«Los dos hidalgos de Verona» de Shakespeare, con adaptación y dramaturgia de Declan Donnellan y Nick Ormerod, y dirección de Donnellan en CNT, en la imagen Alfredo Noval -Proteo- y Manuel Moya -Valentin-, detrás las actrices Irene Serrano -Julia- y -Rebeca Matellán- Silvia, que permanecen en escena como testigos mudos, durante toda la función Foto ©JavierNaval
Por Luis Muñoz Díez
Declan Donnellan y Nick Ormerod han adaptado la dramaturgia, y Donnellan ha dirigido la puesta en escena para la CNTC de Los dos hidalgos de Verona (The Two Gentlemen of Verona), considerada la primera comedia de William Shakespeare. La obra gira en torno a la amistad, el amor, la traición y el perdón, y presenta un conflicto clásico entre la amistad masculina y el amor romántico, con la peculiaridad de que uno de los amigos incumple por completo el compromiso de lealtad. A su vez, plantea cuestiones vigentes sobre la identidad y el cambio personal.
Valentín (Manuel Moya) y Proteo (Alfredo Noval) son dos jóvenes “amigos” de Verona. Valentín (Manuel Moya) parte hacia Milán en busca de fortuna y allí se enamora de Silvia (Rebeca Matellán), la hija del duque de Milán (Jorge Basanta). Proteo, que permanece en Verona con su amada Julia, acaba viajando también a Milán. Al llegar, se enamora de Silvia Rebeca Matellán olvidando por completo a Julia (Irene Serrano) El problema: Silvia ya está enamorada de Valentín (Manuel Moya). Para conquistarla, Proteo traiciona a su amigo, lo difama y logra que lo destierren.
Valentín -Manuel Moya- hace méritos con Silvia -Rebeca Matellán- hija del duque de Milán. Foto ©JavierNaval
Julia (Irene Serrano), bajo el disfraz de un paje, se traslada también a Milán, donde presencia en silencio las infidelidades de Proteo. La tensión dramática alcanza su clímax cuando este intenta forzar a Silvia (Rebeca Matellán); sin embargo, Valentín (Manuel Moya) interviene y logra evitarlo.
La traición de Proteo es múltiple y grave: engaña a su mejor amigo, olvida a su amada, intenta conquistar a otra mujer por la fuerza y, para colmo, cede a Silvia (Rebeca Matellán) a Turio que la pretendía, tratándola como una propiedad de intercambio. Aunque finalmente se arrepiente, su transformación parece más producto del miedo a las consecuencias que de un verdadero remordimiento. Sin embargo, Valentín (Manuel Moya) lo perdona sin dudar, como si su lealtad masculina estuviera por encima de todo, incluso de la justicia.
Julia -Irene Serrano- y Proteo -Alfredo Noval- se prometen amor eterno a pesar de que él se vaya a Milán. Foto ©JavierNaval
Julia (Irene Serrano) pese a haber sido testigo del desprecio y la deslealtad de Proteo, termina perdonándolo tras propinarle una soberana paliza. Esta decisión, por contradictoria que parezca, la humaniza: muestra que las emociones no son lógicas, que el amor puede sobrevivir al agravio y que, a veces, la dignidad se diluye en el deseo de ser correspondida.
El final, poco verosímil desde una lógica emocional o contemporánea, responde a las convenciones de la comedia renacentista, donde lo importante era un cierre armónico, aunque fuera a costa de la coherencia. Pero incluso sabiendo esto, resulta difícil no ver en este perdón instantáneo una injusticia disfrazada de virtud.
El duque Jorge Basanta y Valentín -Manuel Moya- al fondo Julia -Irene Serrano- y Silvia -Rebeca Matellán- que permanecen en escena como testigos mudos, durante toda la función Foto ©JavierNaval
El amor a primera vista, los cambios de pasiones de un día para otro y las traiciones repentinas son parte del juego teatral de la época. Para disfrutar de la obra es necesario asumir esa lógica, aceptar sus giros absurdos y abrazar el sinsentido.
La obra refleja los ideales renacentistas del amor y la virtud: el honor, la fidelidad, la lealtad entre hombres y hacia las mujeres. Todos valores que Proteo pisotea sin el menor reparo. Aquí es donde la dirección de Donnellan hace de la necesidad virtud. Aprovecha el sinsentido y lo potencia, asumiendo que la comedia permite la exageración hasta lo hiperbólico. Su puesta en escena apuesta por el humor, los enredos, los disfraces, las confusiones, y lo lleva todo al extremo.
Proteo -Alfredo Noval- y Turio -Alberto Gómez Taboada- dándolo todo en la serenata Foto ©JavierNaval
El tono cómico marca la actuación. Los actores se apoyan en pasiones repentinas, cambios de humor súbitos y traiciones fulminantes, con momentos que rozan el esperpento, como cada aparición del duque (Jorge Basanta) o de Turio (Alberto Gómez Taboada), el torpe pretendiente de Silvia (Rebeca Matellán).
La función tiene mucho encanto, como en el juego de sutilezas entre Julia (Irene Serrano) y su sirvienta Lucetta (Goizalde Núñez), cuando esta le entrega un billete amoroso de Proteo que Julia primero rechaza dignamente, luego reclama, rompe y pega para leer el contenido. Con un decorado minimalista, Donnellan mantiene a Julia y a Silvia en escena como testigos mudos, víctimas permanentes de un drama que se monta Proteo, y del que Valentín es tan víctima como ellas.
Algunas escenas son realmente brillantes. Donnellan resalta con ironía el lado grotesco de muchos personajes, como cuando Proteo (Alfredo Noval) sugiere a Turio (Alberto Gómez Taboada) que conquiste a Silvia con una serenata. Acompañados por músicos, ambos se calzan chaquetas de lentejuelas azules y cantan un bolero con entusiasmo tragicómico.
El trabajo de Jorge Basanta como el duque y de Alberto Gómez Taboada como Turio es excelente en clave cómica. Irene Serrano (Julia), Rebeca Matellán (Silvia) y Goizalde Núñez (el criado) brillan por su expresividad y ritmo, logrando que el público sonría y, en muchos momentos, ría a carcajadas. Completan el reparto Prince Ezeanyim (Pantino) y Antonio Prieto como Speed y el Bandido.
Valentín -Manuel Moya- desterrado con los bandidos: Goizalde Núñez Prince Ezeanyim y Antonio Prieto Foto ©JavierNaval
La obra, al presentar como sagrada la amistad masculina, da pie a que Donnellan juegue con una ironía muy marcada. Dirige a los amigos Proteo (Alfredo Noval) y Valentín (Manuel Moya) con todos los tópicos del vínculo viril: abrazos, peleas fingidas, sonoras palmadas en la espalda y azotes en el culo. Flirtea abiertamente con lo homoerótico: el “macho enamorado y traidor” lanza guiños a la entrepierna de Turio (Alberto Gómez Taboada) provocando el desconcierto de este y del falso paje tras el que se oculta Julia (Irene Serrano) su amada en el principio y en el final de la historia.
Con amigos como Proteo -Alfredo Noval- a Valentín -Manuel Moya- no le hace falta tener enemigos. Foto ©JavierNaval
Los dos hidalgos de Verona, está programada del 17 de abril al 1 de junio de 2025, en el Teatro de la Comedia de Madrid sede de Compañía Nacional de Teatro Clásico, más información AQUÍ
Autor: William Shakespeare
Adaptado y dramaturgia: Declan Donnellan y Nick Ormerod Traducción, asesoría de dramaturgia: Josete Corral.
Dirección Declan Donnellan
Reparto Jorge Basanta – Antonio / Duque / Posadero Prince Ezeanyim Pantino / Bandido/ Músico Alberto Gómez Taboada – Turio Rebeca Matellán– Silvia
Manuel Moya – Valentín Alfredo Noval – Proteo Goizalde Núñez – Lucetta / Lanza / Bandida/Música Antonio Prieto – Speed / Bandido Irene Serrano – Julia
Diseño de escenografía y vestuario: Nick Ormerod Diseño de iluminación: Ganecha Gil
Diseño de vídeo: Celeste Carrasco Diseño de Sonido: Sandra Vicente & Kevin Dornan Música original: Marc Álvarez Movimiento y coreografía: Amaya Galeote
Ayte. dirección: Josete Corral. Ayte. de escenografía: Sira González. Ayte. de iluminación: Javier Hernández Ayte. de vestuario: Elena Colmenar
Producción ejecutiva: Elisa Fernández Intérprete: Juan Ollero. Director de producción: Miguel Cuerdo Marketing y distribución: Julio Municio
Producción: Compañía Nacional de Teatro, LAZONA y Cheek by Jowl.