MÍRAME. Un alegato contra la violencia sexual.

MÍRAME. Un alegato contra la violencia sexual.

Manuel Domínguez y Cecilia Sarli en Mírame, dirigida por Jesús Cracio.

“La obra perfecta de la agresividad es conseguir que la víctima admire al verdugo”

Victoria Sau, psicóloga.

Por Coral Igualador

La argentina Susana Torres Molina firma la autoría de la obra Ya vas a ver, que aquí, en su estreno madrileño, se titula Mírame, y que es dirigida por Jesús Cracio, un director con una notable carrera sobre los escenarios.

La obra ha sido un éxito absoluto en los escenarios bonaerenses y busca hacerse el mismo hueco en los españoles.

Es escena arrancamos con un hombre que somete a una mujer a la que ha secuestrado.Un sótano que recuerda a un laberinto en y de decadencia. Un espacio diáfano, una oficina en desuso, un lugar para que la víctima y verdugo se enfrenten y traten de escapar, ella al sometimiento, el a su acuciada mediocridad. Un espacio diseñado con un toque de limpieza, elegancia destrozada y diferencias de clases por Roger Portal.

“Llámame Juan Vidrio” dice el agresor a su víctima. Porque para él,  secuestro y sometimiento son las únicas formas de ser visible -el hombre transparente- para esa mujer de clase mas alta por la que tiene una especie de obsesión que quiere componer en algunos momentos en términos de amor y deseo. El hombre se define con cierta ironía como un psicópata, poniendo en tela de juicio al espectador si realmente lo es. Hay un hilo fino entre lo maldad pura y la psicopatía. El espectador construirá si lo es o no. Lo que si queda claro es  que su comportamiento tiene todos los ingredientes de una agresión sexual. Uno por uno. Muy bien estudiados por la autora y desplegados en escena por los actores. Incluida la perversión del sometimiento por la difusión de imágenes no deseadas, manipuladas o robadas a través de las redes sociales.

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Cecilia Sarli y Manuel Domínguez en Mírame /Fotografía: Moisés Fernández Acosta.

Una herramienta cruel de expansión masiva y muy difícil de controlar que hace estragos entre jóvenes y no tan jóvenes.

En la obra apreciamos los componentes de violencia sexual, tales como acciones sin consentimiento y por la fuerza para obtener placer sexual o la manipulación psíquica para hacer que el otro se sienta inferior. Sumisión para que el agresor-violador se sienta importante. Esa es la cuestión. Un juego de poder perverso y sin límites.

Según datos de países con estadísticas contrastadas –no perdamos de vista en que en los países del tercer mundo la estadística está en otra línea- las agresiones sexuales constituyen un porcentaje relativamente bajo de la violencia denunciada debido a actitudes de vergüenza o de temor. Es necesario el teatro como una parte mas de concienciación.

La obra arranca muy arriba en tono y a veces eso es difícil de mantener para que crezca la tensión. Imagino que porque la tensión ya está dada de por sí en el tema que trata y porque ya nos adentramos en un secuestro sexual desde el minuto uno;  y se intuye que es un “loco” el que lo lleva a cabo, y los “locos” someten también con el grito porque aíslan para ser oídos.

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Fotografía: Moisés Fernández Acosta

Nuestro agresor gana mucho cuando lo llevan por el camino del matiz, de la humanidad, del triste y patético hombre normal y corriente. Porque creo que este agresor es mas sutil, un pobre diablo que acaba de ser despedido y que siempre ha deseado a la mujer de la quinta planta, el piso donde están los ejecutivos. En la mujer deposita toda su frustración, ella se convierte en el objeto de venganza por toda su miseria. De hecho, va vestido con ese traje que le viene grande, con un punto de adolescente al que todo le viene heredado y no sabe por donde se las anda; un hombre arreglado para la gran ocasión de ser mirado: la agresión y el sometimiento para conseguir sentirse o ser alguien junto a esa mujer, inferior por ser mujer, pero superior por sus circunstancias sociales. La mujer de la gabardina elegante y de los zapatos de tacón de diseño. El vestuario marca muy bien la diferencia y la intención. Está diseñado por Pier Paolo Álvaro.

La sutileza en la actuación, así como está en el vestuario, nos colocaría en un lugar en el que el agresor puede ser cualquiera, con cualquier estatus, de cualquier raza, con o sin trastorno psíquico. La sutileza calaría mas en los huesos del espectador.

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Cartel con Foto de Moisés Fernández y Diseño gráfico de Pier Paolo Álvaro.

Manuel Domínguez, el formidable actor que da vida al agresor, tiene sobre sus espaldas un papel difícil porque es complicado buscar resquicios de empatía con este ser depravado, ponerse en su piel para ser él durante una hora y depende desde que lugar busques o te indiquen el interpretarlo puede ser una cosa un otra.

Y ciertamente es mas fácil y humano entender el papel de la víctima, cuyos matices son mas identificables y mas identificadores. Papel también complejo, interpretado por Cecilia Sarli, en el que el arco dramático tiene alguna gradación mas porque refleja muy bien las estrategias de supervivencia.

Elie Wiesel, una de las voces más importantes en la memoria del Holocausto y la defensa de los derechos humanos, y premio Nobel de la Paz en 1986 decía que “Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”

Esto es lo fundamental de la obra, y por lo que es altamente recomendable. Pone sobre el escenario algo que sucede y que debemos mirar de frente. Miremos, alcemos la voz, manifestémonos y castiguemos la atrocidad, porque Mírame denuncia algo mas allá de lo que se ve en los medios de comunicación todo los días, denuncia otro tipo de agresión, mas común de lo que pensamos, por lo que en muchas ocasiones se vuelve invisible.

Sala Mirador

Del 18 de noviembre al 18 de diciembre 2016

Titulo: Mírame / Texto: Susana Torres Molina/ Dirección: Jesús Cracio/ Interpretes: Cecilia Sarli y Manuel Domínguez / Iluminación: Pilar Velasco/ Ayudante de dirección: Mara Castilla/ Diseño de vestuario: Pier Paolo Álvaro / Espacio escénico: Roger Portal/ Compañía: Teatro Atlántico /Producción: Cajón de Ideas Producciones /Prensa: Natalia Erice.

La obra está avalada por la Fundación para la convivencia Aspacia

*Vista la obra en su estreno en la Sala Mirador en Madrid, el 18 de noviembre de 2016

Autor

Desde que me recuerdo me han gustado los actos de narración: teatro, literatura, cine... Me apasiona la narración, la psicología y la comunicación y por eso de los caminos no rectos, pero que conducen a lo mismo, acabe estudiando logopedia. He tenido la oportunidad de formarme y trabajar como consultora de comunicación, voz, teatro creatividad y desarrollo personal para diversas entidades y personas. También escribo guiones, obras de teatro, dirijo y actuó. Otra oportunidad que me ha brindado la vida es la de escribir sobre el teatro que se sigue vivo, eternamente vivo, y poder difundirlo.

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