Sinfonía de León Benavente en el Razzmatazz.
Por NACHO CABANA
Realmente que viendo en directo a León Benavente, uno se pregunta cómo es posible que Abraham Boba, su vocalista (o “front man” como se les dice ahora) fuera capaz de estarse quieto durante todos los años en que tocó los teclados (junto con buena parte de los otros miembros de la banda) en los conciertos de Nacho Vegas.
Se vio ayer viernes en la sala Razzmatazz de Barcelona donde el grupo presentó en directo su disco Nueva sinfonía sobre el caos, dentro de una gira que apenas está comenzando y que les dará espacio para, suponemos, hacer festivales en el ahora lejano verano.

Comenzó el concierto con la misma canción con que se inicia su reciente álbum: Úsame/Tírame para atacar a continuación otros dos temas nuevos A la moda y Nada antes de interpretar el primer hit (bueno, Nada se podría decir que ya lo es a pesar de su corta edad) Amo (“… gritar tu nombre en las calles”) que acabó de encender al público que llenaba la sala grande de Razzmatazz y que, en su inmensa mayoría, ya había cumplido los cuarenta.
Con los cuatro integrantes de León Benavente ubicados en paralelo al proscenio, renunciando a categorizar a sus integrantes haciendo un triángulo, Boba se despegó de sus teclados más de lo que solía ser habitual (hace años en la Apolo se fusionaron ambos de tal manera que parecía que si se caía el humano al público se caía el instrumento con él) para hacer varios insólitos dúos consigo mismo a partir de Mítico.
Me explico, agarró el cantante dos micrófonos, uno con su voz filtrada (extremadamente grave y rota) y otro con la ecualización, por así decirlo, natural e iba alternando uno u otro o cantando con ambos a la vez en un ejercicio vocal ciertamente insólito.
Le dedicó León Benavente el tema con el que se dieron a conocer como banda hace ya doce años, Ánimo valiente, al pueblo valenciano (humilde sugerencia para futuras actuaciones: sustituir el “valiente” por “Valencia”: encaja perfectamente), fueron espectaculares los colchones sonoros que se superpusieron en La canción del daño interpretada tras la preciosa La Ribera y antes de la cinéfila Gerry, tema que cierra su nuevo disco, toma su nombre de la película de Gus Van Sant y en donde los juegos de luces aprovechaban la estructura de la canción para reforzar su mensaje.
Otra constante del concierto de Léon Benavente en la Razzmatazz consistió en alternar temas más o menos lentos con otros mucho más cañeros, algo que la banda no suele hacer, prefiriendo empezar con los primeros e ir subiendo la intensidad progresivamente.
A partir de Su verso, la electrónica subió al tiempo que la velocidad de las guitarras y aquello fue un no parar: Tipo D, Qué cruel, La aventura (temazo nuevo que parece de toda la vida) y la imprescindible Ser brigada con lo que la banda se fue a los bises que iniciaron con En el festín seguido por Gloria y concluyendo con Boba entre el respetable interpretando Ayer salí.
Algo (lo de Ayer salí) que los presentes en Razzmatazz podemos afirmar hoy, felices con nuestros doloridos huesos.




