Vi la función Cuando fuimos dos en la Sala El Sol de York un sábado a teatro lleno, con un público seducido y entregado. La pareja de actores Felipe Andrés y David Tortosa realizan un trabajo muy fino en matices, muy bien modulado, con un texto de Fernando J. López, que acaricia los recovecos y veredas que transitan la fina línea entre el amor y el desamor.
Me entusiasmó la función y felicité a los dos actores. Esa misma noche escribí una crítica de la obra que apareció en Travelarte, y ese mismo día también quedamos en que haríamos una entrevista, y que para ilustrarla iríamos al estudio que el fotógrafo David Elcano Villanueva tiene en la calle Amparo nº 6, en el corazón de Lavapiés. David Elcano nos esperaba en el número 6 y yo acudí al número 4, y a David y Felipe les cité equivocadamente en el número 3, que era una casa okupa, pero los astros partiendo de tan caótico inicio se confabularon para que todos acabáramos en el estudio. David hizo unos retratos estupendos y creó la complicidad necesaria que nos permitió realizar la entrevista que podéis leer.
Inicié la entrevista con una pregunta inevitable y argumentada. La semana pasada se estrenó la película Weekend, de Andrew Haigh, una formidable historia de amor que se desarrolla en el tiempo limitado de un fin de semana. Al salir, comentábamos que era una historia con unas connotaciones tan particulares de soledades y miedos que no se podría dar fuera del mundo homosexual.
Cuando fuimos dos, ¿es una historia que le podría pasar a una pareja heterosexual?
David.- Es una historia de amor y yo creo que una de las cosas que a la gente más le gusta es la identificación en todos los sentidos. Es decir, no tienes por qué ser gay o ser lesbiana para identificarte con lo que le pasa a Eloy y a César. La obra habla de sentimientos y de emociones, y eso es tan humano que no pertenece a una única categoría, de hecho, el público que acude son parejas heterosexuales, gente mayor y gente joven que se identifica.
Felipe.- Hay muchas mujeres que llevan a sus novios y a sus parejas y les encanta, y yo lo sé porque nos escriben opiniones en los puntos de venta en Atrápalo, y muchas de las mejores opiniones son de mujeres y cuentan cómo se identifican, cómo emocionan, cómo se divierten, cómo se reconocen… y eso es lo que pretendía el texto desde la base: la normalización del hecho gay. Ven la función como lo que es, una historia de amor, como dice David. Una historia de amor entre dos personas. Aunque tienen una dificultad enorme para que ese amor llegue y pueda realizarse, pero cualquiera puede reconocerse en los celos, en la inseguridad, en la necesidad de tener una independencia… Son cosas que son muy reconocibles.
David.- Son conceptos universales.
David, ¿cómo es César?
David.- César es la pareja de Eloy, o intentan seguir siendo pareja, y es el punto de inicio de este montaje. Todo empieza con una charla que tienen tanto César como Eloy con el público, cuentan su relación, cómo ha sido, en qué punto están. Todo esto a partir del presente y de los flashback en que explican el pasado. César es un chico muy de su tiempo, muy conectado con las redes sociales, con un punto hedonista muy grande.
César es el típico chico encantado de encantar.
David.- Sí, con mucha necesidad de gustar y de gustarse, que cuando conoce a Eloy deja de hacer lo que le gusta, que es provocar, ligar y divertirse. Conoce a Eloy, un hecho casual, en el sitio donde trabaja, y lo que parecía en principio que iba a ser un polvo más, resulta que es el inicio de una relación de verdad. Una relación que César desconocía, porque nunca había tenido una relación larga, y decide apostar por Eloy aunque es muy distinto a él en su manera de pensar y en su manera de ser, y eso es precisamente lo que a César más le gusta de Eloy.
César necesita gustar a todos y todo el rato, por una falta de seguridad en sí mismo se somete a una prueba constante y agotadora para reafirmarse en que está muy guapo, muy bueno y muy deseable. ¿Me equivoco?
David.- Sí, esa es una constante en toda su vida, y al iniciar la relación con Eloy hace que toda esa parte de su vida desaparezca. Es como que no lo encaja, no encaja o no acepta el dejar de gustar. No encaja no estar “en el mercado” y no lo lleva bien… Incluso hay un punto importante de celos, porque César ve cómo Eloy crece y crece profesionalmente. Esto, por un lado le gusta y le alegra, pero hay un punto de celos importante también. Es decir, ahora eres tú el que deslumbras pero yo era siempre el que deslumbraba y ahora estoy en ese segundo plano.
César si no es visto y deseado es como si no fuera, y eso le pasa a más gente de la que creemos.
David.- El quiere ser visto todo el rato, habla de que tiene tres perfiles en Internet; a falta de uno tiene tres, porque necesita…
…que sean los demás los que le den la identidad.
David.- Sí, hay un momento en la obra en el que le dice a Eloy que si le va a convertir en un objeto sexual, y en el fondo César está deseando ser el objeto sexual de Eloy.
Sí, pero César no se conforma con ser sólo el objeto sexual de Eloy.
David.- se ríe con ganas mientras reconoce- No, César quiere seguir siendo el objeto sexual de todos los que ronden por ahí.
Ser escritor es casi una enfermedad, una neurosis obsesiva, que les hace tener una disciplina inquebrantable, ¿entiendes a Eloy que es capaz de renunciar a la vida por su escritura?
Felipe.- Tengo gente muy cercana que son escritores y es una forma de vida. Tienen un compromiso y una implicación bestial con lo que hacen, pero los escritores de mi entorno aparte de tener su soledad y su intimidad, porque para escribir es necesario, y además reivindican esa soledad, también tienen su vida social, salen y se divierten. No son cómo Eloy, a Eloy le cuesta salir.
Fernando J. López ha recreado muy bien los personajes, e igual que a César le podría poner varios nombres y apellidos, a Eloy también. El perfil del escritor está muy bien marcado, porque Eloy es el verdadero escritor: vive para contarlo, no sabe vivir simplemente.
Felipe.-Tampoco es que yo tenga unos referentes muy claros. Lo que pasa es que a Eloy, en concreto, no le gusta la vida social ni salir por la noche, y ese es el contraste que tiene con César. Eloy es un personaje más intelectual, pero hay algo que le atrae, le interesa y le divierte de César: que es todo lo que no es él. Su espontaneidad, esa locura…
…su frescura
Sí, eso es lo que hace que un tío tan intelectual, con tantos datos en su cabeza, tan “inteligente” para algunas cosas, se vuelva loco por él, porque César tiene esa frescura, esa sinceridad, y una honestidad que mi personaje no se puede permitir. Eloy se mueve en un círculo en el que tiene que callar lo que piensa, vive en un mundo más diplomático.
De diplomático nada, es o somos unos hipócritas, porque basta con que alguien se dé la vuelta para que se disipe toda diplomacia y se le despiece.
Hay trabajos que se pueden hacer a tiempos, pero el del verdadero escritor es a tiempo completo, como Eloy, y no acaba ahí, cuando están ya publicados son capaces de hacer rondas por las librerías para ver si está su obra y lo suficientemente visible.
Felipe- A mí lo que me gusta de Eloy es que no es nada lineal, que tiene muchas caras. Es un personaje que tiene un ego tremendo, que es obsesivo compulsivo con su trabajo, pero luego tiene una vulnerabilidad, tiene una sensibilidad, una capacidad de enamorarse y de pensar que le hace sufrir muchísimo. Es un personaje que tiene un sentido del humor, ironía, cinismo… que es lo que le hace interesante como personaje.
Los actores cargan con la fama de ser insoportables, pero medidos con los escritores la balanza se decanta por los segundos, y es normal, porque son oficios donde se juega mucho con el sentimiento.
Felipe.- Lo que pasa es que también los actores tenemos lo nuestro, porque vivimos mucho para nuestra profesión, porque es una necesidad, es un sentimiento, es una forma de vivir, por eso es difícil encontrar gente que no sea de la profesión que nos pueda entender un poco, porque los que no son actores y tienen un trabajo «normal» llegan las tres de la tarde y son capaces de desconectar totalmente. Los actores estamos siempre con la cabeza pensando en esto y en lo otro -hace un pequeño silencio antes de continuar-, y si ya te metes a producir ya ni te cuento… Si te metes a producir es tremendo.
David, ¿por qué ha de ir el público a la Sala York a ver Cuando fuimos dos?
David.- Porque van a encontrar una obra intimista, que no defrauda, porque habla de todo aquello que nos gusta a las personas, nos gusta el amor y nos gusta también el desamor. Hay comedia, momentos muy divertidos y momentos más duros, y todo eso mantiene al público enganchado durante hora y cuarto, sin parar, con sólo dos personajes en escena, saliendo y entrando, creando, moviendo cosas, sacando cosas de cajas. Todo muy bien coreografiado por Quino Falero, nuestro director, que hace que sea un gozo. Mucha gente nos dice que se les va la hora y cuarto volando viendo una relación en la que de alguna manera u otra te sientes identificado, te sientes tocado y esa es otra de las consecuencias: cuando la gente sale de ver la obra piensa mucho, se les mueven muchas cosas.
Felipe.- La historia de César y Eloy funciona como un espejo para mucha gente, y a los que no les funcione como espejo, es una oportunidad para estar viendo a través de una ventana, como voyeurs, la intimidad de una pareja contada con toda la honestidad, contada con toda la sinceridad del mundo, y esa es la propuesta que nosotros hacemos, que es trabajar con carne, sin nada de florituras. Es buscar lo esencial. Estamos contado esta historia y lo importante es que hay un trabajo de actores minucioso, con una dirección exquisita, un texto bien armado, pues yo creo que es una opción perfecta
Eso ya lo diré yo.
David.- -que se ríe- Es muy natural, como la vida misma.
Os habéis sentido cómodos a la hora de interpretar a unos personajes a los que hay que echar tanta víscera, tanta carne.
Felipe.-. Nos conocimos hace años en un curso, pero no había ninguna relación de amistad ni nada, y llamé a David cuando decidí producir la función, porque le había visto en teatro y creí que era la persona ideal para el personaje de César, y la verdad es que todo ha fluido de una manera muy natural, como el trabajo con Quino, el director, rápido y muy efectivo. En dos días, ya teníamos más o menos una relación creada de verdad y luego se ensayó todo.
Felipe, tú ya habías interpretado a Eloy.
Felipe.- Yo ya había hecho esta función, pero Quino Falero me obligó a que cambiara toda la composición, porque al trabajar con otro actor es todo totalmente diferente, y con David todo funcionó muy bien, en tres semanas estrenamos la función.
David.- Felipe me avisó de que sólo teníamos un mes para montarlo, y yo le dije que sí. Coincidió mi última semana de las representaciones del musical de Sabina con los primeros ensayos… Iba simultaneando ensayos con funciones, pero muy bien. Iba estudiando casi al día, estudiaba por la tarde la escena que trabajábamos al día siguiente, y todo fue encajando muy bien. Cuando por fin hicimos un pase con toda la función entera, fue como una montaña Rusa, ya que no es lo mismo hacer una escena con una pelea muy fuerte y trabajarla una y otra vez, y estar todo el rato en esa sensación, que pasar de esa pelea tan fuerte a otra escena en la que nos reímos o estamos comentando una anécdota.
Felipe.- La función es una montaña rusa constante, y este es el reto como actor, no perder ni por un sólo momento la concentración, o relajarte, porque el viaje que tienes que hacer es tremendo… pasas de una escena con un estado a otra con otro totalmente opuesto, pero no sólo a nivel emocional, sino de energía, de muchísimas cosas, y claro, como actor «tienes que estar alerta», que nos decía el director.
Hay que tener mucha cintura para cambiar de registro en décimas de segundo.
Felipe.- Hay que tener mucha cintura y mucho fondo.
David.- Menos mal que estaba las transiciones, que en principio nos horrorizaban, porque era difícil cortar una sensación y pasar en unos segundos a otra, pero Quino Falero nos daba mucha confianza y nos decía «No os preocupéis por las transiciones, no aceleréis, de verdad sentirlas dentro y que sea el cuerpo el que os pida el momento de romper. No rompáis vosotros como actores”. Y para un momento largo de silencio «El público está tan metido y tan concentrado en lo que estáis haciendo que saborea esa transición como si fuera un caramelo».
Felipe.- El público lo necesita para asimilar tanto cambio de escena, tonto ir de un sitio a otro.
David.- Yo creo que es bueno para el público y bueno para nosotros, porque nos reubica mucho, y ahora las transiciones son los momentos que más disfrutamos. Vuelves con el público, vuelves a la realidad. Esas transiciones son momentos muy mágicos que nos gustan mucho.
El silencio en el teatro es una presencia y un diálogo potente.
Felipe.– Yo me quedo sorprendido con esta función, porque hay días que hay hasta carcajadas y tampoco es una comedia, pero hay momentos con mucho humor, y luego hay unos silencios tan espectaculares que parece que está el teatro vacío.
David.- Sí, parece que estamos solos.
Felipe.- Y hay más de cien personas pendientes de nosotros.
Es cierto lo que dicen, en teatro no hay ni trampa ni cartón. Es tan simple como complicado de hacer bien. Se cuenta con un texto, la voz y el gesto de los actores, y con estos medios se puede conseguir una emoción en estado puro, que prenda en el espectador. Y os aseguro que Felipe Andrés y David Tortosa consiguen ese hechizo con el texto de Fernando J. López y la dirección de Quino Falero. Si acudís a la sala El Sol de York a ver esta función, seguro que la calle Arapiles, al salir, tendrá otro color.
Cuando fuimos dos se representa en la sala EL SOL DE YORK C/Arapiles 16. Metro: Quevedo. Los días: 22, 23, 27 (Noche de los Teatros), 28, 29 y 30 de marzo y 4, 5, 6, 12 y 13 de abril a las 22:45h.
Precio: 12 euros
Teléfono de reservas: 91 445 85 96 – Venta online: www.atrapalo.com