Por Luis Muñoz Díez
Los otros hijos de Dios (Almuzara 2020) es el nuevo libro de Mª Ángeles López de Celis. La autora con él nos invita a reflexionar sobre la desigualdad, cuando directamente mata, denuncia no ya, la falta de empatía, sino que miramos pero no vemos. Sobre este fondo apocalíptico presenta una apasionada historia de amor, en que el conflicto africano pesa por sus razones éticas.
La autora elige el recurso del narrador para contar la historia. La voz se la otorga a Elena, una diplomática española, y Alta Comisionada de Naciones Unidas para refugiados, que espera la salida de un avión con destino El Cairo.
Hija de diplomático, su vida ha transcurrido en los países en los que su padre era destinado, anclada siempre en una clase social alta, pero el destino adelantándose a su historia marcó que, Elena y su hermana gemela Mónica vieran sus primeras luces en África.
Se dice que no percibimos nada más que lo que previamente en nuestro cerebro está coloreado para ver, y en pequeñas comprobaciones se podría dar lo dicho, por cierto.
Elena vive instalada en Ginebra, aunque realice viajes regulares para supervisar el estado de los campos de refugiados, vuelve al confort del primer mundo, con su moral fortalecida de quién obra con justicia.
En uno de los viajes coincide con Diego Serrano, su excuñado, exmarido de su hermana gemela Mónica, con la que la diplomática mantiene un desencuentro desde niña. Su gemela es una actriz bella, voluble y caprichosa, que en principio choca con el orden de vida de Elena.
El reencuentro con Diego, por el que siempre sintió simpatía no es fácil. Diego era un brillante traumatólogo infantil que, en su día no supo asimilar el fracaso de su matrimonio, y cayó en el inclemente mundo de las adicciones, para paliar su depresión. Un hecho ocurrido ejerciendo su profesión, cuando atendía a una víctima del 11-M, zarandeó su conciencia.
Una vez superada su adicción buscó su redención en África, trabajando como médico cooperante, pero una persona le susurró al oído que eso era una simple huida, que un trabajo por altruista que fuera no podría callar sus ruidos interiores. Le aconsejó que volviera a su origen, se reconciliase con él mismo, y solo entonces estaría en condiciones de volver, y ayudar.
Elena en su visita al campo de refugiados encuentra a un Diego fuerte, con su particular travesía del desierto cumplida. Entre los excuñados surge una pasión que los atrae poderosamente, y a la que se entregan sin demora.
La distancia que separa a la Alta Comisionada en Ginebra, y al médico cooperante en Chad, hace que la razón pese sobre la pasión. Sometida Elena, a la presión de su padre y su hermana, para que no siga adelante con la relación, pero el verdadero desencuentro de la pareja tiene una raíz más profunda, que a Elena le conducirá a su particular noche oscura.
La autora antes, después, y sobre la apasionada historia de amor, conforma un atlas del África subsahariana al detalle, sin usura. Basado y contrastado con datos ciertos, para elaborar tan primoroso mapa, es preciso tener un conocimiento exhaustivo de política internacional, que sin duda la autora atesora.
Documentando razones y entresijos que condenan a morir no solo de hambre, también de sed, propicia los flujos migratorios y el tráfico seres humano, ante el desinterés del norte, y la tiranía de unos gobiernos formados por nativos, cómo pantalla cómplice para la especulación de empresas extranjeras.
Los otros hijos de Dios, es un libro que contempla la capacidad que tenemos para cambiar, si nos lo proponemos, y a la decadencia de pensamiento que conduce tratar únicamente con iguales, que te reafirmen en tus creencias, a veces falsas.
López de Celis sin dejar de enriquecer la historia aportando datos, narra con destreza el contrapunto del “civilizado norte” con la vulnerabilidad extrema de los nacidos en el sur, describiendo el amor, y desamor de la pareja, que mantienen creencias encontradas.
Elena se reafirma en el ideario de la institución que representa, que se limita a facilitar ayuda para paliar una pobreza inabarcable, sin intromisión alguna en la política que causa el daño irreparable. Diego cree que se trata de una caridad que palia, pero no remedia, y para atajar el mal habría que encararse con la cadena de responsables de la desoladora situación.
El discurso de Diego, Elena lo percibe como un ataque directo a su ética, y le llega a hacer daño, cuando el médico cooperante es galardonado con un premio que concede ACNR que, le entrega Elena como Alta Comisionada. El médico galardonado cuando toma la palabra en el acto, en el tiempo destinado a los agradecimientos, pronuncia un discurso en el que arremete contra la institución que la Alta Comisionada representa.
La lectura del libro capta la atención, por la rica documentación que desvela de un continente que sangra. El amor de Elena y Diego sirve para como reflexión. Y, nos recuerda que la dudar enriquece, porque incita a buscar otros puntos de mira.
Con la estrategia del agua el discurso del médico cooperante cala en Elena, como calaron las palabras que le indicaron que, ayudar no es posible sin haber aliviado de peso la mochila que cargas.
La autora describe el poder con la naturalidad del quién lo ha conocido de cerca, con la misma facilidad que describe escenarios, hace hablar, y desenvolverse a los protagonistas. Sin olvidar nunca, que fueron y crecieron en la clase de los elegidos, y eso marca de por vida.
El resto de la apasionante historia, no es mi labor desvelarla, porque mi intención es que lean y disfruten del libro. Lo único que les adelanto, es que Los otros hijos de Dios es un libro con moraleja, el desenlace que nos lleva al final de la historia, lo causa un mal que conocemos, pero consideramos ajeno.
Los otros hijos de Dios, de Mª Ángeles López de Celis (2020) Editorial Almuzara