Hace unos días emitieron la película documental «This is It» por La 2 y acabo de enterarme de que ayer domingo 5 de Enero, Noche de Reyes, repitieron la emisión. De haber sabido antes tan feliz coincidencia no hubiera dudado en sentarme, como hice aquel día, frente al televisor y no perder detalle, otra vez. La figura de Michael Jackson como músico y artista del espectáculo no tiene ni tendrá comparación alguna con cualquier otra, y es realmente impresionante ver lo que este hombre y su descomunal equipo iban a montar en esta gira que no fue…, decorados, coreografías, montajes audiovisuales, lo nunca visto, literalmente. En aquel fatídico verano de 2009, con 50 fechas londinenses firmadas en el estadio O2 Arena, ¡50 solo en Londres!, para cerca de un millón de espectadores, a tan solo dos semanas de comenzar el espectáculo ocurrió: su misteriosa muerte a base de Demerol, el opiáceo favorito de Jackson…
Veas o no el documental sabes que fue una pena…, pero tras ver la cinta de verdad que sientes por dentro la mala suerte que cayó sobre él. ¡Qué energía tan fantástica!, siendo cierto que en casi todo momento se le ve un poco volao, pero, ¡qué energía tan fabulosa! De principio a fin se nota, había una ilusión tremenda por parte del protagonista y por parte del equipo también, lógico. Desde el apuntador hasta el director musical, el productor, los bailarines…, todos entusiasmados y concentrados al 100%, así da gusto. Pero claro, no era para menos, Michael no tenía pinta de poder dar mucho más después de la maratón de los 50, y ya en una rueda de prensa promocional cuyo siguiente fragmento se incluye en el documental, lo avisaba, jugando a su vez con el significado que daba título a la gira (This is It/Eso es todo):
«…estos serán mis últimos conciertos aquí en Londres. Esto es todo (Eso es), realmente esto es todo (o «esto sí que es»). Voy a interpretar los temas que mis fans quieren oír. Será la definitiva bajada de telón. Los amo, esto es todo. Los veré en julio y cuiden su salud los amo..»
Hay momentos muy emotivos y humanos, que son los que conviene sacar a la luz, también sea dicho, aunque yo personalmente no me imagino a este último Michael Jackson como una fiera echando pestes a la mínima…, de hecho tenía pinta de santo. Es decir, este tío estaba como una cabra, de eso no hay duda, y quizá precisamente por eso desprendía esa respetuosa energía a la que nos referimos en esos momentos emotivos y humanos. La secuencia es la siguiente: un ensayo únicamente con la banda, maldigo mi memoria por no recordar el tema, uno bastante funk en todo caso, al oído de calle, al público común todo le suena de puta madre, la banda enchufada, Michael en buen tono, en general todo bien…, pero el Rey del Pop no lo ve del todo claro. Deja terminar la canción y se acerca al bajista al que le dice educado, benevolente y casi susurrando algo como: «Está muy bien, de verdad, pero para la siguiente a ver si podemos darle un poco más de groove al bajo, quiero que suene más el bajo, con más fuerza, bu-da-da-da-bu-bu-bu-bu-bu.da-da-da… ¿de acuerdo?, ya verás que bien, lo conseguimos seguro, vamos, otra vez…». En otra secuencia parecida ensayando la intro de otro tema solo con teclado y batería pasa algo parecido. Esta vez Jackson y el teclista parecen algo más enfrentados aunque todo con un buen rollo de por medio que me fascina.
Estas secuencias únicas, y muchas otras que forman parte de esta película, dejan claro el por qué de la ascensión al Olimpo de este tipo tan raro y a la vez tan indiscutiblemente grande: en lo musical y escénico por supuesto, y desde que medía metro y medio, pero también en la disciplina que debe acompañar a todo talento, tan llamativo siempre, en su perfeccionísmo y liderazgo genuinos, su templanza y su humanidad, en su amor a la tierra, a los niños, al arte y a la humanidad. En serio, yo creo en su naturaleza patológica a la que llegó como llegó y no sospecho como muchos hacen de Michael y de otras figuras sobre lo que de verdad son o dejan de ser. Yo creo que es un loco entrañable sin un ápice de maldad, una estrella eterna de la canción, el ritmo más puro que yo haya visto jamás…, quizá me la haya colao, aunque no creo, y si así fuera daría lo mismo, ya que me flipa lo que hace y como es (como muestra ser y como creo que es) y eso es lo que de verdad cuenta. En realidad los iconos del espectáculo no dejan de ser personajes sobresalientes en nuestro personal cómic vital de entretenimiento y evasión, para eso y para escribir artículos como éste sirven, que no es poco…, y eso es todo.