En la imagen el actor Lucas Ares en «Llanto de María Parda», de Gil Vicente con dramaturgia y dirección de Álvaro Nogales Fotos ©Erica M. Santos
Gil Vicente, autor fundacional de la dramaturgia ibérica, nos mostraba, a través del Llanto de María Parda, una Lisboa sacudida por la sequía que obligó a cientos de campesinos a huir hacia el mar buscando un futuro más próspero. María Parda, una señora mulata, alcohólica, entrada en años y sin un futuro prometedor, vaga por las tabernas de Lisboa sin dinero en busca de un trago que beber. En su recorrido, iremos viendo cómo el síndrome de abstinencia de María va en aumento, taberna tras taberna, negativa tras negativa a fiarle, hasta provocarle la muerte por sed. María Parda es uno de esos personajes que, a través del humor y la ironía, nos confronta con la realidad más dura y ácida.
Por Luis Muñoz Díez
Llanto de María Parda es una obra del autor lusitano Gil Vicente (1465-1536), datar el tiempo en que vivió un autor es siempre importante, y más en este caso en que parte del drama que acontece a esta mujer se debe, a una sequía pertinaz que arruinó el campo y arrastró al pueblo a la miseria, situada a caballo entre el medievo y el renacimiento, y ubicada en la ciudad de Lisboa.
Lo anterior se refiere a la obra de Vicente. Álvaro Nogales se queda con la idea de la mujer dependiente del alcohol, que recorre una ciudad donde le niegan lo que demanda, con todo tipo de argumentos extraídos del moralista refranero, siempre pájaro de malagüero, y confirmador de malos presagios, con la consecuente dosis de incontestable moralina castrante.
Álvaro abstrae al personaje del tiempo, de la mujer que vaga sedienta de vino. La desubica de un entorno en que se nombra como Lisboa, pero no sabemos lo que ocurre en la ciudad, y se centra en María, a la niegan el vino, para descontextualizar el nuevo trazo de María Parda, a la dama de todas las abstinencias la encarna un actor, lo que no tiene trascendencia alguna, porque el personaje no tiene sexo como la obligada «abstinencia»
El actor Lucas Ares, recoge el guante e interpreta el monólogo, con el peso de ser responsable único de la atención del espectador durante toda la representación. El actor con la cara semi empolvada de un clown, con un vestido atemporal, y calzado por unas deportivas, dice si texto al ritmo que le marca la música de este siglo en directo de la DJ Iratxe Blanch, que en ningún momento abandona el escenario, donde el actor dice su monólogo encarándose a los focos como si fueran su receptor, a veces zalamero para obtener una dosis del precioso líquido, a veces empedrado por el rencor. La iluminación lateral es acertada y efectiva, incluye luz de estrobos, diseñada con acierto por Víctor Longás, responsable también del espacio escénico, que al final nos dará una sorpresa.
La luz de estrobos ilumina y potencia una danza desmadejada y robótica que ejecuta el actor, imagino que como vara de medir de la falta de control del cuerpo que proporciona la abstinencia, Únicamente en un momento dado, casi al final, Ares danza una pieza con cierta sensualidad, para hacerlo el actor remanga su falsa saya, muestra sus pantis rojos, y dibuja al personaje en femenino.
Parece como si el autor de la dramaturgia y responsable de la dirección Álvaro Nogales, hubiera desmontado la pieza poética de imprescindible poeta luso, y se hubiera quedado con lo que le sirve para conformar una historia del fracaso, de quien intenta vivir como quiere, y acaba haciendo como puede, con toda la desazón del alcohólico que se le niega lo único que le permite vivir, lo cierto es pero Álvaro no es delicado con María, quizá en un acto de honestidad, porque la sociedad a lo largo y a lo ancho del tiempo, si entrar en razón o justicia, no es amable con personas como María Parda.
Suena el fado y oímos cantar de forma puntual a Amalia Rodrigues, con su hermosa voz sazonada de añoranza, de hecho mientras suena el fado. María pone fin de forma abrupta a una vida que si es seca, ya no es vida, antes dispone que su ataúd sea una barrica y antecedan al cortejo todos los odres vacíos de vino que ha consumido, encomendándose a Noé, el patriarca al que se nombra como inventor del vino.
Ojala que la reseca María encuentre alguien que cumpla sus deseos.
Llanto, de María Parda está programada: miércoles 13, jueves 14 y viernes 15 de julio de 2022, dentro del clásicOFF, el X Festival Experimental de Teatro Clásico de Nave 73
Texto: Gil Vicente Dramaturgia y dirección: Álvaro Nogales Intérprete: Lucas Ares DJ en directo:Iratxe Blanch
Escenografía e iluminación: Víctor Longás Figurinismo: Guillermo Felipe Ayudante de dirección: Olympia Sotelino Asesor de palabra: Víctor Sáinz Fotografía: Erica M. Santos Una Producción de Mudanzas López por encargo del Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid – Clásicos en Alcalá, con el apoyo de los Teatros del Canal, el Teatro de La Abadía y el Ayuntamiento de Alcalá de Henares