Se oyen voces que apuntan que los responsables de editar la guía de hoteles y restaurantes Michelín son particularmente mezquinos con los profesionales españoles. A muchos entendidos les cuesta entender lo duro que son con nuestro país frente a otros a la hora de repartir sus conocidas estrellas Michelín. Aún así los últimos años España no sólo puede presumir del fútbol de La Roja o de los resultados de Rafa Nadal, sino también de lo bien valorada que es su cocina. Prácticamente ocupa el quinto lugar, solo superado por el país anfitrión (Francia), Japón, Italia y Alemania, convirtiéndose de esa manera en una potencia a respetar en el universo culinario.
Aunque la guía Michelín nació en 1900 como un regalo por la compra de neumáticos con información valiosa para los primeros automovilistas, en 1920 se comenzó a cobrar incluyendo además información sobre restaurantes. Once años después comenzó a clasificar esos restaurantes con una, dos o tres estrellas Michelín siendo un referente para críticos gastronómicos, hosteleros y el público en general. No fue hasta 1987 que un cocinero español consigue por primera vez las preciadas tres estrellas, en concreto Benjamin Urdiaín que en eso momento era el jefe de cocina del mítico restaurante Zalacaín. Actualmente siete establecimientos españoles están señalados con el máximo galardón de la guía hasta el próximo mes de noviembre donde se hará público la guía para el 2014.
Mucho antes del éxito del programa de televisión ‘Masterchef’ en España, gente como Juan María Arzak, Martín Berasategui y sobre todo Ferran Adrià además de ser reconocidos dentro del sector contaban con la popularidad y admiración del gran público. Conseguir mesa en cualquiera de los restaurantes de estos “cocineros estrellas” (nunca mejor dicho) ya no era sólo cuestión de dinero sino también de tiempo, con esperas de más de un año.
Con todos estos elementos en la cabeza de Silvia González Laá nace el punto de partida del guión de Roger Gual y Javier Calvo de Menú Degustació (2013): ¿qué pasaría si una pareja consigue reservar una mesa en un tres estrellas Michelín un año antes, y cuando llega la fecha de ir a cenar ya han dejado de ser pareja? ¿Y si además ese día es el último día del establecimiento porque el chef ha decidido colgar su delantal?
El barcelonés Roger Gual ya consiguió con su debut en Smoking Room (2012) ganarse el respeto de la crítica, además de tres premios en el Festival de Málaga, una Mención Especial del Jurado en el Festival Internacional de Karlovy Vary, una nominación a los Premios del Cine Europeo y además consiguió el Goya a la mejor dirección novel. Sin descuidar su faceta teatral, escribe y rueda su segunda película Remake (2005) que compitió en la sección oficial del Festival de Málaga 2006. Y claro, con esta tercera no podía faltar a Málaga participando en la edición del 2013 en la sección no competitiva Málaga Premiere, donde presentaron sus últimos títulos directores como Ventura Pons, Jacek Borcuch o Alberto Aranda con La estrella (2013).
Aunque la historia transcurre en la Costa Brava, esta coproducción con Irlanda cuenta con un amplio elenco internacional de actores de primera fila como Stephen Rea, nominado al Oscar por su papel en Juego de lágrimas (The crying game) (1992), Fionnula Flanagan que ganó un Emmy por su participación e la serie Hombre rico, hombre pobre (1976) y que en España se la recuerda por su trabajo junto a Nicole Kidman en Los otros (2001), y Jan Cornet cuyo Vicente en La piel que habito (2012) de Pedro Almodóvar le supuso el Goya al Mejor Actor Revelación del 2012. Todo un lujo poder contar en una película con estos tres primeros espadas que junto a Claudia Bassols, Togo Igawa, Timothy Gibbs y una chispeante Marta Torné (con la que el director ya trabajó en el teatro) dan vida a los clientes de tan prestigioso local.
Al otro lado se encuentra un equipo capitaneado por su chef Vicenta N’Dongo, curiosamente una mujer. Estamos más acostumbrados a ver a hombres al mando de este tipo de negocios en España a excepción de Carme Ruscalleda, pero de esa manera se evitan comparaciones odiosas. Aunque Vicenta N’Dongo no necesita ayuda en esto de la interpretación, para la parte de cocinera cuenta con dos ayudantes de lujo: Joan y Roger Roca, los hermanos propietarios del Celler de Can Roca, que además de asesorarla participan como cocinero y sommelier del restaurante de la ficción. Sin duda uno de sus mayores atractivos, más allá de los valores cinematográficos de la película, son los platos que se van sirviendo en el transcurso de la misma y que componen un menú de degustación análogo al recorrido dramático de algunos de los personajes, y que dan ganas de saltarse a la pantalla y poder disfrutar de ellos. Vicenta además cuenta con más actores para dar vida al equipo del restaurante: un sólido Andrew Tarbet como mano derecha de la chef, Andrés Herrera, Iván Morales como el peor camarero al que le puedas dar un recado, y Marc Rodríguez.
Aunque algún periódico de tirada nacional ha decidido hundir el estreno de esta película con no sólo una sino dos críticas a cual más feroz e injusta, alimentadas por la negativa a contratar publicidad en ese medio, Menú Degustació (2013) es una película muy recomendable para disfrutar este verano. Sobre todo para aquellos que estamos empezando a descubrir el maravilloso mundo que hay detrás de la cocina (y de la alta cocina), permitiéndonos entrar como espectador de un servicio en un restaurante de primer nivel. Todo ello aderezado con historias sencillas, con vocación de llegar a un público amplio. Con sabor a ratos dulce y a ratos amargo que la distancian del mundo ideal (e irreal) que nos muestra cualquier anuncio de la marca de cervezas Estrella Damm. Muy buenos ingredientes para un historia que funciona muy bien, con el punto fresco y ligero que tan bien sienta en verano y hecha por gente que no sólo aman el cine, sino también la cocina.