Los días luminosos, Zsuzsa Bánk

Los días luminosos, Zsuzsa Bánk

Todos nosotros luchábamos contra un vacío que, aunque no podíamos llenar con nada, era el punto donde convergían los hilos de nuestras vidas. Karl añoraba a su hermano, Aja añoraba a Zigi y yo, a mi padre, al que apenas conocía y al que los demás jamás habían visto.

Los días luminosos, es uno de esos libros que vive de la nostalgia, ese movimiento literario tan internacional, da igual Europa Occidental que Suramérica, recorre la infancia, el pueblo, las acrobacias, el circo, los pasteles alemanes, los árboles, el papá de regreso, el hermano desaparecido, la amistad, el amor entre dos chicas y un chico que, se van a querer mucho de por vida y se van a echar mucho de menos, posiblemente para la eternidad.

Podemos hablar en esta novela, increíblemente larga, blanca y amable, y buenísima persona, sobre la diferencia entre lo doméstico y lo íntimo, y de cómo esa diferencia es el mecanismo exacto para diferenciar la literatura costumbrista (de una época) y lo que vamos a sufrir con nuestros hermanos desaparecidos, nuestros padres muertos, nuestros amores no correspondidos y nuestro viaje a Roma, donde las cosas ya, pese a ser a veces luminosas, jamás volverán a ser como antes, en Kirchblüt, Alemania. Siempre buscando la sencillez, la belleza, la pausa. Todo el rato. 435 páginas.

Hay dos artistas de circo, huyendo con su hija Aja de las revueltas políticas de Hungría, la revolución del 56 y las protestas contra las medidas soviéticas que afectan al país, primer punto de transición de la oscuridad a la luz.  Las tres criaturas del pueblo se llaman Seri, Aja y Karl, y van a crecer con nosotros, los veremos jugar, reír, leer, encontrarse y desencontrarse, un desarrollo, como el de todas la vidas, físico y moral, el retrato de su tránsito de la infancia a la vida adulta, todo con una ligereza lírica entrañable, sin violencia añadida ni conflictos interiores delirantes, salvo la desgracia de vivir, y sobre todo, crecer, de irte a Roma, y acordarte del pueblo, de cuando tenías diez años y te despedías de tu amiga dando volteretas después de jugar toda la tarde.

Los días luminosos supone la fabricación de una atmósfera de recuerdo, se acentúa, se reincide y se vive en la melancolía. También hay días luminosos en Roma, viajes luminosos por carreteras italianas, evidentemente aprovechados a su vez para la nostalgia de los días luminosos del pueblo, la libertad y la infancia

El libro es una sigilosa travesía de la amistad y su destino, de la inocencia infantil y la carrera hacia la edad adulta, todos con sus traumas y sus emociones, con cierto tono lánguido y abatido en todo su recorrido, es decir, la simple apreciación de los días luminosos, ya huele a nostalgia y a historias cotidianas rurales, con naturaleza, piedras, hierba y mucha nieve, y todo eso de que nada va a volver a ser como antes, la vida que, de la misma manera abarca la libertad, el juego y las relaciones más auténticas, y a su vez la muerte, la mentira y los celos.

La  novela es narrada por Seri, una de las niñas que, también desprende luz, si por ello entendemos la detallista crónica de los acontecimientos, con una emoción e interés tan abrumadores que uno entiende que la voz pertenece más a Bánk que a la niña, por algún tipo de larga vivencia personal inspiradora del libro, algo que brilla en el inicio (la propia autora es hija de padres húngaros emigrantes a Alemania) y en la dedicatoria. Para Louise y Friedrich. Lo cual se nota en el dominio narrativo, el perfecto conocimiento de los personajes, su escenario y la visualización al detalle de los niños y el jardín asilvestrado como alegoría de la remota felicidad.

Pese a las pequeñas y grandes heridas que nos infligían nuestras madres, nos aferrábamos a éstas y nos sujetábamos fuertemente a sus manos como si de lo contrario pudiéramos caernos, como si algo pudiera tumbarnos en aquella época en que dejamos atrás todas las cosas que habían enmarcado nuestra infancia.

Maravillosa traducción de Marina  Bornas, pues las sensaciones permanecen totalmente germánicas y rurales durante toda la novela, como si Marina fuera del mismo Kirchblüt.

Autor

Javier Divisa. Mercader a tiempo parcial y escritor a intervalos fragmentarios. Autor de la novela Tres Hombres para Tres Ciudades, su segunda obra vio luz bajo el título Valientes Idiotas. Desarrolla su cáustica y rigor literario en reseñas literarias para Eñe y Revista Cultural Tarántula. Ejerce como articulista y cronista en CTXT y compagina la literatura con el business de la moda. Ha ganado algunos premios narrativos, todos sin la pertinente dotación económica, aunque eso es algo que podría lograr un mono con lobectomía cerebral. También ha sido incluido en diversas antologías de jóvenes autores de libros que están enterrados hace años en el cementerio de Père-Lachaise y no leyó nadie. Actualmente muere en Madrid, escribe varias veces todos los días a lapsos de quince minutos y nunca aparenta estar feliz en Facebook. Su tercera novela se llama Magdalena.

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