Corren tiempos propicios para retomar la lectura de uno de los clásicos de la literatura sociopolítica y filosófica, de uno de los estandartes de la lucha obrera y de la defensa de los derechos de los trabajadores: Karl Marx.
En el terreno de la economía política, la investigación científica libre encuentra no sólo al mismo enemigo que en todas las demás esferas. La naturaleza particular de la materia que trata levanta contra ella, en el campo de batalla, las pasiones más violentas, mezquinas y odiosas del corazón humano, las furias del interés privado.
Marx, El Capital, Libro I, Tomo I, Prólogo a la primera edición alemana
A la colección de clásicos de la editorial Alba se añade una excelente publicación, a cargo de Mario Espinoza Pino (en traducción de Amado Diéguez e Isabel Hernández): una completa selección de los artículos periodísticos del autor alemán en edición de lujo, en la que se recoge un atractivo y vivo análisis del contexto en el que se desarrollaron las tesis más importantes de Marx.
Es de notar, como explica Espinoza Pino en la Introducción, que las relaciones de Marx con el periodismo no fueron nunca sencillas: «Ya desde sus primeros artículos […] el joven periodista habría de enfrentarse a toda clase de adversidades». Una de ellas, quizás la primera, le condujo a plantar cara a la censura practicada a la prensa por parte del entonces monarca prusiano, Federico Guillermo IV, «paladín de un agonizante feudalismo europeo», quien, sin ningún tipo de reparos, denunció y persiguió los ataques contra su gobierno. Espinoza explica que «El vigoroso estilo del joven periodista, panfletario al tiempo que profundamente analítico, le convertiría inmediatamente en enemigo de aquella sociedad autoritaria. Una sociedad que no le toleraría por mucho tiempo».
En un artículo publicado por Marx el 1 de agosto de 1854 en el New York Tribune, su autor afirmaba, en un tono que rozaba la amenaza, que
La lucha parece destinada a hacerse nacional y a entrar en fases que la historia no ha conocido, porque hay que tener en cuenta que, aunque es posible que provisionalmente sea la derrota lo que aguarde a las clases trabajadoras, operan ya grandes leyes sociales y económicas que con el tiempo deben garantizar su triunfo.
Marx no duda en arremeter contra los capitalistas y los componentes de la clase media, quienes, a su juicio (en una afirmación que bien podría haberse redactado en la actualidad), «han aprendido a odiar y a temer los movimientos políticos ostensibles: ‘Los hombres respetables, caballero, no nos unimos a ellos’, dicen con hipocresía». Una hipocresía que sólo lleva al estancamiento de la clase trabajadora y a la imposible lucha por sus derechos. Aquella problemática clase media, nos explica Marx, se escuda en su dependencia de la aristocracia: tan sólo actúan -y no puede hacer otra cosa, aseguran- bajo el influjo del monopolio y los privilegios de los capitalistas. Ante tal panorama, casi desesperanzador, Marx concluye con un marcado acento de denuncia (¿de verdad este texto no pertenece a nuestros días?):
Cuantos intentos ha hecho el Parlamento para que la mano de obra trabaje en condiciones más humanas se ha topado con la oposición de la clase media, que siempre los reciben con la misma cantinela: ¡comunismo!
¿Pero a qué «leyes sociales y económicas» se refiere un enigmático Karl Marx en las líneas de su artículo de 1854? Si echamos mano del primer tomo de El Capital, en su Prólogo a la primera edición alemana, leemos que su intención es la de «indagar el modo de producción capitalista y sus correspondientes relaciones de producción y circulación», e inmediatamente después se refiere a una serie de «leyes» que «se imponen con férrea necesidad». Marx pretende, de este modo, revelar (no al modo oracular -casi profético-, sino amparado por el método científico) las leyes económicas por las que se rige el movimiento de la sociedad moderna.
Unas leyes que, por económicas, afectan asimismo al funcionamiento de la sociedad en su conjunto, y que en su condición de «naturales» (necesarias) no pueden ser abolidas, pero asegura Marx, «sí se pueden acortar y atenuar los dolores del parto».
El feudalismo de Inglaterra no perecerá bajo los procesos de disolución apenas perceptibles de la clase media: el honor de esa victoria queda reservado a las clases trabajadoras. Llegado el momento de su intervención en el escenario de la acción política, entrarán en liza tres poderosas clases que se enfrentarán entre sí: la primera representa la tierra, la segunda el dinero, la tercera el trabajo. Ahora se está imponiendo la primera, pero la segunda acabará por agachar la cabeza ante su sucesora en el terreno del conflicto social y político.
Marx, «La clase media inglesa», 1854
Este volumen, en el que se dan cita los más importantes Artículos periodísticos (400 páginas, 24 euros) de Marx, auxilia al lector del alemán a entender de manera histórica los cambios y evoluciones que sufrió su pensamiento a lo largo de su compleja carrera intelectual. «No es la filosofía -apunta Mario Espinoza-, sino su labor periodística la que se implica constantemente en los conflictos políticos, sociales y económicos de su época. El periodismo de Marx en su laboratorio, su taller en la historia, donde crea hipótesis, recoge datos, elabora acontecimientos y se interroga por las causas de éstos. Es el espacio donde se forjan sus ideas, donde emergen sus posiciones políticas de manera más viva. Uno de los lugares privilegiados para entender la praxis política de Marx y sus procedimientos de investigación».
En estos artículos, auténticas piezas de coleccionista, que satisfarán tanto a especialistas como a curiosos interesados en la obra del genio de Tréveris, encontraremos al Marx más humano, pero también al contumaz intelectual que se enfrenta al poder establecido (cuando la censura o la persecución política no se lo impiden), blandiendo como única arma su pluma, cargada de ideas que desea no sólo propagar, sino también -y sobre todo- poner en práctica.
Un libro, por otro lado, de ferviente actualidad, que nos invita a investigar y observar las estrechas diferencias que nos separan del siglo XIX, tan cargado de problemáticas sociales, políticas y económicas, y que tan de cerca vivió -y sintió- Marx. Un Marx que se nos presenta en una faceta aún poco conocida (y por ello tan interesante): como un cronista que, lejos de participar de los intereses gubernamentales o periodísticos de turno, ejerció su profesión hasta las últimas consecuencias (incluso cuando se veía asediado por una pobreza que llegó a ser preocupante, casi peligrosa). Un testimonio ineludible y necesario para caer en la cuenta de que el compromiso que Marx demanda no es sino la condición necesaria que hace posible la más difícil -pero la más necesaria- de las luchas: la lucha por la libertad.
¿Por qué estas luchas? ¿Por qué en estos momentos? ¿Por qué habrá más? Porque las fuentes de vuestra vida están cegadas por la mano del capital, que apura la copa dorada hasta el final y no os deja más que los posos. […] ¿Qué otorga al capital tanto poder? Que tiene en sus manos todos los medios de empleo. […] Sólo un movimiento masivo de todos los oficios, un movimiento nacional de las clases trabajadoras, puede lograr la victoria.
Ernest Jones (1819-1869), poeta, novelista y agitador político, fuertemente influenciado por Marx y Engels, defensor del movimiento socialista británico.
es inpresionante tu articulo periodistico llama mucho la atencion de la persona lo conpartire en mi pagina web muchas grasias espero tu proximo articulo periodistico