«Lo siento no, era yo», de Esther Berzal o -cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo-

«Lo siento no, era yo», de Esther Berzal o -cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo-

Lo siento no era yo, escrita e interpretada por Esther Berzal Foto ©Ana Alonso y ©José Vicente

 

Por Luis Muñoz Díez 

 

Lo siento no era yo, escrita e interpretada por Esther Berzal, y dirigida por María Uruñuela, se centra en las ideas obsesivas y la pulsión que se padecen en una adolescencia cada vez con un arco más amplio, y menos preciso de los años que abarca, en que a veces la realidad se desdibuja para crear una propia, y en la que es casi obligado tener una cara preciosa y una cuerpo envidiable.

No es un tiempo fácil, como tampoco lo es la niñez. En la juventud temprana, se tienen muchas creencias falsas, como que todo el mundo te critica. Una amenaza que se cura con los años, cuando ves que, en realidad no le importas más que a un número muy reducido de personas, para las que el afecto no se condiciona por tú físico.

Es cierto que en la niñez se es poco considerado con lo diferente, pero a la edad de nuestra protagonista al margen de caer en una critica de usar y tirar, y a por otra cosa. A la gente es mas tolerancia las condiciones físicas ajenas, que las propias.

A Carmen la idea obsesiva se le manifiesta por una foto suya de perfil, donde se aprecia que no tiene una cintura de avispa. A partir de ahí, se mete en un jardín de complejos de culpa y auto-castigos que en su caso le impone su “alter ego” a la que llama Ágata, de alguna forma representan la creencia ancestral de que dentro de nosotros reside un niño y un viejo, el niño nos anima a la aventura, y el viejo la frena enumerando los peligros, y haciéndonos de menos.

El problema de Carmen no tiene cura, porque es fruto de una insatisfacción con ella misma, y su obsesión por comer, y de seguido ver como surge en complejo de culpa inclemente, no es más que una síntoma de su falta de auto estima, y para borrar esa vía de pensamiento con final de «soy despreciable, por eso merezco que nadie me quiera», sería necesario volver a nacer, pero indagando que genera esa falta de aceptación, se puede convivir con ella, sin que pese como una losa.

A una edad el físico puede ser una obsesión al que dedicar la jornada completa, con el tiempo la vida, te reclama y zarandea sin mucha clemencia, como es la inseguridad laboral, la perdida de pelo, la barriga, la caída de los pechos, las arrugas, y ves como las personas de tú entorno cercano comienzan a faltar, con el aprendizaje de que la muerte no es algo ajeno, y si los demás mueren, nosotros también.

Sentimientos y vivencias nos van obligando a ocuparnos de resolver lo inmediato del día a día, aunque continúe anida nuestras inseguridades algo difuminada, que conviven con nosotros, y lo único que podemos pedir es que nos permita tiempo suficiente para poder vivir, y los episodios obsesivos se distancien en el tiempo, y cuando aparezcan saber encararlos.

Lo siento no era yo, es una obra que se ocupa de un problema de juventud, por lo que será del interés de las personas que pasan por este “trago amargo” o quién convivan con ellas. Un acierto pleno, son los diálogos de madre e hija, que reflejan esa impotencia reconocible de ver como tu niña del alma, para la que eras todo, empieza a tratarte mal, sin guardarle el más mínimo de los respetos.

Echo de menos en el texto de Berzal, que no ahonde más en que los trastornos alimenticios no son más que la manifestación de otras carencias, y que no se pasan como el que pasa el sarampión, porque esas carencias cuando pasan a ser fobias -en el caso de Carmen a su imagen-, nunca desaparecen del todo, si bien, descubres su origen, permiten vivir la vida, reconciliado con uno mismo.

La dirección de María Uruñuela está al servicio del texto unívoco, que se ocupa de la vida y tormentos de Carmen, la directora administra bien los tiempos, y se encarga con acierto de la iluminación.

La actriz y autora Esther Berzal, controla el escenario, y se encara con el público para manifestar su mensaje. Es un acierto la elección de la actriz Lauren Gumuccio, porque aunque las medidas de la actriz no sean las ideales, no pasan del estándar común, lo que refuerza la idea, de que la lucha que libra Carmen, no es más que una broma de mal gusto que le juega su propia cabeza, y a destacar la labor de la actriz Ana Belén Camarero, la madre, que ha de soportar como es insultada hasta la humillación, sin entender nada.

 

Lo siento, no era yo está programada los miércoles y jueves de abril de 2023  en la Sala Nave73 -Madrid-, más información de horarios y compra de entradas AQUÍ.

Dirección: María Uruñuela Dramaturgia: Esther Berzal Intérpretes: Lauren Gumuccio, Ana Belén Camarero, Esther Berzal

Espacio sonoro:  Marina Paredes Diseño de iluminación: María Uruñuela Ayudante de dirección: Inma Almagro Fotografía Ana Alonso y José Vicente

 

 

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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