Sensibilidad es tener el aguante suficiente para dejar de decir no al corazón. Aunque sea por un instante. Sólo el hecho de señalar en la dirección adecuada ya marca la diferencia entre tener sensibilidad o no dejarse tenerla.
La vida nos da y nos quita, pero de lo que no nos deja huérfanos es de la posibilidad de elegir, aunque sea a modesta escala y de forma sincopada. La elección adecuada es la que marca la victoria de la sensibilidad.
¿Y cuál es esa elección adecuada? La que nos deja llevarnos por el torrente de la vida. Que a veces sólo lleva un hilo de agua pero que otras hasta puede ser caudaloso, aunque nunca navegable.
La vida es lo que lleva en la recámara la sensibilidad, sí. No hay sensibilidad sin alarde de vida. Y por alarde de vida entiendo la total despreocupación con que gritamos su nombre hacia lo alto.
El recurso de la vida no es baladí. Siempre acecha la muerte, con sus ojos blancos y siempre tenemos que postergar la cita que tenemos con ella. A sabiendas de que todo llega, ineluctablemente.
No nos debería pesar ser sensibles. Y sin embargo…
Hay que resistir los cantos de sirena de los insensibles, que abundan y son de variadas frecuencias en el espectro radioeléctrico. No dejan de emitir en todas direcciones y son de una contumacia desesperante.
Están muy claros los temas de los insensibles. Menos evidentes son los cantos de la sensibilidad. Verdaderamente, hay que tener espíritu de poesía para intentar dilucidar su estructura interna.
Y siempre hay que echar mano de los recursos propios, quiero decir de la experiencia más íntima y personal. Por ello, los cantos de la sensibilidad tienden a ser materia de poetas y vates de toda laya.
Personalmente, mis recuerdos sensibles se diluyen a gran velocidad, puesto que están compuestos a base de “diálogos sensibles”, por así decir, entre dos o más seres sensibles.
Lo que lleva a tener que memorizar no imágenes o improntas sensitivas sino auténticos razonamientos de lo sensible. Y claro, eso se lo lleva el viento de la memoria en muy poco tiempo.
La sensibilidad es aquello que nos pasa cuando entramos en comunicación con otros sensibles y respondemos y actuamos en consecuencia. Es como una carrera con testigo, las sensibilidades se van encendiendo y apagando paso a paso.
Porque difícilmente entramos en comunicación con nosotros mismos, fuera del ámbito de la adolescencia y de los egocéntricos, no solemos tener comunicaciones místicas con nuestra propia interioridad.
Además, es mucho más bella la idea de que surja el momento sensible de la comunicación de dos mentes sensibles, eso permite equilibrar e intercambiar las sensibilidades y no dejarlas agostarse en uno mismo.
Eres sensible si puedes entrar en comunicación auténtica, sin impostaciones ni rémoras sociales con otra entidad sensible. Un perro, por ejemplo, fácilmente lo es. Un ser humano lo es con más limitaciones.
El diálogo de la sensibilidad se sostiene y se trenza alrededor de cualquier motivo por variado o fútil que pueda aparentar ser. Lo importante es la estructura motívica, la trabazón que nos hace ser sensibles en ese momento.
Porque no creo que el ser humano pueda ser sensible permanentemente, o durante un lapso muy largo de tiempo. Como la felicidad, la sensibilidad es una cuestión de chispazos, de instantes.
De ahí su magia, porque surge a veces de encuentros inesperados y en situaciones impensadas y nos regala el corazón sensible y la vida a raudales. El regalo de la sensibilidad requiere de mentes sensibles para recibirlo.
Porque la sensibilidad es también una cuestión de inteligencia, la inteligencia sensible podríamos decir, a no confundir con otras clases de inteligencia, pero parigual con cualquiera de estas otras.
Sensibilidad es una cuestión de dejar mostrarse o no sensible, de querer atrapar o generar los momentos sensibles que podamos atesorar en nuestras mentes y en nuestros corazones.
Todos tenemos esa capacidad, la de la sensibilidad, otra cuestión es que deseemos mostrarnos sensibles y en qué medida y en qué situaciones. Creo que la dificultad primordial es la necesidad de creer que intimidad y sociabilidad pueden ir de la mano.
Porque hay gente muy celosa de su intimidad. O al menos prefiere expresarlo así. Yo creo firmemente que la intimidad no está reñida necesariamente con la sociabilidad. Y tener un diálogo sensible con otra mente sensible es un ejemplo de lo que estoy diciendo.
Alguien que sólo se muestre sensible en soledad me parece, como ya he dicho, y si no es un adolescente, un egocéntrico.
¿La finura de espíritu es cosa de espíritus sensibles? Claro que no, pero un momento de sensibilidad en personas de afinada espiritualidad es cosa verdaderamente sublime y a no dejar escapar.
Tener un espíritu afinado a mano es la mejor opción para generar ondas sísmicas de sensibilidad de gran carga de profundidad y a profundidades de la personalidad considerables.
La sensibilidad no quita, no priva, no resta, los momentos sensibles compartidos son una auténtica sinfonía de notas variadas, en armonías sublimes bien que puedan ser muy sencillas si se analizan adecuadamente.
Las mentes sensibles están en comunión a lo largo y ancho de todo el planeta, como se dice que los sonidos y silbidos que emiten algunas ballenas crean una red mundial transoceánica.
Creo que para una persona que goza habitualmente de momentos sensibles con otras mentes sensibles, le resulta más fácil incrementar su cuota de sensibilidad recíproca en cualquier punto y lugar.
Gozamos de sensibilidad a cuantos, en paquetes sensibles, pero eso no quiere decir que no podamos manufacturar una persona o mente auténticamente sensible, quiero decir en casi todo momento y situación.
Algo así nos introduciría en el terreno de la utopía, el terreno donde se cultivan los jardines adyacentes e intercomunicados de muchas gentes de bien en muchos lugares de la Tierra.
Pero no quiero quedarme sin mi ración de hortalizas y verduras, preferentemente cultivadas en mi huerto sensible y abierto al mundo.
Una excelente descripción por parte de José Zurriaga del concepto «sensibilidad» en la que nos acerca al mundo especial del «sentir», el sentimiento y la emoción, el gusto artístico compartido con otros seres, a la percepción y al misterio de los mundos mágicos….esos a los que cualquier ser humano puede acceder teniendo esa facultad especial para transmitir y comunicar mediante cualquier tipo de lenguaje al Otro el instante, el fogonazo, la impresión, el chip mental y la captación momentánea de un tiempo concreto de la realidad…Conozco pocos seres humanos tan sensibles como José Zurriaga y a su lado doy fe que muchas veces se produce esa magia, ese entendimiento…GRACIAS amigo por escribir este artículo…Un beso
Muchas gracias a Almudena Mestre por su disquisición tan acertada sobre los mundos de la sensibilidad y el sentimiento. Asiento con ella sobre la importancia de la comunicación instantánea y sensitiva. Un beso, querida amiga.
Otro gran artículo, José. Una delicia, enhorabuena.
Abrazos.
prefiero cortar coles
que arrancar flores
sueño con diálogos
y odio los frontones
hay obras inmortales
hay personajes como
cristales
hay instantes de
infinito como
hay sensibilidades
prestas a confluir
hay ondas sísmicas
hay melodías
cósmicas
antes o después
la Luz entre
la multitud
se hace presente
pues la Oscuridad
así nos lo dicta
porque solo ella
no nos miente
Roranna
120916-14h.
(borrador o no)
ligero y melodioso como una pompa de jabón antes de estallar en mil fulgores y alguna que otra remojadita. Bendito y bienvenido sea tu cristal, Roranna.