El mundo ha cambiado rápidamente gracias a los avances tecnológicos. Según una investigación de la Universidad del Sur de California y la Universidad de Cataluña, la información digital superó a la analógica en el año 2002. Esto quiere decir que todo el conocimiento acumulado por miles de años en pergaminos, libros, pinturas, dibujos, acetatos, cintas de música, fotografías, películas, videocasetes, etc. fue superado en unas décadas por la información almacenada en los ordenadores. Básicamente el 75% de todos los registros informativos de la humanidad estaban en ese año en formato digital. Por esta razón para algunos el 2002 ha sido marcado como el comienzo de una nueva era del conocimiento. Una era creciente, ya que tan sólo cinco años después (en 2007) la información digital ocupaba un 94% de toda la existente en la tierra. Para mostrar lo sorprendente de esta situación basta mencionar que en la actualidad sólo el 0,007% de la información del planeta está en papel.
Estos avances no podían dejar de influir en la Literatura, así como en todo tipo de arte. De hecho, si ahora se ha conseguido esta rápida acumulación de conocimiento, no sólo se debe a las crecientes posibilidades informáticas, sino principalmente al enriquecimiento del saber humano desarrollado por las mismas personas que comparten su sabiduría a través de dicha tecnología. Esto quiere decir que si nos encontramos en este punto es porque la gente de a pie, por primera vez en la historia de la humanidad, puede generar y mostrar su conocimiento con relativa facilidad. En la antigüedad, la única manera en que una aportación individual tenía un alcance lo suficientemente fuerte como para influir masivamente, se daba cuando un mecenas apostaba por la obra de alguien.
Más adelante fue la industria la que, buscando mercantilizar esa obra o aportación, la daba a conocer al mundo. Y con esto me refiero a editoriales, discográficas, distribuidoras de cine, etc. Por eso es que la industria tiembla ante la gratuidad del arte, porque ellas se asientan en esa comercialización construida que muy bien han sabido diseñar y que ahora buscan proteger a través de la creación de leyes que censuran la libertad. Pero no, hoy en día no hace falta contar con esta industria para poder llegar a cientos de personas. Uno puede divulgar sus textos, su música, pinturas, fotografías, vídeos, cortometrajes, lo que sea, a través de este ente gratuito y democrático llamado Internet. Y si usted está leyendo estas líneas se debe justamente a este hecho.
La literatura anónima
Cada vez es más habitual que aquella persona que tiene inquietudes literarias diseñe un blog y lo alimente con entradas que pueden explorar todos los géneros existentes o incluso confeccionar algunos nuevos. Poesía, teatro, narrativa, todo al alcance tanto de los creadores como de posibles lectores. Ya no hace falta esperar a que una editorial apueste por la obra de estos literatos; si lo que el escritor quiere es comenzar a divulgar sus textos, Internet se lo facilita de forma gratuita, eficaz e inmediata.
Todo sea dicho, también existen desventajas. Hay cientos de miles de páginas, entradas, wikis, etc. que consiguen una sobresaturación de la información. Esto hace que sea sencillo desorientarse y extraviarse en el ciberespacio. Se tiene que ser muy crítico y sobre todo selectivo a la hora de lanzarse a una búsqueda. Sin embargo, no es imposible, e incluso es probable, llegar a buen puerto.
Tengo muchos amigos que al igual que yo tienen su propio blog. Ya no me sorprende que sean más las personas que me invitan a visitar sus páginas de Internet cuando les cuento mi afición por la escritura. Lo que sí que me asombra es la calidad que encuentro en los textos que leo en dichos espacios. Escritores argentinos, mexicanos, peruanos, españoles… (por citar sólo autores de la lengua que nos une); de cuentos realistas, fantásticos, policíacos, románticos…; de poesías de la vida, el amor, la soledad, la muerte …; de artículos, reflexiones, opiniones y debates… Una pluralidad estilística y cultural. Pero si tuviera que encontrar una característica común, es que en casi todos los casos, los autores carecen de una repercusión mediática. Dicho en otras palabras, son casi todos tan desconocidos como el que escribe esta reflexión. Pero ahí están, escribiendo tenazmente; mostrando día a día su calidad, su creatividad y su talento. Anónimos todos, pero su voz tiene una fuerza más importante que cualquier nombre.
El mundo de las redes sociales
Otro elemento que se desprende de estas tecnologías son las redes sociales. Cada vez se encuentra menos gente que no haya experimentado, aunque sea de forma indirecta, alguna red social. ¿Que por qué indirecta? Cuántas veces no se recibe el correo (automático, no es que el susodicho amigo lo envíe) de algún amigo que le invita a uno a unirse a Facebook, Twitter, Tuenti, Linkedin o Hi5. Ya sean usuarios activos (o no) de estas nuevas tecnologías, pocas serán las personas que no conozcan su existencia. Es innegable que estas redes están tomando un papel muy activo en la sociedad actual y esto no ha pasado desapercibido en el mundo de las ventas, la publicidad y el marketing.
Un usuario normal cuenta entre 100 y 500 amigos dentro de su red social. Algunos otros pueden llegar a tener tres mil o incluso, cinco mil amigos. No hay que ser muy inteligente para ver la potencialidad que tienen estas redes para dar a conocer las obras literarias de alguna persona. Cuando alguien da un “me gusta” en Facebook o un RT (retweet) en Twitter lo comparte automáticamente con toda su lista de amigos y basta que uno de esos amigos dé también a ese “me gusta” o “RT” para que, a su vez, lo comparta con su propia lista de contactos y así seguir aumentando esta cadena. De esta forma, ese vídeo, ese artículo, esa canción o ese producto que “te gusta” es reenviado exponencialmente al inabarcable mundo de las redes sociales.
A las personas nos atrae la publicidad, pero ésta no funciona tan bien como la recomendación directa de un amigo. El hacer un “me gusta” o un “RT” es eso mismo: una sugerencia venida de alguien que inspira tu confianza. Algo mucho más efectivo que un anuncio de periódico, radio o televisión. Por eso es que muchas empresas están vendiendo sus productos no ya sólo por dinero, sino por “me gusta(s)”. Que tu producto tenga la posibilidad de llegar a cientos de miles de personas (o incluso a millones) es una buena forma pago. Pues es justo estas redes las que pueden permitir que uno de esos autores anónimos rompa la barrera del silencio. Porque de la noche a la mañana un modesto escritor de blog puede pasar de tener veinte visitas diarias a mil, diez mil, cien mil…
Anticiparse a lo que será la Literatura en el futuro parecer una tarea ociosa. Pero todo parece apuntar a que la forma de entender este arte cambiará, y será algo tanto maravilloso como sorprendente… es probable que no tengamos que esperar mucho antes de llevarnos esa sorpresa.
R.III