La etnografía está de moda. Quizás a causa de la profunda crisis económica y social que asola medio mundo, diversas editoriales y especialistas se han propuesto darnos a conocer las costumbres e historias propias de los pueblos más legendarios, con el cometido de encontrar en ellas unas raíces a menudo olvidadas.
El estudio de la idiosincrasia de los pueblos es tomada, frecuentemente, como una actividad destinada sin más a los eruditos. La etnografía queda desplazada y casi sepultada, así, en el campo de las ocupaciones consideradas tediosas, que encuentran su escenario natural en universidades e institutos científicos y lingüísticos. Sin embargo, gracias al caso que hoy nos ocupa, podremos desmentir este falso prejuicio.
Desde muy antiguo, los seres humanos emplearon numerosas vías para explicar -o dar razón de- aquellos acontecimientos que la mera observación no permitía escrutar. Entre estas formas de afrontar el estudio de lo otro, de lo misterioso, de todo aquello que en principio desborda nuestra capacidad deductiva, encontramos -como privilegiada comadrona de lo enigmático- el discurso narrativo.
La narración permite desarrollar una historia cuyo avance o progreso adquiere tintes causales, lo que posibilita un esquema principio-nudo-desenlace que, de alguna manera y a su vez, amansa las pretensiones -en ocasiones tan desmedidas- anímico-científicas del ser humano.
Como explica Hosokawa Shuhei en la presentación de estos maravillosos Mitos populares de Japón que Quaterni nos presenta en preciosa y llamativa edición, «en la base de las leyendas se encuentra el pensamiento primordial de cada etnia. Además, «estas narraciones se presentan en un estilo de fácil comprensión, incluso para la generalidad de los lectores».
Para celebrar el 400º aniversario de la expedición del samurái Hasekura Tsunenaga a España y otros países latinoamericanos, Quaterni publica estas Leyendas de Tôno (ciudad situada en el nordeste de Honshû, isla principal de Japón), a través de las que tendremos oportunidad -indica Shuhei- de «entrar en contacto y de aprender la forma de pensar, el sentimiento y las creencias de los japoneses«.
Las historias que encontraremos en este volumen (disponible a un precio más que asequible -16,50 euros-, si tenemos en cuenta sus 175 páginas y la calidad del contenido) se hallan repletas de seres mitológicos que activarán mágicamente la imaginación de todo tipo de lector: Yamabitos (que encuentran su morada en la profundidad de los montes), onryôs (espíritus vengativos que no logran abandonar este mundo, repletos de odio y resentimiento hacia sus verdugos), la deidad Zashikiwarashi (espíritu de un muchacho de doce o trece años), Inari (el espíritu del zorro, enviado de la divinidad que proporciona prosperidad y riqueza a quienes le ruegan) o los tenga (duendes de larga nariz que habitan las montañas).
La recopilación de estos fantásticos relatos, que gustarán a todo tipo de público, fue elaborada por el investigador Yanagita Kunio entre el primer y el segundo tercio del siglo XX. Actualmente es considerado como la autoridad más representativa en los comienzos de los estudios etnográficos sobre las creencias ancestrales, la mitología popular y los cuentos tradicionales oriundos de Japón.
Es obligado destacar que el texto que Quaterni presenta ha permanecido inédito hasta ahora en español, lo que otorga al volumen una importancia sin parangón. Como explica en la completa introducción Mariló Rodríguez del Alisal,
en su tratamiento de la tradición oral de las comunidades rurales a Yanagita le interesaban dos aspectos: conseguir que no perecieran en aras de la modernidad, y descubrir en su trasfondo un elemento común entre las diferentes regiones de Japón, probando así el vínculo común que las unía. Todo ello orientado a proporcionar una identidad fuerte a la población japonesa en la cual cundía el desconcierto por los rápidos cambios, mientras se experimentaba una fractura social generada por la delicada situación económica.
Yanagita Kunio consideraba el relato popular y sus mitos como un todo en el que se reflejan los aspectos religiosos y culturales más fuertemente arraigados en Japón. «El autor creía firmemente -apunta Rodríguez del Alisal- que el apego a la tierra de origen era lo ideal, tanto para los campesinos y sus familias como para toda la nación japonesa. Según sus palabras, un país consta de su territorio y de su población y para establecer un vínculo entre la tierra y sus gentes era beneficioso que los campesinos permanecieran en el lugar de donde procedían».
No dudéis en acercaros a la cultura del país nipón de mano de este precioso libro, ilustrado generosamente con imágenes de la ciudad de Tôno, que hará las delicias de cualquier especialista (sea o no etnolingüista) así como de cualquier lector que quiera conocer las costumbres y cultura más ancestrales del pueblo japonés.