Los años de peregrinación del chico sin color, de Murakami

Los años de peregrinación del chico sin color, de Murakami

Voy a comenzar hablando de música, y es que el autor de esta novela, Murakami, nos encandila con la elección de la pieza de Liszt, Le mal du pays para dotarla de alma como si de una banda sonora se tratase. Y ahí va una recomendación: si desean escucharla (apenas dura algo más de cinco minutos), yo lo haría durante la lectura de la historia. Esta les trasladará sin remisión al hipnótico mundo creado por el escritor japonés, sintiéndose en la piel de los personajes. Siempre podrán hacerlo como el protagonista Tsukuru, sentados en el sofá y manteniendo los ojos cerrados mientras se deleitan con las notas musicales que desprende el piano interpretado (es la versión preferida por Tsukuru y Murakami), por Lázar Berman.

Como buen amante de la música (regentó un local de jazz), Murakami suele utilizar referencias musicales para enriquecer de manera acertada tanto el lenguaje literario como el amplio repertorio de sus personajes, logrando algo fundamental: que sean creíbles.

Mucha gente opina que Murakami (Kioto, 1949), es un soberbio escritor (me encuentro entre ellos), y es que el autor  japonés amén de conseguir numerosos premios a lo largo de su dilatada carrera literaria, y de ser incluido casi siempre entre los favoritos  de las quinielas para la obtención del Nobel, es un creador capaz de poner de acuerdo tanto a los lectores como a los críticos. Meritorio aspecto logrado por muy pocos.

Premios y elogios aparte, cuando te sumerges en los mundos de Murakami no sabes por cuál de los intrincados caminos te guiará la historia, ni siquiera si lo que estás leyendo es real o pura fantasía. Si algo define a sus relatos es esa mezcla entre lo cotidiano y lo impredecible, ya que sucesos en apariencia triviales pueden llegar a transformarse en una experiencia mágica y maravillosa o en la peor de las pesadillas.

Y dicho sólo esto, dado que podría extenderme en detallar sus obras y milagros, entraré más de lleno en uno de los últimos libros escritos por tan prolífico autor: Los años de peregrinación del chico sin color. Esta es una historia que comienza con un grupo de cinco amigos, el protagonista Tsukuru Tazaki, Ao, Kuro, Shiro y Aka; a cual más diferente. Forman una magnífica hermandad de estudiantes que disfrutan de su gran amistad y que al mismo tiempo prestan a la sociedad una ayuda a través del apoyo a grupos de niños necesitados. Sirva como ejemplo de tan buena relación la siguiente frase citada en el libro, y que nos orienta un poco sobre lo que aún está por venir:

«…los corazones humanos no se unen solo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad».

El grupo que conforman tiene como regla que no haya ningún tipo de relación ni contacto sexual entre ellos para que no se disuelva y destruya (a su inexperto entender), la formación creada. Se encuentra salvaguardada por un aura y complicidad que en muy pocas ocasiones se da en la vida, siendo esta cuestión clave en la historia, ya que al reprimir sus propios instintos (tanto amorosos como sexuales) los acontecimientos se precipitarán de manera inimaginable.

Es aquí, en esta clave de la historia, donde nos podríamos plantear una primera pregunta: dado que los movimientos de los chicos se producen en círculos católicos de Nagoya (ciudad de provincias alejada de la cosmopolita Tokio), ¿es una crítica del propio autor a ciertas ideas, llamemos tradicionales dentro de la iglesia, o por el contrario es una revisitación a las sectas y grupos cerrados de individuos, como en su esplendida 1Q84De lo que no queda duda es del recuerdo imborrable y perturbador  que quedó en la mente de los japoneses a partir de los deleznables atentados con gas sarín en el metro de Tokio, acaecidos en el año 1995  y ejecutados por la secta Verdad Suprema.

Prosiguiendo con la narración, todo cambia en la vida de estos adolescentes cuando  dan  el salto a sus respectivas Universidades. Uno de ellos, Tsukuru (cuyo nombre no significa un color como el del restos de sus amigos), se distancia por su elección (pretende dedicarse a su pasión, construir estaciones de ferrocarril), siendo apartado del grupo por un suceso que no desvelaré por tratarse de la parte central del argumento. Esta marginación marcará de manera indeleble su futuro, sus relaciones, y su propia percepción; tal será su influencia que bordeará el precipicio del suicidio, algo muy habitual en los tortuosos personajes de Murakami, personajes de gran calado psicológico y con multitud de recovecos  por los que deambulan sus impredecibles pensamientos.

Este laberinto plagado de surrealismo me recuerda a una de sus más célebres novelas: Norwegian Wood, traducida en España como Tokio blues, donde también tienen un gran peso las conductas de los personajes. Fue adaptada al cine en el año 2010.

La narración prosigue con la relación entre el protagonista y una mujer mayor que él, por la que se siente atraído. La conexión que se establece entre ambos servirá de bálsamo para que Tskuru afronte el problema que mantiene interiorizado desde entonces y busque una solución. Los amoríos y escarceos también suelan estar presentes en las relatos del autor, dotándolos de cotidianidad a través de sus diálogos directos, sin fisuras, envueltos en entornos urbanos (restaurantes, clubs, bibliotecas…). Evidentemente tratándose del autor nipón, estos no carecen de trivialidad sino que son el vehículo para trasladarnos hacia una inmensa tela de araña constituida por la  complejidad de sus personajes, y en las que de igual modo que sucede con la trampa de los arácnidos, encontramos restos de cadáveres (reales o imaginarios) que han ido quedando atrapados a lo largo del relato.

Otros aspectos interesantes tratados en la novela son: la importancia que pueden llegar a tener los pequeños detalles a la hora de tomar una decisión y su correspondiente desenlace, y la capacidad de superación para salir de alguna enfermedad consiguiendo cambiar el rumbo  de tú vida. Respecto a los detalles, es una cuestión interesante el plantearse hasta que punto estos influyen en tu devenir, o si por el contrario, nuestro destino ya está escrito y tomemos el camino que tomemos el resultado será el mismo.

Por si fuera poco intrigante la narración, Murakami introduce como en otras ocasiones una intrahistoria de tintes fantásticos, siendo el lector quien decidirá su influencia en la historia principal.

El viaje de Tsukuru en busca de respuestas finaliza en un bello marco: una pequeña localidad en Finlandia cercana al Círculo Polar Ártico, donde rodeado de bellos y salvajes bosques (¿quizá encantados y cuyos pobladores son enanos malvados?), al fin resolverá su enigmática aventura, o al menos encontrará las herramientas con las que combatir  sus demonios interiores. Allí se encontrará con uno de los “colores” y su familia: cruce de escandinavos y japoneses, rodeados de arte en un majestuoso entorno natural para la crianza de los niños. Nos podría servir una frase del padre para definir el lugar y lo que inspira:

 

INTERIOR MURAKAMI

 

«Los inviernos son largos, pero me permiten leer todos los libros que quiero, y quien sabe, quizá el día menos pensado me sienta a escribir».

Tras su periplo por tierras finesas, Tsukuru, paciente espectador de trenes en cualquier estación japonesa que se precie, vuelve a Tokio. Una vez en la capital, anhelante por descubrir el amor, el perfeccionista ingeniero esperará la respuesta; pero ella quizá no lo tenga tan claro

Bella novela  la de Haruki Murakami, a la cual siempre asociaré la inquietante Le mal du pays y su poético final.

 

1 comments

  • Estupenda reseña nos trae Javier Ubach de la novela de Murakami. Bien centrada y desglosada pormenorizadamente. Enmarcando los elementos esenciales de la obra del autor japonés y abriendo una vía para la introspección a bordo de su novela reseñada. Gracias por un trabajo bien hecho, Javier!

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