El Palacio Municipal de Congresos de Madrid acoge del 1 al 13 de Octubre a Les Luthiers un año después de que casi lograran colgar el No hay entradas en todas sus funciones. Su éxito parece estar basado en la más lógica de las premisas: quien les ve, repite. Su extensa cartera de espectáculos, comercializada desde casi sus inicios en audio y en video, no parece mostrar desgaste alguno. Las composiciones musicales, los diálogos brillantemente absurdos y, claro está, la imaginación a la hora de crear nuevos instrumentos, son prueba más que palpable del merecido éxito. Una fórmula que no precisa de piruetas ni cambios de rumbo, simplemente un gran trabajo de creación y profesionalidad que pocas veces vemos sobre el escenario.
Como buenos argentinos, ya tocaba que el psicoanálisis fuera el hilo argumental con el que Les Luthiers tejieran los temas que conforman sus espectáculos. En esta ocasión Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, a los que esta semana descubrimos en la película Mi primera boda, recuperan los personajes de Murena y Ramírez, como psicoanalista y paciente respectivamente. Ambos personajes protagonizan desde un diván las delirantes sesiones que tienen su punto de partida en los intentos de Ramírez de elaborar una compleja e impronunciable tesis sobre el “célebre” compositor Johann Sebastian Mastropiero. Autor del que en esta ocasión descubriremos un oscuro secreto acompañados del resto de componentes: Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés y Jorge Maronna.
Con esa excusa se entrelazan diez temas o “sketches” que arrancan con la Opereta medieval «El Cruzado, el Arcángel y la Harpía» y con la Galopa psicosomática «Dolores de mi Vida». Dos buenos números del estilo más clásico que dan paso a «Pasión Bucólica», categorizado por ellos como Vals Geriátrico, en el que Rosarito visita Clarita para hacer los que más les gusta: compartir recuerdos al ritmo de los instrumentos que van tocando. Un número con el que ya definitivamente el público cae rendido a sus pies sin que se percate de la hora que de espectáculo queda por delante.
Para todo ello, en esta ocasión Les Luthiers hacen uso de gran cantidad de instrumentos empleados con anterioridad mientras nos descubren dos nuevos inventos. Por un lado nos encontramos con el “Bolarmonio”, dentro del fragmento “Rhapsody in Balls”, en el que un hombre quiere tocar junto al pianista sin que éste le deje. El segundo y extraño artilugio que descubrimos es la “Exorcítara”, para el autodenominado Exorcismo Sinfónico-Coral que supone la pieza El Día del Final en el que un sacerdote ha de evitar el nacimiento del anticristo.
Su origen, de Les Luthiers, no del anticristo, se remonta a los años sesenta. Un grupo de jóvenes que se presentaban a un concurso universitario de música y humor y que acabaron siendo reclamados de las principales salas de Buenos Aires donde comenzó un éxito internacional del que aún hoy gozan. Prueba de ese reconocimiento fue, hace dos años, la entrega del Premio a la Excelencia Musical en los Grammy Latinos. A pocos años de cumplir el medio siglo, este quinteto cómico musical con nombre proveniente del término que describe al artesano que fabrica instrumentos musicales, recupera Lutherapia, ya estrenado en 2008, y que supone el último montaje con piezas originales del grupo. La gira del pasado año, que pasó por Oviedo, Vigo, A Coruña y Madrid logró con más de 100.000 espectadores superar el 95% de aforo, e hizo que mucha gente quedase sin disfrutar del espectáculo. Estas dos semanas escasas son una oportunidad perfecta para descubrirlo o para una nueva sesión de psicoanálisis como solamente ellos son capaces de llevar a cabo.
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