Existen las coincidencias, las buenas, las malas y las tétricas. Ha muerto Lou Reed, y la primera reacción que uno tiene es la lógica tristeza ante la caída de un icono pop de esta envergadura, cuando resultó además un escritor de altura y un gran explorador del rock and roll. Supongo que le ha llegado la hora, aunque tampoco tenía pinta de ser el siguiente, lo que me hace sospechar si son verdad los rumores de mi conciencia: ¿Se acerca el final de los tiempos, culturales, quiero decir? E incluso ajustándonos más, ¿realmente está llegando el final de los tiempos del rock and roll?. Habrá quien diga que eso se ha dicho siempre, que el rock no puede morir si la gente lo sigue tocando y todo eso…, yo quizá hablo de otro tipo de apreciación, menos práctica y más simbólica o icónica incluso. Los artistas plásticos no trabajan con dos dimensiones, ya no, es lógico, los géneros, estilos o ramas del arte, por evolución nacen y mueren. Cuando caigan Richards y Dylan todo habrá acabado…, por ahora sigue bajando la lista.
Lou, de 71 años hasta ayer, ha sido y seguirá siendo mucho, y por muchos motivos. No fue él solo, siempre estuvo acompañado por los mejores en las mejores circunstancias posibles, he aquí las buenas coincidencias. Un tío con un talento y con un espíritu tan desbocado y salvaje como el suyo tuvo la oportunidad de reinventar las reglas del rock gracias a sus comienzos con la Velvet, en plena “primavera newyorkina”, arriesgando en actitud y maneras, con un sonido a ratos imposible, con John Cale y con la enorme Nico de colchón marketiniano, todo perfectamente estudiado por el estratega Warhol, ya de sobra posicionado en el ambiente…, si señor, una gran forma de comenzar, de crear una nueva tendencia lisérgicaopiácea y bastante oscura por cierto, que dio una patada en la boca a modo protopunk a todos los hyppies y a su paz imposible y en la mayoría de los casos impostada. Las profundidades estaban siendo ya exploradas, eso si, a base de cantidades ingentes de sustancias y alcohol, porque realmente de qué manera si no puedes hacer lo que hizo este hombre…, de hecho 71 no está nada mal…
Su muerte, aunque lógica, es una coincidencia mala, te pilla en un bar ya medio tocao y enseguida reafirma y realza en cierto modo una parte del sinsentido que todos llevamos dentro, la muerte se acerca y la historia personal e incluso global, de repente importa muy poco… ¿Dónde estará ahora Napoleón?
Si, las coincidencias malas tienen que ver siempre con la muerte, igual que las tétricas, que acotando el terreno y tras varios casos contrastados en diferentes momentos, se puede decir que existe como fenómeno, la coincidencia tétrica a la que concretamente me refiero, aquella de ponerse casi a diario, la semana antes del suceso en cuestión, tu disco favorito del artista que esta a punto de palmarla; en este caso llevo una semana revisitando Transformer y lo de ayer fue realmente un palo, aunque, como todo ha de ser generativo, incluso la muerte, la caída de un ejemplo como Lou Reed, lejos de empeorar el asunto puede incluso recordar a la peña que no todo ha de moverse en un espacio limitado de estándares y fórmulas concretas, que los animales de rock and roll son necesarios por la energía incomparable que trasmiten, que hay que ser más respetuosos con el arte, que no solo de pan y sexo se alimenta el hombre, que aun no se ha privatizado el alma, que debemos seguir y seguir siguiendo…
En todo caso, más allá de los hilos narrativos, Lou Reed hoy descansa en paz, además ya iba siendo hora. Gracias Lou.