Por Luis Muñoz Díez
Poner en un escenario un espectáculo como Los Narciso requiere la pericia de un buen director teatral para que administre el drama y la fértil creatividad de un coreógrafo para acabar de configurar con la danza la dramaturgia de la pieza, de amabas labores se ha hecho cargo Helena Martín con un pulso preciso que talla la pieza en humo.
La obra se inspira en el mito de Dido, reina de Cartago y un héroe Troyano, con toda la grandilocuencia de un amor consumado e imposible en la cumbre del poder, con el peor final para la reina enamorada. Un drama que inspiró a Henry Purcell para escribir una partitura que es pilar para la música Barroca. Helena Martín reubica el drama en lo cotidiano de una familia mediterránea, sin renunciar a la tragedia que supone afrontar la muerte como elección.
Con la entrada de la madre –Remei Domingo– en escena se inicia la función. La mujer va despojándose de su ropa de luto, mientras el espacio creado por Pablo Peña lo ocupa una música que suena un tañar de campanas de iglesia, como las que sonaron solemnes e inexorables para el funeral de -la Adela- de Lorca.
Los Narciso de Helena Martín. Sentados a la mesa David Acedo y Lucía Fernández, de pie Remei Domingo, sentados de espalda Daniel Morillo y Yolanda Barrero Foto ©Pablo Lorente para Teatros del Canal. Pulsar la imagen para ampliarla
La pieza retoma el momento festivo en el que llegó el joven enamorado, que asiste a una comida para conocer a la familia de su amada ante la impaciencia de su madre, su hermana y su cuñado. En principio lo acogen con un celo muy latino, como si estuviera llamado a casarse con todos. Lo que de alguna manera es cierto. El cuñado repone el vino en las copas, estableciendo un compadreo con el recién llegado que él no entiende, como no entiende que se pongan a rezar antes de iniciar la comida, en ambas acciones, como otras que vendrán, redimen a la pieza del drama por la vía del humor.
La directora crea dos espacios diferenciados. Uno será la mesa donde se asienta lo cotidiano, un lugar donde se celebra la vida y se nutre la familia, que sirve de puerta sin dintel para lo abstracto y lo épico. La seguridad del hogar contrapuesta con el riesgo de la intemperie.
El escenario lo ocupan los que bailan su destino y conviven con el resto que permanecen sentados a la mesa, que en cada momento está en el lugar de su protagonismo con su significado de permanencia.
Los Narciso de Helena Martín. En la mesa Lucia Fernández de pie y Yolanda Barrero de pie, Daniel Morillo y David Acedo y en el inicio de su danza Foto ©Pablo Lorente para Teatros del Canal. Pulsar la imagen para ampliarla
Sublimando la dramaturgia danzarán David Acero y Daniel Morillo con una retórica estética de masculinidad, con lenguaje y ademán taurino, con pasos de claqué. Los bailarines evidencian a su cuenta la rivalidad épica, aportando al espectáculo una gran belleza con la sucesión de movimientos limpios, ejecutados con precisión, haciendo de nuevo un guiño a la comicidad que resta hierro al drama.
El ademán de la madre, en su gesto y en su baile, tiene algo de Picasso, cuando en la mesa acaricia la cara de su hija como para exorcizar su destino, amasa su cara deformándola para lograr otra que contemple un futuro más amable, o cuando baila al fondo del escenario con una silla, complementando la danza de David Acero y Daniel Morillo. Los movimientos decididos de Remei Domingo recuerdan una “tauromaquia” del pintor malagueño, cuando el “maestro” entra a matar al toro jugando con la simetría de la silla.
La pieza aborda la muerte en su umbral. Simbólica cuando se manifiesta con el desamor, porque el desamor mata. El desamor tiene su lenguaje y engaña, en forma de aviso inclemente y persistente: que sin el ser amado las claves de tu propia vida ya no tienen sentido.
Los Narciso de Helena Martín. En la imagen los actores Daniel Morillo y David Acedo Foto ©Pablo Lorente para Teatros del Canal. Pulsar la imagen para ampliarla
Pero antes de llegar al desamor está la danza del amor que realizan con enjundia Lucia Fernández Peral y su amado, David Acedo. Con un palmoteo a mano abierta como si palpara, marcara y poseyera, entrando sin aviso por los hombros o por la cintura. Se crea vibrando sin usura la tensión del deseo de los amantes, en su lucha de acoso y derribo. Resuelto con una plasticidad que estremece por el riesgo de transitar unos caminos en que la ley del deseo no tiene en cuenta a la razón igualándolo al proceder de la muerte. En la culminación de su amor, la enamorada se introduce de abajo a arriba en la camisa de su amado, y creen, y creemos, que son uno con dos cabezas, pero tanto en el amor como en el desamor somos siempre dos.
Los Narciso de Helena Martín. David Acedo y Lucía Fernández, iniciando su danza de amor Foto ©Pablo Lorente para Teatros del Canal. Pulsar la imagen para ampliarla
La pieza rebosa mediterráneo por la manera de encarar la vida, por su humor socarrado, como lo hacen los habitantes de la vieja Europa mediterránea desde hace siglos, y la parte simbólica, rayana en el surrealismo, que puede llegar a tener lo cotidiano. Hay un personaje del que se hace cargo Yolanda Barrero, hija esposa y hermana, que está presente durante toda la representación. Un comodín imprescindible que siempre pisa tierra, el único personaje dotado de voz, para llamar a su madre, y protagonista de la escena en que la madre pretende colocar con alguna la mantilla de la novia, sin mucho éxito, y ante lo que no parece tener solución le pone entrega su madre el tocado que ella ha de lucir, y pasen a lo practico, que es acudir a la boda.
Helena Martín respeta el mito y Dido, la enamorada, derrama de manera generosa su sangre, ya sin dueño, cuando su «Eneas» le abandona. Ella muere voluntariamente, y con ella, una parte de su madre, y de su hermana que lo hacen obligadas, agrandando el miedo a la muerte que solo es patrimonio de los vivos.

Los Narciso de Helena Martín. David Acedo y Lucía Fernández, en su particular viaje por los caminos del deseo Foto ©Pablo Lorente para Teatros del Canal. Pulsar la imagen para ampliarla.
Los Narciso, estará el 15 y 16 de septiembre a las 20.30h, en la Sala Negra de Teatros del Canal -Madrid- / Estreno absoluto – Danza-teatro País: España / Duración: 1 h / Encuentro con el público al terminar la representación: 15 de septiembre
Basada en el mito de Dido y Eneas Dirección y coreografía de Helena Martín Intérpretes: David Acero, Yolanda Barrero, Remei Domingo, Lucía Fernández y Daniel Morillo.
Iluminación: Gloria Montesinos y Keith Yetton, Música y espacio sonoro: Pablo Peña Fotografía: Pablo Lorente / Foto y diseño cartel: Javier Garceche. Vestuario: Helena Martín, Marta Otazu y Víctor Donoso Asesor espacio escénico: Hansel Cereza Asesor poético/musical: Eduardo Carranza Producción: Marta Otazu (LaFiguranta Producciones) Coproducción: Centro Coreográfico Canal-Teatros del Canal