En la imagen las actrices Marta Alonso, Teresa Alonso y Celina Fernández Ponte «Los versos libres» de la Cía. Vuelta de Tuerca, escrita y dirigida por Juanma Romero Gárriz ©Patricia Quero
Por Luis Muñoz Díez
Con Los versos libres, Juanma Romero Gárriz realiza una labor entrañable al colarse en el recuerdo de una mujer que fue un verso libre, y, a través de ella, en el de sus hijas Emilia y La Alex, y todo su entorno. Recrea situaciones y lugares emblemáticos donde se vivió el principio del fin de la clandestinidad de lesbianas, gais y transexuales.
España dio un giro radical con la muerte del dictador Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975. Faltaba poco más de un mes para que sonaran las campanadas de 1976, y, desde esa fecha hasta 1982, cuando el PSOE ganó las elecciones generales con mayoría absoluta, los acontecimientos se sucedieron vertiginosamente. Pertenecer al PCE era delito hasta marzo de 1977, y tan solo dos años después, este partido permitió al PSOE gobernar en muchos ayuntamientos, incluido el de Madrid. En cuestión de meses, pasaron de la clandestinidad a convertirse en una fuerza política dentro de las instituciones.
Sin embargo, la lucha sin cuartel que aborda Romero Gárriz es más compleja. En esas fechas, la homosexualidad seguía figurando en los manuales médicos internacionales como una enfermedad psiquiátrica.
La homofobia estaba profundamente arraigada en la sociedad debido a siglos de condena, tanto religiosa como legal, sin importar la afiliación política. Hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud no retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades, y algunos países reticentes argumentaron que la decisión obedecía al poder económico de la llamada “mafia rosa”, sin aportar pruebas científicas que lo justificaran.
Con lo anterior, quiero señalar que la lucha de lesbianas, gais y transexuales se sustentaba únicamente en la fuerza individual, soportando humillaciones, encarcelamientos y, en la mayoría de los casos, el rechazo de sus familias y amigos.
También quiero resaltar que la fe en Dios de Gloria, la protagonista, era algo común en ese momento. En la universidad, era natural pasar de pertenecer a Acción Católica, con una activa labor de ayuda a los desfavorecidos, a militar en partidos de izquierda, como se puede comprobar en muchas biografías.
Tras tanta represión, el final de los 70 se vivió como una fiesta, a pesar de las redadas y la homofobia —cuyos vestigios aún persisten 54 años después—. Era posible acudir a discotecas y locales donde se podía dar rienda suelta a pasiones que, a la luz del día, no tenían lugar. Sin embargo, hay que reconocer el valor de esa generación que decidió visibilizar su condición, conociendo las consecuencias legales y, quizá lo más doloroso, el rechazo —rozando el asco— de sus familias y entornos, que hasta ese momento les habían proporcionado seguridad y cobijo.
El autor se entrevistó con una mujer que vivió esa lucha y nos la cuenta en singular, lo que es un acierto, ya que cada persona es única e irrepetible. Detrás de cada decisión hay una razón personal, por más que la vocación gregaria nos empuje a decir “nosotras” o “nosotros”. En el fondo y en la forma, las decisiones y sus consecuencias se viven de manera individual. Por eso considero acertado también el título «Los versos libres».
Gloria, nuestra protagonista, vivió los años 70 en Madrid. Era creyente y militante de movimientos que aún no tenían nombre. Casada y con tres hijos, su instinto no le permitía encasillarse en etiquetas; no se identificaba ni como esposa ni como madre. Sabía que ese rol debía desempeñarlo alguien, pero no estaba marcado por la genética ni por el género. De hecho, fue cuidada por la mujer de su padre, y ella misma recurrió a esta mujer para que cuidara de sus hijos, confiándoselos finalmente a su propio padre.
El personaje que nos presenta Juanma no engaña. Gloria advierte al padre de sus hijos que su lugar está en la calle, detrás de cualquier pancarta. Confiesa sin pudor a su pareja y a sus amigos que se excitó viendo una escena de la película «Emmanuelle», en la que la protagonista mantiene una relación explícita con otra mujer.
Dicen que de buenas intenciones está empedrado el infierno, pero en el presente continuo en el que vivimos no hay tiempo para sopesar el alcance de nuestros actos hacia terceros. Gloria se enamorará de la profesora de sus hijos y lo dejará todo por ella, quien luego la abandonará por otra.

«Los versos libres» de la Cía. Vuelta de Tuerca, escrita y dirigida por Juanma Romero Gárriz ©Patricia Quero
Gloria no es presentada ni como víctima ni como verdugo, aunque tenga de ambas cosas. Sin embargo, su aplastante sinceridad la redime de toda culpa. Prescinde de sus hijos, primero confiándoselos a su padre y, después, al visitarlos, siente que ni la reconocen ni la necesitan. Sea falso o cierto, esa es la creencia válida para ella, por más que tambalee la idea de que una madre es una madre y debe sacrificarse por sus hijos.
Existen padres que, cuando las cosas se complican, se ausentan, tal como hace Gloria. Pero no entiendo por qué, cuando esto ocurre en los hombres, es reprochable, mientras que en las mujeres es un acto imperdonable.
Gloria cree en Dios a pesar de su orfandad inclemente y la muerte de su primer hijo, pues ve en ello la mano divina que le permite seguir viva y con fuerza.
Los versos libres es un tríptico de tres mujeres: Gloria, su hija mayor Emilia —que fue devuelta a su madre por su padre con una carta justificando su presencia para cuidarla—, y La Alex, otro de sus hijos, quien sentirá que habita un cuerpo que no le corresponde y escapará de la casa de su padre. Tras años de peregrinar sin papeles de Sevilla a Madrid, sin un lugar donde refugiarse, se verá abocada a la prostitución.
Cuando toda esta historia se declina en pasado, Gloria, que sigue a lo suyo, se topará en un concierto con su hijo, ahora conocido como La Alex. No será fácil para la madre ser aceptada, como tampoco lo fue para Emilia convivir con ella, pero si bien el pasado no puede cambiarse, Gloria, Emilia y Alex siguen vivas.

«Los versos libres» de la Cía. Vuelta de Tuerca, escrita y dirigida por Juanma Romero Gárriz ©Patricia Quero
La historia gira en torno a Gloria y, por extensión, a sus hijas, pero Juanma ha sido fecundo al crear personajes, y las actrices se multiplican para interpretar a madre, hijas, marido, segunda esposa del padre de Gloria, segunda esposa de su marido, novias, compañeras de calle de Alex e incluso policías.
Una propuesta tan coral es imposible de resumir en una crónica, por lo que os animo a asistir a una representación de Los versos libres. Sus personajes respiran y nos recuerdan lo rápido que pasa el tiempo, conduciendo irremediablemente al olvido.
Hoy en día, no es fácil asimilar, bajo los códigos actuales, el estado de indefensión en el que vivieron estas personas y lo que tuvieron que pasar para visibilizar su identidad.
Juanma Romero Gárriz ha contado con la asistencia en la dirección artística de Celina Fernández Ponte e Irene Caballo, el movimiento escénico de Patricia Roldán, el diseño de iluminación de Cris R. Cejas, la escenografía y el atrezo de Berta Navas, así como con un audiovisual de Enrique Muñoz que nos permitirá viajar de los años 70 a nuestros días. La música original y el espacio sonoro, que ambientan y acentúan la puesta en escena, son obra de Beatriz Vaca (Narcoléptica).
Y, por supuesto, con la entregada labor de las actrices Marta Alonso, Teresa Alonso y Celina Fernández Ponte, que multiplican sus interpretaciones, encargándose de todos los personajes, logrando estar a la altura del alto listón que se les pide.

En la imagen Celina Fernández Ponte, Teresa Alonso y Marta Alonso «Los versos libres» de la Cía. Vuelta de Tuerca, escrita y dirigida por Juanma Romero Gárriz ©Patricia Quero
Los versos libres de la Cía. Vuelta de Tuerca, ha sido presentada en la Sala La Cuarta Pared de Madrid los días 11 y 12 de octubre, dentro de la programación de la XI muestra de creación de Surgue Madrid en Otoño, dentro del apartado Lenguajes relacionados con la teatralidad.
Autoría y dirección: Juanma Romero Gárriz Asistencia a la dirección artística: Celina Fernández Ponte e Irene Caballo
Interpretación: Marta Alonso, Teresa Alonso y Celina Fernández Ponte
Movimiento escénico: Patricia Roldán, Diseño de iluminación: Cris R. Cejas
Diseño de escenografía y atrezzo: Berta Navas Creación audiovisual: Enrique Muñoz Música original y espacio sonoro: Beatriz Vaca (Narcoléptica)