Confieso que, de 1994 a 1998, odié a Loquillo. El responsable de mi cambio de actitud hacia el músico y cantante fueron los discos La vida por delante (1994) y Con elegancia (1998) en los que cantaba las adaptaciones que Gabriel Sopeña había hecho de textos de Neruda, Octavio Paz, Pedro Salinas y otros clásicos. O dicho de otra forma, me puse de lado de Sabino Méndez, autor de las canciones que hicieron famoso al antiguo jugador de baloncesto en los 80 y fueron la banda sonora de mis primeros amores quinceañeros. Lp´s como Mis problemas con las mujeres (1987) o Morir en primavera (1988) -sobre todo este último- me enseñaron que existían álbumes sin una sola canción de relleno, y que temas que hasta entonces me habían dado igual podían convertirse imprescindibles (La mala reputación) gracias a su interpretación.
Mi reconciliación completa con el Loco no se produjo hasta que en 2004 sacó Arte y ensayo y comenzó una cuesta arriba creativa con puntos álgidos como el imprescindible Balmoral (2008) o el más reciente La nave de los locos (2012). En este periodo Loquillo se convirtió en lo que siempre quiso ser Miguel Ríos, el rockero español por excelencia, gracias a temas tan buenos como Memoria de jóvenes airados. Hasta le perdoné, cuando en 2011, regresó a las adaptaciones poéticas de Sopeña versionando a Luis Alberto de Cuenca en Su nombre era el de todas las mujeres.
Tras la gira del año pasado en la que Loquillo literalmente anulaba sin quererlo a sus compañeros Ariel Rot y, sobre todo, Leiva, el barcelonés afincado en Donosti vuelve a los escenarios en solitario para presentar El creyente un disco doble registrado en directo en Granada tras la mencionada gira “Uno de los nuestros” que viene acompañado de un DVD con la grabación del concierto dirigido por Óscar Aibar (El bosc-2012-, El gran Vázquez -2010-) y ya ha agotado las localidades en Barcelona (donde se presenta el próximo Jueves 8 de Mayo a las 21:00 en la sala 1 del Razzmatazz) y Madrid (9 y 10 de Mayo en La Riviera).
El creyente es el cuarto disco en directo del artista y con él, según confiesa, da inicio a una nueva etapa de madurez. Tiene 53 años, una edad a la que muchos rockeros españoles sólo pueden seguir en activo recurriendo a la nostalgia. No es su caso: Yo no puede olvidar el pasado, uno no puede hacer ese discurso absurdo de decir “yo no tengo nada que ver con aquello aquello que fui”, claro que tienes que ver. Gracias a eso estás aquí. Pero lo que nunca debes hacer es llevar esa carga como si fuese una piedra que no te deja avanzar.” Más o menos la misma filosofía de Alaska y Fangoria: no renegar del pasado pero seguir haciendo buenas canciones para mantenerte en primera línea de fuego. Aunque sin recurrir, en el caso que nos ocupa, a reality shows.
El 20 de enero de 2007, en un concierto que Jaime Urrutia hizo en el Joy Eslava madrileño acompañado de otros músicos como Bunbury o Jorge Drexler, el cantante de Gabinete Caligari estaba cantando un tema cuando Loquillo apareció en el escenario con un cubata en la mano, se sentó en un taburete, se bebió el cubata y se marchó.
Sólo El Loco puede hacer eso. Estamos de acuerdo… ¿No?
“De vez en cuando y para siempre” es el título de esta gira que le llevará a las siguientes ciudades: