon Arias– y Happy –Carlos Serrano–Clark–, el primero juega con éxito al béisbol mientras estudia, al segundo directamente no lo ven, ni su padre, ni su madre. La madre porque ve por los ojos de su marido, y este porque únicamente ve la posibilidad de que se materialice el éxito que él finge, en su hijo Biff.
El gran talento de Miller, es como construye sus personaje, del protagonista sabremos de su gran mentira por las voces de los personajes secundarios. Por boca de su hermano Ben –Fran Calvo– conoceremos que tuvo un padre ausente, que valoraba únicamente el éxito. Su mismo hermano llevaba como lema y orgullo de vida, «que entró en la selva a los 16 años y salió rico a los 21» -una selva simbólica se imagina-. Un armario ropero sin ética, que reta a su sobrino Biff a pegarle, y le da un golpe bajo para que sepa como va la vida.
Por su vecino Charley –Jorge Basanta– sabremos que vive en una mentira, y no quiere renunciar a su farsa, y prefiere seguir fingiendo éxito ante su familia, y rechaza un trabajo que le ofrece Charley, que significaría asumir que trabaja con 50 euros a la semana. Por Howard –Jorge Basanta–, su jefe, sabremos que jamás logró esas comisiones de las que él presume ante su mujer y sus hijos.
Por Bernard –Fran Calvo–, el hijo de Charley y compañero de clase de Biff, sabremos que este, qué por seguir los consejos de su padre de que brille sobre la hierba, desatiende sus estudios. Biff, se va porque ha robado una caja de balones, para no defraudar las expectativas del padre, y paradojamente acomplejado por no estar a la altura de su padre, cuando el éxito no existía más que en sus mentiras. Cuando regresa, la incomunicación entre padre e hijo es más evidente cuando hablan, porque el padre habla por encima de su hijo, sin oír en absoluto lo que este le dice.
Padre e hijo guardaban un secreto, Loman aparte de fabular con su éxito, también era infiel y gracias a ese pequeño personaje interpretado por Virginia Flores, da el último toque para que conozcamos la verdadera cara del farsante.
Señalar la importancia de los personajes llamados «secundarios» para conformar una historia, lo hago como reconocimiento a los dramaturgos clásicos, y en señal de queja a muchos adaptadores que por recortara reparto, dejan las obras como un árbol sin hojas, confundiendo al espectador por la falta de información. En una buena dramaturgia, ningún personaje es secundario, sirven de brújula para que el mensaje, en el que incide el autor llegue íntegro al público.
El director Rubén Szuchmacher, nos entrega un trabajo riguroso, como lo es el trabajo del elenco encabezado por Imanol Arias, Cristina de Inza, Jon Arias, Carlos Serrano-Clark, Jorge Basanta, Virginia Flores y Fran Calvo, todos impecables.
Al entierro de Willy Loman, no acudirán mas que Linda, su mujer, sus dos hijos Biff y Happy, su único amigo Howard, que intentaba que pisara suelo, y su hijo Bernard. Una comitiva que no se diferencia de la del común de los mortales, pero ellos lo saben y no está claro si Willy Loman, lo supo porque lo peor de las quimeras, es que te las puedes creer.
Muerte de un viajante, de Arthur Miller, está programada en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, más información de fechas horarios y compra de entradas AQUÍ.
Muerte de un viajante de Arthur Miller Versión y adaptación Natalio Grueso Dirección Rubén Szuchmacher
Personajes Willy Loman: Imanol Arias Biff: Jon Arias Charley / Howard: Jorge Basanta Bernard / Ben: Fran Calvo Linda: Cristina de Inza Mujer: Virginia Flores Happy: Carlos Serrano-Clark.
Diseño de escena de Jorge Hugo Ferrari Diseño de iluminación Felipe Ramos Diseño sonoro Bárbara Togander Una Producción OKPI