Por Luis Muñoz Díez
Loba, escrita y dirigida por Juan Mairena, toma como pretexto el momento en que la imparable actriz Bette Davis decide poner un anuncio en la prensa con un texto tan atrevido como desafiante: «Madre de tres hijos. Divorciada. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Todavía con movilidad y más amable de lo que dicen los rumores. Busca empleo estable en Hollywood”. El anuncio era atrevido, porque ninguna estrella jamás admitiría que no trabajaba porque no interesaba, y desafiante porque con su texto se colocaba en el papel de acreedora y reivindicaba su lugar en una industria inclemente.
Mairena recrea una conversación que pudo darse entre el encargado de la recepción del anuncio del periódico y la actriz, y juega con la idea de que ese receptor anónimo se tratase nada menos que de Lukas Heller, guionista de ¿Qué fue de Baby Jane? El encuentro es un buen pretexto para repasar su carrera y sus amores, sus fobias y sus filias a actrices, actores y directores, y a los hombres.
La pieza de Mairena marca a una mujer con una fuerza poderosa para encauzar su carrera, pero con una incapacidad total para enamorarse de la persona correcta, lo que le sitúa en un estado de fragilidad máxima en lo afectivo.
En todo recuerdo oral, o escrito, se juega con la ventaja que otorga saber cuál ha sido la consecuencia de cada hecho, achacando los fracasos a otros y los éxitos a la sabia elección del que narra su historia.
Bette cuando no es Loba sufre la desazón del desamor y la necesidad de tener la mano de un hombre que la acaricie, y la necesidad imperiosa de demostrar que su capacidad para interpretar no conoce otra cuota que el infinito. Ella lo dice en la ficción “nunca trabajé por dinero”, lo hacía para mitigar ese afán tirano e insaciable que habita al artista, en que el tiempo se mide por valores diferentes que los del resto de los mortales, cualquiera que lo haya intentado o esté en ese camino entenderá lo que digo.
El actor vive en un equilibrio contrario a la pretensión de todo mortal: ser querido por lo que es, y el actor busca el amor del público por poseer la alquimia de representar ser quien no es. Pero el actor, sin artificios ni personaje queda reducido a un mero potencial y es difícil vivir siendo solo un potencial a la espera de ser llamado.
El actor vive de su físico y de un talento que siempre está por demostrar. Cuando es joven hay actores más famosos, con más nombre, y cuando parece estar equilibrada la balanza empieza la cuenta atrás y el cuento ahora se cuenta al revés: los hay menos conocidos pero son más jóvenes, lo que en la práctica es un hecho para dejar de interesar y el silencio del teléfono lo haga presente.
Si para cualquiera es difícil convivir con la vejez y aceptar que ya no es deseado, para un actor que ha vivido de su voz, del temblor de su cuerpo, es un trago duro, muy duro.
Todo lo anterior el dramaturgo y director Juan Mairena lo pone de manifiesto en Loba. Es un enamorado de esa fabrica de sueños que significó la «marca Hollywood”, que fue alimento, punto de fuga y patrón para situarnos ante el desamor y lo imprevisto, porque el recuerdo caprichoso y volandero lo sumó a nuestro imaginario como algo propio y vivido, como una lección bien aprendida que nos sirvió de cota de malla contra la desdicha, para intuir el gozo y afrontar con la dignidad de un héroe lo imprevisto.

“Loba” de Juan Mairena. En la imagen el actor Carlos Troya como Lukas Heller y la actriz Mélida Molina, mimetizada con Bette Davis. Foto ©Luiscar Cuevas Pulsar en la imagen para ampliarla. Diseño Gráfico: María La Cartelera
El autor y dramaturgo con Loba nos permite asomarnos a los claroscuros de una profesión “Tirana” que crea adicción, con una conversación que pudo ser entre Bette Davis y Lukas Heller.
Bette Davis sin duda fue una elegida de los dioses y murió siendo Bette Davis. Las video creaciones que se proyectan en la función, nos la muestran con toda su fuerza y todo su esplendor, el autor remarca su condición de estrella hasta el último suspiro y de paso, creo que sin nombrarlo, hace un merecido homenaje a Diego Galán
Juan Mairena con Loba nos embarca en un viaje mágico, atemporal y glamuroso, y para crear la atmósfera precisa ha contado con unos colaboradores extraordinarios como es el escenógrafo Juan Sebastián Domínguez, el vestuario de Guadalupe Valero, las manos diestras de Chema Noci para la caracterización, la iluminación de Bea Francos, la maestría del movimiento de Júlia Monje, la ayudantía de dirección de Pablo Martinez Bravo y las ya citada vídeocreación de Luiscar Cuevas.
A los dos mitos los prestan su carne mortal y los otorgan enjundia y aureola la actriz Melida Molina y el actor Carlos Troya, que asumen el riesgo con nota, porque al final son ellos a los que ve moverse y escucha hablar el espectador.
Enhorabuena por el primoroso trabajo realizado por Juan, Juan Sebastián, Guadalupe, Chema, Bea, Luiscar, Julia, Pablo, por supuesto a Melida Molina y Carlos Troya. Es una alegría tener de nuevo en la cartelera una obra de Juan Mairena y en Nave73, ¿quién da más?

“Loba” de Juan Mairena. En la imagen la actriz Mélida Molina, como Bette Davis. Foto ©Luiscar Cuevas Pulsar en la imagen para ampliarla. Diseño Gráfico: María La Cartelera
Loba está programada todos los sábados y domingos de enero de 2023, Nave73, -Madrid-, más información de fechas horarios y compra de entradas AQUÍ.
Una obra de Juan Mairena Intérpretes Bette: Mélida Molina Lukas: Carlos Troya Escenografía: Juan Sebastián Domínguez Vestuario: Guadalupe Valero Caracterización: Chema Noci Iluminación: Bea Francos Video Creación: Luiscar Cuevas Movimiento: Julia Monje Ayudante de Dirección: Pablo Martínez Bravo Diseño Gráfico: María La Cartelera Produción: La Caja Negra Teatro