El juego es bien antiguo. Tanto como nuestros osos de peluche o de trapo, nuestros payasos sabios o nuestras ranas de cartón de mirada saltona. Siempre hemos querido jugar, y también de adultos mantenemos esa pulsión.
El recuento de “me gusta” de los amigos de la red social, que por definición, son de entrada amigos imaginarios en su gran mayoría, esto es meros textos o fotos o vídeos, puede ser muy satisfactorio y encaprichado para el ego, pero no deja de ser una fantasía a cargo de emociones también imaginarias, que no reales.
¿Y qué sería eso de emociones imaginarias? Todas aquellas generadas por o que tienen por objetivo a entes imaginarios. No dejan de ser emociones y, en tanto que tales, reales, pero sin encarnadura en la realidad.
La alocada danza de amigos imaginarios puede ser un ballet fantasmagórico o bien real, si te cortas un dedo abriendo una lata de Coca-cola, por ejemplo. Pero, ¿deja o no deja de ser un bien menor, de escasa relevancia moral?
Hay un bien oculto en la red de amigos imaginarios. Se abre un paréntesis, en el que habitamos por varias horas al día, y en el que generalmente nos esforzamos por primar los buenos sentimientos y la cortesía bien acendrada. Es uno de los juegos de la mente…
¿Y qué es la mente? ¿Una mentira que nos cuenta el cerebro para que le dejemos tiempo y lugar para solventar funciones perentorias? Si así fuera, toda la historia del mundo no sería otra cosa más que una distracción. Pudiera ser…pero vamos a ver que no.
La mente sí puede crear amigos imaginarios, y “me gusta” y distraerse con ellos. Pero para la mente el único sitio es el mundo, es por eso por lo que para la mente ésta es mutuamente intercambiable con el mundo.
Y, debido a la comunicación, hay tantos mundos como personas que están en contacto. Pero una persona no es todos los mundos, sino sólo el suyo. De este modo se hace inconmensurable mente y mundo (o mundos) y surge el hiato entre ambos, que es el desconocimiento.
Es gracias al desconocimiento que surgen las personas y el mundo, como entes separados. El conocimiento es la oportunidad que tenemos de volver al origen, al seno materno en el mundo. Así, la sabiduría sería el nacimiento, un re-nacimiento.
La mente y el mundo, ¿eso tiene sentido en la red social? Los amigos imaginarios pueblan mundos imaginarios, otros mundos que son posibles…pero no son el mundo real.
Por regla general sabemos si un ente existe o no en nuestro mundo. Así no cabe la posibilidad para un ente que existe en nuestro mundo de que no exista en nuestro mundo y al revés.
Las propiedades son algo que se puede tener o se puede dejar de tener. La existencia no es una propiedad, es la condición de posibilidad para un ente de tener propiedades.
Así, el ente “caballo” existe en nuestro mundo y se puede decir de él que es blanco o gris o moteado o saltarín o juguetón. Y el ente “unicornio” no existe en nuestro mundo y no cabe aseverar que sea blanco o gris o … salvo en algún mundo posible pero no en nuestro mundo.
Los amigos imaginarios, al igual que el unicornio, saben de pastos y praderas verdes y apetitosos donde saciar su hambre pero no tienen en cuenta la realidad de nuestro mundo.
Al fin y al cabo…¿un amigo imaginario no es un extraño ente infantil que se cuenta a sí mismo un niño? ¿Desde cuando los adultos tenemos también amigos imaginarios? ¿Desde que hay redes sociales?
Así es. La red social ha recreado y reverdecido a este antiguo ser que provenía de capas y capas ancestrales de nuestro anclaje como seres humanos en la niñez. Ha propiciado su reconversión y da mucho juego.
¿Las estructuras mentales que lo sustentan son las mismas en ambos casos? Quiero decir, ¿hay una regresión hacia la infancia en el adulto que vive las redes sociales?
No lo creo, puesto que hay una diferencia esencial entre los dos tipos de amigos imaginarios, los de la infancia y los de la edad adulta. Y es que en la edad adulta, tales amigos tienen una existencia independiente.
Quiero decir que así como en la infancia, el niño juega y hace y deshace a su antojo al amigo, los adultos tenemos que jugar según las reglas de la veracidad y la existencia, que implican que detrás del amigo imaginario hay otro ser humano real.
¿Y cuál es la relación entre ambos entes? ¿Entre ese ser humano y su correspondiente amigo imaginario? Las de la adulta pero feraz alegre ocultación. El ser humano a sus anchas hace fingir al amigo imaginario la vida y los sentimientos que le placen.
¿A su antojo? Sí. Esa es la gran diferencia. Hay un juego de dobles miradas en espejo, puesto que para ese ser humano alternativo, nosotros somos amigos imaginarios a su vez.
La ocultación no tiene por qué sonar a mala palabra. Sencillamente indica que no se practica lo que se piensa. Eso en la vida real puede llevar a funestas consecuencias y malos entendidos, como mínimo.
Pero en la red social está bien asumido y establecido ese rol mutuo. Es la base de la relación que se establece entre amigos imaginarios. Sería algo así como un decalaje entre los espejos dobles que se confrontan y dan lugar a imágenes dobles.
Eso no es malo per se, repito. Es una convención, mutuamente asumida que comporta indiscutibles ventajas de sociabilidad -como hemos visto- aunque sea un tanto fantasmagórica, entre ambas imágenes.
Hemos dicho que el desconocimiento es lo que posibilita la separación entre personas y mundo, y mutuamente entre sí. ¿Qué tipo de desconocimiento se produce entre amigos imaginarios?
Además del desconocimiento del ser humano real que lo oculta, tenemos el desconocimiento añadido de su imagen, el amigo imaginario que está sustentado por aquel, puesto que la red social permite que se exprese segmentadamente, en píldoras por así decir.
Es pues, un doble desconocimiento, de ida y vuelta, que lleva implícita toda una serie de equívocos que pueden dar lugar a reacciones psicosociales de bastante calado, en ese estadio de mera experimentación en que nos encontramos.
Porque estamos experimentando, somos pioneros en un mundo nuevo, desconocido, que se ofrece para la rica cosecha, ante nosotros. El mundo del doble en el espejo no pesadillesco, sino amigable.
¿Podría haber conocimientos imaginarios? Sí, sin duda. El mero hecho de interactuar con amigos imaginarios lo prueba. Constantemente estamos generando suposiciones, que se convierten en hechos sustentados en premisas e indicios que vamos recolectando en esa relación.
¿Y adonde nos llevarán esos conocimientos? ¿A la reconciliación con un mundo real o imaginario? Esta es una buena pregunta.
¿Naceremos de nuevo…a la niñez? Es posible. Pero eso sería una regresión…¿Y qué sino regresión es regresar al seno del mundo? Según hemos visto, conocimiento es regresión. Sabiduría es nacimiento, re-nacimiento.
¿Pero sabremos encontrar el camino (de vuelta)? Ese es el quid de la cuestión.
Estamos empezando a transitar por la senda del mundo doble en el espejo, como estrellas binarias en nuevos mundos desconocidos que tenemos ante nosotros, para su exploración.
En este viaje espacial, metafórico, no hay cadenas, ni déficits de combustible, podemos llegar hasta donde se nos antoje, o nos deje la estructura misma de la doble relación que engarza a los amigos imaginarios.
Sabemos qué nos separa de la realidad, ¿lo sabremos cada vez menos? ¿Será ese el juego social del que, sin saberlo, seremos objeto y a la vez, haremos objeto a otros?
¿Juego social, para romper todos los espejos? ¿Y empezar de nuevo, de cero? Bueno, no de cero, sino desde el -1 de antes de la red social.
No creo en las regresiones salvo en casos aislados y bien definidos. La regla general es ir siempre adelante, nuevos retos, nuevas herramientas, nuevos campos que se abren para el arado y fertilizar, siempre fertilizar…
El juego social supone colaboración, una buena relación interpersonal que lleva a intentar incrementarla progresivamente. ¿Y estamos en ello? ¿Será esa visualización positiva la responsable de trazar los contornos del otro y los nuestros propios hasta crear monstruos bellos?
Si hay un final, intuimos, sabemos, que ese final bien pudiera ser feliz.
Al fin y al cabo, los monstruos no siempre son felices, pero cuando lo son, ¡cuidado!, va a ser a costa tuya y nuestra (porque nos vamos a morir de risa).
Pero todo saldrá bien, como siempre…
La denominación «amigo imaginario», aplicada a la red social, es de mi amigo el psicólogo Claudio Fabian Navarro.
La mente del hombre es la que regula el comportamiento humano genéticamente por un lado, donde intervienen factores ambientales y la interacción entre las propiedades genético-ambientales que le rodean; el cerebro es la máquina más asombrosa del Universo, gestiona los procesos automáticos por un lado, y por otro, los procesos conscientes como por ejemplo, una elección. Siempre creemos que la percepción nuestra es la correcta, sin embargo, es mejor fiarnos de la intuición. La mente ocupa en un papel privilegiado en el ser humano dándole significado a sus acciones, metas, actividades y regulando ese complejo mundo por medio de las relaciones que se establecen y las conexiones nerviosas que suceden en él. El cerebro si carece de estímulos condensa los estímulos; lo novedoso dispara las señales de alarma al cerebro. El tiempo es relativo dentro de nuestra mente.
Si nuestra atención está centrada en algo como por ejemplo, en los “amigos imaginarios” que solapan nuestra soledad y suplantan el aislamiento a través de las redes sociales, nuestra percepción del tiempo cambia. Hacemos predicciones continuamente y esto se combina con información del exterior. Del mundo no se sabe muy bien, tenemos sensación de verlo todo y a lo mejor no es así; si por el contrario, sirve para ayudarnos a vivir en este mundo, entonces estamos por el camino correcto.
Pero, ¿cuál es nuestro mundo? ¿El que vemos y percibimos desde nuestro presente o somos capaces de acercarnos a otros mundos diferentes a través de la imaginación, la creatividad, o simplemente a través de la lectura? ¿El mundo real es tal como lo vemos? No es exactamente lo mismo. La realidad es distinta de cómo la vemos. Pero si nos centramos en la verdad real, a lo mejor podemos pensar que no sea tal cuál la vemos. La cognición y la interacción van unidas con el mundo. No se puede probar el mundo de ahí fuera. Es muy difícil. Necesitamos huir de la soledad, de nuestro yo solitario y nuestra penumbra para salir a otro mundo, otra realidad si es existe. ¿Cómo lo logramos ? Creando, diseñando, imaginando « falsos amigos » o tal vez, « amigos hechos a medida », amigos a nuestro antojo…Los necesitamos para probar nuestro ego dormido, por medio de falsas emociones y satisfacernos a nosotros mismos.
A través de la era de la comunicación, detrás de las pantallas solitarias e individualistas de la era cibernética, es fácil montarse y crear un juego, la simulación de falsos amigos, ilusiones de nuestra mente ; si no nos valen, es posible que los desterremos al olvido. Pero a veces encontramos grandes personas a través de las redes sociales y descubrimos tesoros escondidos que nos ayudan a conducir nuestras emociones y sentimientos, pasando en un segundo plano y conforme avance el tiempo, a tenerlos como amigos reales y que llegan a ser imprenscindibles como personas en la realidad que nos rodea a cada uno.
Te felicito José Zurriaga, has logrado como siempre hacerme soñar y plantearme de nuevo la importancia de una mente « sana » en el siglo actual. Un beso.
Analítico y exhaustivo comentario el tuyo, Almudena Mestre, me centraré únicamente en la cuestión acerca de cuál sea nuestro mundo. Ese es el que encaja con nuestra mente como un guante. Eso no es difícil, es la tarea esencial de la mente en, precisamente, nuestro mundo. Pero la forma concreta en que lo realiza varía de individuo a individuo y requiere de la concertación de muy diversos factores. Sencillamente hablando, habrá personas que, poniendo el ejemplo de las redes sociales, acepten que hay comunicación, de algún tipo, con entidades de las que sólo conocemos textos, fotos o vídeos, pero no la persona que está detrás, y otras que piensen que su relación con sus contactos sea similar a la que mantienen con un autor literario al leer su obra, o de niños, con la pantera rosa. He ahí una gran diferencia. Muchas gracias a Almudena Mestre por su esfuerzo y tesón al cuidar de mi artículo. Beso grande para ti.
La lectura de tu artículo José, ha sido tremendamente ilustradora y tierna; así, lo primero que vino a mi mente fue la película Her, pues muchas veces me siento O.S. con ganas de partir de este mundo, tanto del imaginario como del real, ya que considero que ambos están aquí, en este espacio y tiempo terráqueos.
Seguidamente, y desde el principio, a su vez, no se mi iba de la cabeza el Niño que todos llevamos dentro y muchos se empeñan en relegar, sancionar y amaestrar, pero del cual ambos vamos bien servidos; como tampoco el tema fundamental para nuestra episteme contemporánea del doble/sombra o, a veces, máscara, último que me parece lo abordas de manera sutil, elegante y amena.
Finalmente, sólo añadir que, el conocimiento, desde Nietzsche, queda desenmascarado como lo que fue, es y será, invención tras las batallas académicas de turno; también que la imaginación y la creación corresponden a dominios distintos; y, como colofón, subrayar la diferencia fundamental por los siglos de los siglos (de la que muchos se olvidan…) entre las condiciones de posibilidad kantianas y las reales de existencia helelianas, ya que las últimas sí son el núcleo sobre el que pivota la vida de la inmensa mayoría, no??? Gracias. Roranna.
Muchas gracias, Roranna por tu espléndido comentario, que sólo he visto hoy. Es una suerte tener lectoras de tu altura.
Tengo la suerte además de tenerte como amiga virtual y también real, pues nos conocimos en Santa Pola, donde discutimos a gusto…
Gracias de nuevo Roranna y nos seguimos viendo.