Hubo un tiempo en que obras como Maribel y la extraña familia conformaban el grueso de la programación del Teatro Español de Madrid. Lo que quiere decir que para Gustavo Pérez Puig, Mara Recatero y José María Álvarez del Manzano, Mihura –como Arniches, como Muñoz Seca- eran los dramaturgos cuyas obras debía financiar el erario público. El resultado fueron trece años en los que en nada se diferenciaba la programación del coliseo madrileño de la de los teatros privados más comerciales. Afortunadamente, la llegada de Alberto Ruiz-Gallardón (que, por aquel entonces representaba a la derecha más centrada -¿qué le habrá pasado a este hombre?-) a la alcaldía y de Mario Gas a la dirección del edificio de la plaza de Santa Ana trajo consigo ocho temporadas con una cartelera ecléctica, arriesgada y a menudo excepcional. Siempre teniendo en mente que un teatro público ha de ofrecer al público espectáculos que no quieren o no pueden afrontar los recintos privados.
Sirva esta reflexión para justificar la existencia de Maribel y la extraña familia en el teatro Infanta Isabel. Una empresa privada, a diferencia de una pública, invierte en lo que considere que va a llevar más espectadores a sus salas. Luego, claro, puede ofrecer representaciones paupérrimas, correctas o excelentes. Y la que nos ocupa pertenece claramente a la segunda categoría. La puesta en escena de Gerardo Vera da ritmo a los diálogos y movimiento a las entradas y salidas de los personajes. La dirección de actores está muy ajustada al texto y casi todos los intérpretes (la excepción sería Sonsoles Benedicto, excesivamente mecánica en expresión corporal y entonación) recitan sus líneas con plena conciencia de cuáles son los momentos cómicos, tiernos e informativos.
Lucía Quintana (¿la recuerdan como novia de Dani Guzmán en la serie Policías en el corazón de la calle?) está muy bien encarnando a la heroína del título; Alicia Hermida justifica por sí sola el precio de la entrada aunque se echa de menos una vuelta de tuerca a la excentricidad de su personaje; Markos Marín resulta creíble como el inocentón devenido en inexperto galán y el resto del elenco cumple en cometidos menores.
Pero… ¿tiene la más mínima vigencia o interés este texto en la actualidad? La respuesta es no. Todo en Maribel y la extraña familia es tan antiguo y tan ingenuo que el espectador menor de cincuenta años ha de tener encendido el piloto de la indulgencia si quiere permanecer en la sala durante las dos horas que dura la representación. Los añadidos a la obra original intentan darle un aire de “café teatro” al conjunto pero no logran hacerlo más atractivo ni interesante. Podría haberse optado por extremar lo “extraño” de la familia del título y haber hecho más claramente prostitutas a Maribel y sus amigas, quizás así el choque entre los dos mundos hubiera sido un poco más divertido, un poco más actual. Pero es evidente que a los productores no les interesa tal cosa ya que buscan llegar principalmente al público que ha visto la obra más veces y que no quiere que nada cambie, que todo siga igual que en su recuerdo, en la ilusión de que el tiempo no ha pasado y las prostitutas no son sino chicas que sonríen a todos los clientes de un bar y la máxima excentricidad que una anciana puede permitirse es no salir nunca de casa.
El montaje de Vera cumple por tanto con sus objetivos y es muy de agradecer que, en un tiempo donde es normal que los actores doblen o tripliquen personajes para ahorrar en el presupuesto, cuente con nueve comediantes sobre el escenario. Eso sí, resulta inadmisible lo paupérrimo del decorado. En una función donde son importantes las entradas y salidas de la vivienda central y las apariciones sorpresa, no hay puertas por ningún lado; los actores tienen que hacer mutis por los huecos de una cortina plegada o esperar agazapados debajo del escenario hasta que les llega el momento de entrar al “decorado”. Hubiera sido importante, además, subrayar el ambiente de la casa donde se desarrollan los dos primeros actos, pero es imposible cuando sólo se cuenta con cuatro muebles viejos que parecen comprados en el Rastro. Y a estas alturas, las proyecciones subrayan, más que subsanan, estas carencias.
Una representación, en definitiva, ideal para llevar a la abuela o a la madre de uno al teatro sin aburrirse ni sentir sonrojo.
Y ya.
«Maribel y la extraña familia«
Elenco: Alicia Hermida, Abel Vitón, Chiqui Fernández, Sonsoles Benedicto, Markos Marín, Javier Lara, Elisabet Gelabert, Macarena Sanz y Lucía Quintana
Dirección: Gerardo Vera
Autor: Miguel Mihura
Lugar: Teatro Infanta Isabel C/ Barquillo nº 24 (Chueca)
Precios: de 18 a 29 €. X, de 12 a 22 €. Venta anticipada: entradas.com
Horarios: X, J y V a las 20h. S a las 19.00 y 22.30h y D a las 19h.