Molière en bicicleta (Alceste à bicyclette), de Philippe Le Guay

Molière en bicicleta (Alceste à bicyclette), de Philippe Le Guay

moliereUna película francesa sobre el teatro clásico francés…Hace no más de un par de décadas semejante planteamiento habría puesto los pelos de punta a todo potencial espectador fuera de las fronteras de Francia. Pero, los tiempos cambian y la cinematografía gala ha aprendido a reírse, un poquito, de sí misma, deficiencia que arrastraba disminuyéndola en mucho respecto, por ejemplo, del cine anglosajón.

Alcestes en bicicleta, que tal es el título original y mucho más certero que el endosado en España, nos muestra, en cierto sentido, el tránsito que se ha producido entre las dos maneras, la tradicional del cine francés, y la actual. Porque la película se centra en el duelo a todos los niveles, interpretativo y vital, entre dos actores que encarnan ambos modos de hacer.

Naturalmente, ya sabemos quién va a ganar, aunque haya, un pequeño desquite final. Un famoso actor, Gauthier Valence, que interpreta Lambert Wilson, y se gana la vida en el anchuroso pastizal de las series para televisión, da la réplica a Serge Tanneur, al que da vida Fabrice Luchini, actor de estilo clásico retirado, asqueado por las convenciones de la profesión.

El duelo se formaliza cada día, a cara o cruz, decidiendo quien interpreta a Alcestes, el personaje de El misántropo de Molière y quien le da consiguientemente la réplica en la voz de Filinto, el pesimista secundario, en los ensayos que se entablan. Aparentemente Gauthier es arrinconado por el destino en el papel de Filinto, día tras día. El objeto de la apuesta, porque tal es la estructura de la acción, reside en saber si Gauthier convencerá a Serge para montar la obra en París e interpretarla a dúo.

El entorno de la apuesta tiene un gran peso en el desarrollo de la acción. Gauthier va a buscar a Serge a su retiro en la isla de Ré, norteña localización francesa de clima húmedo y poco soleado. Se contraponen aquí también los caracteres de los dos protagonistas, de agua Serge y solar, Gauthier.

Avanzada ya la acción, el juego entre hombres, entra en escena la protagonista femenina, Francesca, interpretada por Maya Sansa, que aunque busca auparse al vértice de la estructura dramática, no pasará de baza en juego entre los dos protagonistas masculinos.

Si comedia es Molière en bicicleta, no deja de revolvernos un poco las tripas en algunos momentos, pocos, a cuenta del verdadero sentido de lo que se estamos presenciando y se está jugando. Una verdadera diatriba entre clásicos y modernos. Como no podía ser menos los valores nobles y de peso caen del lado clásico pero sin embargo, la fuerza de la astucia y corrupción de los tiempos modernos acabará por imponerse.

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«Molière en bicicleta», de Philippe Le Guay

Vemos aquí el dilema de conciencia, podría decirse, que todavía late en las entrañas del mundo cultural francés, la mala conciencia por haberse vendido, y entregado ya, con armas y bagajes a lo que pide el público de masas. That´s entertainment a la francesa, todavía con medio sapo por tragar, vestigio ineludible de la grandeur que impregnaba la cultura francesa ya en ciernes por lo menos desde la segunda mitad del siglo XVII.

Pero Hollywood también batió en este frente y el modo de hacer que ya es universal se ha posado de igual modo en la particularidad francesa. Sólo cabe ya la retirada con un rictus de amargura para los que gustan de los antiguos tiempos. Nada demasiado grave pues, como vemos, se ventila el pequeño diferendo en un formato de comedia dramática.

Fabrice Luchini obtuvo el César al Mejor Actor por Todo esto…¿para esto? y ha desempeñado importantes papeles en Las aventuras amorosas del joven Molière o El coronel Chabert. Por su parte podemos recordar de Lambert Wilson su actuación en De dioses y hombres.

Si algo se puede reprochar a esta buena película es que arrope su carácter de película de tesis bajo el manto de la comedia, pero los tiempos mandan en esto como en tantas otras cosas.

Molière en bicicleta (2013) de Philippe Le Guay se estrenó en España el 25 de abril de 2014.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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